Dígit fue un festival de música electrónica y cultura transmedia que tuvo lugar el verano de 2019 en el Centro Cultural del Carmen, en Valencia.

El festival iba dirigido para gente joven, de entre 22 a 30 años, muchos de ellos estudiantes europeos, apasionados por la música, la cultura y los retos.

En este proyecto transversal trabajamos 3 compañeras y yo.  Cada uno se responsabilizó de unas disciplinas. El proyecto requirió de identidad visual, animación y programación. Todos elegimos lo que más nos apasionase o lo que mejor se nos diese.

Yo personalmente me encargué de la parte de programación y motion graphics.

Dígit planteaba un gran problema a nivel conceptual. Tuvimos que dotarle de identidad, hacer su comunicación en vídeo, y programar tanto su web como una experiencia in situ en el Centro Cultural del Carmen. Una verdadera locura para crear una experiencia inolvidable.

No olvidemos que en el centro cultural se realizaban seminarios y congresos mientras que paralelamente se realizaban auténticas fiestas con música electrónica, por lo que la estética y el enfoque conceptual fueron altamente determinantes para dar en el clavo. Tuvimos algo menos de dos meses para realizar el proyecto.





El proceso fue lento, pausado y enrevesado. No surgían las ideas, hicimos brainstorming, fuimos por todo el Carmen en búsqueda de recursos visuales y estéticos. Analizamos el centro, el espacio y el entorno. Cuando teníamos algo el cliente nos los tumbaba sin piedad, aunque con razón.

Tras miles de pruebas, reuniones y vueltas dimos con un concepto interesante. Se nos olvidó que el festival se hacía en una ciudad única con elementos propios e identificables que podían modularse para encajar con esa estética que buscábamos. Decidimos investigar elementos vernáculos y nos topamos con algo que tuvimos siempre a la vista: el azulejo valenciano.

Pasamos semanas analizando sus formas, entendiendo su comportamiento para realizar patrones. Visitamos el centro de Arte Bombas Gens para analizar cómo eran los azulejos. Tras fotografiarlos, digitalizarlos e interpretarlos, dimos con unas formas eléctricas, punzantes, dinámicas y frescas, justo los valores que andábamos buscando.

Con esto afianzado, nos dispusimos a trabajar de forma paralela e ininterrumpida.
Respecto mi parte, desarrollé un complejo e interesante artilugio que trataba de emular una experiencia interactiva para gamificar el evento.

Este aparato estaba conformado por un sensor de ultrasonidos, un altavoz e innumerables botones. Mediante un programa desarrollado en Arduino, se conectaba el dispositivo a través de USB, permitiendo así que un programa de JavaScript con una librería de Processing.js controlase los datos de entrada para cambiar elementos visuales y sonoros de la web. Conectar el mundo real con la web, en lenguaje común. Aunque suene fácil y sencillo, esta parte me bloqueó por completo durante más de dos semanas.

Por otro lado, comencé mis primeras virguerías en After Effects, realizando así un motion graphics que anunciase y promocionase el evento.

El resultado global del proyecto, aunque haya envejecido mal, fue muy satisfactorio, y sin duda una gran experiencia que me hizo aprender y mejorar el trabajo en equipo, la comunicación y la empatía con mis compañeras. Y por descontado, Dígit fue un éxito.
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