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BURKINA FASO PROJECT

BURKINA FASO PROJECT

Una carretera sin pérdida une el Norte al Sur de Burkina Faso: esta franja hormigonada de 6 metros de ancho es la huella del hombre en un país donde la naturaleza sigue siendo dueña de los lugares. En julio del 2009, recorrí esta carretera en busca de una respuesta a unas inquietudes crecientes sobre la relación del hombre con la naturaleza y la farsa que nuestro modo de vida occidental nos está induciendo a vivir. Me preocupaba formar parte, de forma inconsciente, de una rueda que hacía girar el mundo en un sentido inapropiado y quería vivir la realidad del día a día de poblaciones necesitadas para interiorizar el problema. Este recorrido por el país dió luz a una serie de 300 fotografías y 2 cortos audiovisuales. 
[...] Et enfin la découverte la plus importante: les hommes, les gens du pays, les indigènes. Étonnant, la façon dont ils s'accordent à ce paysage, à cette lumière, à cette odeur! Stupéfiant, la manière dont l'homme et son environnememnt vivent en symbiose, forment un ensemble indissociable et harmonieux, s'identifient l'un à l'autre! Incroyable, le degré d'intégration de chaque race à son paysage, à son climat! C'est nous qui façonnons notre décor et c'est lui qui sculpte les traits de notre visage. Parmi ces palmiers, ces lianes, cette forêt vierge et cette jungle, l'homme blanc est une pièce rapportée, bizarre et discordante. Pâle, faible, la chemise trempée de sueur, les cheveux collés, sans cesse tourmenté para la soif, par un sentiment d'impuissance, par le spleen. Il a constamment peur: des moustiques, des amibes, des scorpions, des serpents. Tout ce qui bouge l'effraie, le terrorise, le panique.
Avec leur force, leur charme et leur endurance les gens du pays se déplacent naturellement, librement, à une cadence fixée par le climat et la tradition, à un rythme régulier, un peu ralenti, nonchalant - puisque de toute façon on n'a pas tout ce qu'on veut dans la vie et qu'il faut en laisser pour tout le monde! [...]

Extrait de Ébène de Ryszard Kapuscinski.

Salimos de Ougadougou rumbo al pueblo de Sindou. Desde los picos, unas rocas de gres que se elevan en el cielo como una agujas largas esculpidas por el viento, auténtico vestigios testigo del mar que antaño cubría la zona, podemos ver una llanuras majestuosas que se extienden por un lado hacía Malí y por otro hasta la Costa de Marfil. En Banfora, los hipopótamos nos regalan un espectáculo matutino sin precedente. Desayunamos sopa de orugas, rica en proteína antes de empezar nuestra cruzada por pequeños pueblos aislados. En la proximidad de estos pueblos, unos racimos de niños se van uniendo a nuestro grupo. Intercambiamos miradas y sonrisas a falta de un idioma común. Jugamos con un neumático, les regalamos nuestros “bidones” vacíos, auténticos tesoros para ellos. Mientras ellos andan descalzos sobre unos suelos de piedrecitas afiladas con una soltura asombrante, nuestros deportivos se tiñen de rojo, el color de la tierra en esa parte del mundo. Un color indeleble , que marca no sólo los deportivos, sino las almas que comparten momentos con estos seres fuertes y resistentes, que se mueven en su entorno naturalmente, libremente, a un ritmo impuesto por el clima y las tradiciones, en perfecta simbiosis con su entorno.
Existe en África el concepto de Ubuntu. Se refiere al sentimiento profundo que somos humanos sólo a través de la humanidad de los demás. La cultura Africana es la cultura del intercambio. El “yo” crece a través de unas interacciones no egoístas con los demás. 

Todos los días, habitantes del pueblo de Latou se reúnen debajo de un baobab centenario para dialogar sobre temas de actualidad, tomar decisiones que impliquen a la comunidad,  intercambiar opiniones, contar historias y compartir enseñanzas. No existe limite de edad ni se consideran factores discriminantes: niños, mujeres, personas mayores, adultos más o menos influyentes se pueden expresar libremente y recibir la atención de los demás. En África, la “palabre” es una costumbre ancestral de encuentro y creación o mantenimiento del vínculo social. También permite  resolver contenciosos sin perjudicar a sus protagonistas. Todos los que quieren hablar lo hacen: según Nelson Mandela, es una especie de democracia en su forma más depurada. 

 Aquel día hablamos de la crisis económica. 
"¿Pero qué crisis?" - Preguntaron al unísono.
 
Allí no hay crisis. Allí la vida se pelea desde que se nace…

 
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