QUIEBRE
Mónica Cerdas J.
Luego de semanas de confinamiento, el espacio domestico ha tenido que adaptarse a sus nuevos usos y sus nuevos ocupantes.
De espacios vacíos a espacios revividos, en los que suceden un sin fin de actividades con una frecuencia desmedida.
Cambios constantes, ajustes y desajustes.
Interiores en los que nadie está aislado, en los que el espacio se vuelve impersonal y el convivir invasivo.
Limites transgredidos, cuerpos en desequilibrio .
¿Podría alguno perder la cordura?