Disconforme
Vanessa A.  Alejandro A.  Maximiliano M.

Durante el transcurso del siglo XX, la integración de artefactos fruto de innovaciones militares e industriales, se convirtió en un producto más de la línea del consumo doméstico, provocando un giro relevante en las dinámicas tradicionales para habitar. Se podría decir que durante este tiempo la ocupación de objetos ha venido colonizando el espacio, llegando al punto de poseer la capacidad de atribuirle nuevas funciones a un interior limitado por las barreras físicas de la arquitectura. En otras palabras, identificamos el espacio arquitectónico como algo ambiguo, el cual, parece basarse en acciones sujetas a una serie de objetos capaces de reemplazar el concepto de “lugar” por el de “condición”.

Ahora bien, la separación física producto de la Pandemia Covid-19, se ha ido soportando gracias a una variedad de artefactos, que en procura de continuar con nuestra cotidianidad, han logrado sustentar el contacto y traslado de componentes del exterior a nuestro espacio doméstico. Si bien, quién esté leyendo este texto podría determinar cuáles objetos han sido vitales para mantener el “contacto”, sin embargo solemos ser indiferentes de aquellos que verdaderamente mantienen la tensión entre lo público y lo privado; entre lo que surge en el afuera y se encarga de trasladarlo al adentro; y que a pesar de tener el poder de vincularnos lo seguimos ignorado

Un ejemplo de ello es el poste de telecomunicación, o por su término en inglés “utility pole”, el cual, como objeto, ha condicionado el habitar aún más durante el aislamiento, pese a que su incidencia en el espacio arquitectónico haya pasado por desapercibido. Gracias a sus atributos en el poder de conectarnos y alimentar nuestras casas, el poste bien podría ser parte de nuestro refugio doméstico; entonces ¿Por qué no adoptarlo? ¿Por qué no abrirle un campo dentro del programa arquitectónico usual de la vivienda?, ¿Por qué no atribuirle la atención necesaria a un objeto que al fin al cabo condiciona nuestro habitar? A pesar de que estas interrogantes divaguen en lo absurdo, esta propuesta solo busca discutir sobre la existencia de elementos que ejercen poder dentro de la casa, la cual ha sido caracterizada por estar privada ante cualquier intromisión del exterior.

Frente a esta inquietud, queremos manifestar físicamente su poder dentro del espacio arquitectónico, el cual, en su valor como objeto, nos da la libertad de romper con la monotonía de los límites rígidos de la casa, gracias a su valor de conexión con el afuera. Cómo estrategia, optamos por comercializar el poste para fines domésticos empacandolo como un producto de fácil obtención para ser instalado dentro del hogar. Sencillo y de manera versátil, las conexiones eléctricas y los artefactos ahora se encuentran directamente conectados a su fuente primaria. Fuente que aún mantiene su imagen salvaje, no propia de un interior, pero en armonía con la representación de lo doméstico para esta especulación. Por último, dejamos de lado la condición de la arquitectura como respuesta ante las necesidades y apostamos por el objeto por encima de ella.


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