UNO

Me volví amigo del tango después de viejo, todo gracias a mi papá.
A pesar de haber crecido en Medellín, la ciudad donde el destino selló la existencia de Gardel y que desde eso llora por las noches un bandoneón en los sótanos de Guayaco, siempre me aislé de esa música melancólica con olor a aguardiente y cigarrillo.

Estudiando publicidad en 1996, fui al cine a ver “Twelve Monkeys”, quedé enganchado con la introducción de la banda sonora, una adaptación de “Suite Punta del Este” de Astor Piazzolla. Le pregunté a Chepe, mi papá, acerca de Piazzolla y me dijo que estaba bien, pero que si quería escuchar tango tenía que escuchar más atrás, devolverme en la historia, en toda una fila de nombres con apellidos italianizados: Venturini, Magaldi, Merello, Goyeneche, Ledesma, Podesta, Santos Discépolo, D’Arienzo, De Angelis. Como siguiendo migas de pan en secuencia, de vez en cuando escuchaba uno que otro de sus vinilos, hasta llegar años después, a tomarme un aguardiente y fumarme un cigarrillo mientras escuchábamos milongas en la esquina de Homero Manzi en Bomboná. Y así, el tiempo se encargó de pasar factura por todas las veces que menosprecié está melancolía pero que inversamente a su curso, me unió a mi papá.

Ahora como homenaje ilustré para él “UNO”, que es una de las canciones preferidas de Chepe, imaginariamente siendo interpretada por Roberto Goyeneche “El Polaco” acompañado por Anibal Troilo “Pichuco”, Osvaldo Pugliese y el contrabajista de la orquesta de Piazzolla en SUR, la película (creo que es Ángel Ridolfi).

¡Salud, Chepe!
UNO. Tango.
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