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"La paradoja de la escoba " de Liquidación Total

Escribe: Judit C. Pentágonos
Ilustra: Deif MG
La paradoja de la escoba 
 
- No sé cuánto tiempo estuvo despierto, observando esa insignificante línea que separaba al espacio de la limpieza absoluta. Llevaba barba de náufrago, ojeras de anciano y olor de estercolero, pero ahí seguía, postrado sobre sus pezuñas, deseando que ese lugar fuera la génesis de la pulcritud. El punto a partir del cual se definía la ausencia total de gérmenes, ácaros, insectos, mugre.

Mentiría si dijera que no le espiaba continuamente. Encontraba particular fascinación en como volvía ritual cada una de sus rutinas.

Decidió moverse, tras haber superado su abstinencia de jugo vital, para emprender de nuevo la batalla. Cogió su escoba y su pala, aliados incondicionales y volvió a la tarea. Barre. Barre. Barre ¡¡¡AAAAAAAAAAAAGHHHHHHHHHH esa maldita línea!!! Estúpida paradoja de la escoba que sembraba de inutilidad toda la acción del barrer, todo afán de desinfección. Cada mirada de la burlona línea acrecentaba el nivel de esquizofrenia en él. En un ataque de nervios dio una patada al aire que provocó un alzamiento de las partículas en una ola de superioridad. La disección de la línea no fue una solución pertinente, pues aún podía escuchar las risas de esas puñeteras motas de polvo. Barrió de nuevo. Volvió la línea. Se acercó al suelo. Y esnifó con fuerza consiguiendo, al fin, liberar a la superficie de su pesada carga.
Sin embargo seguía escuchándolo, el sonido de la eterna suciedad, ahora en su interior, en ese concluso espacio que escapaba de su control aún y ser suyo. Se arrancó los pelos. Rascó su piel hasta dejarla en carne viva, se echó lejía en los oídos y se envolvió en salfumán. Y seguían las voces, cada vez más fuertes, cada vez más vacilantes.
Fue con decisión al espejo y abrió la boca tanto que escuchó crujir su mandíbula. No veía nada pero lo veía todo. Podía sentir como los gérmenes andaban de un órgano a otro, ensuciando todo lo que tocaban. Reproduciéndose por allí y por allá, dejando a sus crías vagar libremente. Comiendo de su estómago y durmiendo en sus pulmones.
Todo estaba sucio. Todo estaba sucio. Todo estaba sucio. Y su visión empezó a nublarse de polvo. Empezó a estornudar, a toser y a llorar por todos los poros de su lastimada piel y en cada gota de sudor veía un estigma de su condena a estar sucio para siempre.

El mundo se le venía encima con cada latido de su contaminado corazón y sabía que todo era por la performance que esas alimañas estaban llevando a cabo en su antes inmaculado cuerpo. ¡Oh basto sacrilegio contra el templo de la pureza, ya nada volvería a ser como antes! Todos le verían como el ser depravado en que se había convertido. NO PODÍA DEJAR QUE ESO PASARA. Fue a buscar un vaso, el más limpio que encontró, y se sirvió el cóctel exorcizador definitivo. Lo había aprendido de un programa de la teletienda así que seguro que funcionaría. 
Limpiador de suelos, unas gotas de limpia-cristales, una pizca de abrillantador de metales y, cómo no, un chorreón de alcohol puro como guinda. De un trago, no te lo pienses. GLUP. Una arcada tubo la intención de salir pero huyó acobardada al ver la decisión y el afán que guiaban su propósito.

No supo en que momento se durmió, pero si en el que se despertó, rodeado de todas aquellas criaturas horrendas, vestidas con viscosos fluidos, miles de dientes como alfileres e incontables ojos saltones que le miraban, señalándole, aconsándole desde una distancia que pronto se torno en contacto, en batalla, en banquete y, al fin, en muerte. Su cuerpo, empezó a descomponerse o, más bien, a componerse, creando una melodía de bacterias, una oda a la invasión. Y fue justo en ese apoteósico momento cuando decidí hacer algo. No sé por que motivo resté paralizado ante su descenso a la locura. Probablemente me sentía hipnotizado por ese perfeccionismo, por ese ritmo con el que hacía balancearse al espacio, y ahora estaba muerto. Muerto y rodeado de vida.
 
Tras esta narración triunfal, con la que se veían amortizadas mis clases de interpretación, me giré lentamente hacía esa demacrada imagen que se postraba sin ningún pudor ante mí. Abrió la boca y casi podía vislumbrar cómo las palabras acariciaban el espacio que nos separaba.
 
-¿Y cómo puede usted saber todo eso? Cada pensamiento, cada vacilación en su conducta. Los hechos indican que finge, claramente, intentando esconder este crimen bajo un manto de enfermedad, de comportamientos obsesivo-compulsivos.
 
-Verá, me ha conocido en un momento extraño de mi vida. En este momento podría dejarle ir, llamar a un abogado y rezar a las energías cósmicas por acabar en un sitio libre de mugre y perversión pero, ¿sabe que? No es el caso, de modo que no me queda otra opción que matarle.
 
-Pero quién se ha creído. Suélteme. AAAARGH.... NOOOOO..... CGHTHT...CDFGSD...

Bien, mucho mejor. Todo espejo rehúsa de una buena limpieza, pero luego, ¡JA! Mira como presumen de su inconfundible brillo.
 
Me dirigí con un inimitable aire de orgullo hacia el sofá, como quien acaba de ganar una batalla, a recibir mi merecido descanso, sentándome delicadamente, cuidando cada pliegue de esos preciosos cojines y clavé la vista en la infinidad de ese suelo inmaculado, quedando de repente magnetizado, por una fuga que escapaba de mi control. Me levanté, airosamente, postrándome justo enfrente de ella, jugando a mantener la mirada. Su linealidad se clavaba en el espacio como una daga sucia y maloliente, que infecta a su presa sin piedad. La imperfección hecha perfección, sin ninguna duda. Tan pedante, manteniéndose aferrada al último aliento que esa baldosa insistía en darle. No sé cuánto tiempo estuve despierto, observando esa insignificante linea que separaba al espacio de la limpieza absoluta. Llevaba barba de náufrago, ojeras de anciano y olor de estercolero, pero ahí seguía, postrado sobre mis pezuñas, deseando que ese lugar fuera la génesis de la pulcritud. El punto a partir del cual se definía la ausencia total de gérmenes, ácaros, insectos, mugre.
"La paradoja de la escoba " de Liquidación Total
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"La paradoja de la escoba " de Liquidación Total

ESCRIBE: Judit C. Pentágonos ILUSTRA: Dave MG

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