Granada, en Centroamérica, es conocida como “La gran sultana” de Nicaragua. Su origen se remonta al año de 1524 y debido a su estratégica localización a orillas del Lago Nicaragua, que a su vez conecta al Mar Caribe por el Río San Juan, cobró gran importancia económica y política en todo el continente americano. Esto le valió su título de grandeza y a la vez ser presa de numerosos ataques de piratas que  buscaban el control portuario; el más conocido fue perpetrado por Sir Henry Morgan en 1655.

            Dicho esto, el viajero que se aventure a explorar Nicaragua se podrá tan solo imaginar los siglos de historia que dan vida a esta ciudad tan visitada por extranjeros y managüenses en busca de una aventura que vivir. Una fusión con el Nuevo Mundo sin igual. Basta dar una pequeña caminata por el Parque Central y su catedral,  su influencia morisca y española se hace evidente en largos arcos estilizados, hermosos edificios arabescos se confunden entre patios coloniales con fuentes y jardines centrales. Además de caminar la ciudad entre muros coloridos, calles empedradas, iglesias antiguas, mercados boyantes atestados de mercancías y personas, el visitante no se puede olvidar de tomar un café nicaragüense “Las Flores” y tal vez fumar un puro con tabaco de Estelí (uno de los mejores en el mundo) mientras se observa la tranquilidad de la ciudad. 

            Por la mañana del segundo día uno de los recorridos que se pueden tomar es al Lago Nicaragua, también conocido como Cocibolca. Se puede comprar el recorrido desde el hotel u hostal o sencillamente dirigirse a los embarcaderos en Asese y elegir la mejor opción. Recorrer sus agitadas aguas en lancha o en kayak es una experiencia única, se navega entre isletas repletas de mangos y casas en islas privadas, se visita el pequeño fuerte de San Pablo construido para proteger la ciudad de los ataques externos, y todo mientras se observa al Volcán Mombacho. Si se cuenta con más tiempo se puede viajar hasta Rivas y embarcarse hacía el bello Volcán Ometepe.