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Chronicle No. 37 Paramaribo

This is the complete chronicle written exclusively for Siglo Nuevo magazine, complement of El Siglo de Torreón and El Siglo de Durango. An edited version was published on issue number 281 on March 25, 2017 on pages 22 and 23. The edition consists of 50,000 copies and it can be found digitally in:
 
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/suplementos/sup/siglon/?edicion=08%2C281
 
* Note: The chronicle will be published in spanish

            Paramaribo, capital de Surinam o más conocido como la Guyana Holandesa, es una pequeña pero muy interesante ciudad enclavada al noreste de América del Sur; justo arriba de la selva amazónica. Esta ciudad de menos de 300,000 habitantes es una mezcla increíble de culturas tan diversas, y diferentes entre sí, que el viajero podrá experimentar en carne propia los olores, sabores y sonidos de distintas latitudes del planeta en un solo lugar lleno de magia.

            Uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad es Fort Zeelandia, una fortificación de 1640 creada por los franceses, tomada por los británicos y finalmente conquistada por los holandeses en 1667. Durante la dictadura de Dési Bouterse (en la década de 1980) fue usada como prisión y sitio de tortura para presos políticos. Esta historia es la que llena de magia las paredes amuralladas y bellos patios donde descansan antiguos cañones de artillería naval que apuntan hacia el Rio Surinam. Siguiendo el río de frente se llega a una de las primeras y más bellas calles de la ciudad. Waterkant. Hermosos edificios de arquitectura holandesa hacen de este sitio algo único en el mundo ya que se ha mantenido intacto a través de los siglos. Cada paso que se da se retrocede en el tiempo y el viajero se imagina a la colonia holandesa en sus primeros días.

            Adentrándose en la ciudad se llega a la calle Keizer Straat. Desde lo lejos se pueden ver cuatro torres elevándose al cielo con tres anillos cada una, una típica cúpula islámica sirve de base a una estrella de cinco picos descansando sobre la luna creciente, símbolo máximo del Islam. El viajero que recorra esta bella pieza de arquitectura islámica sentirá adentrarse en los libros de las mil y una noches. Lo sorprendente de este sitio se revela al viajero al voltear a un lado y ver erguida la sinagoga Neve Shalom que data de 1842. Dos culturas, dos religiones antagónicas separadas por una pequeña barda (cumpliendo más una función de delimitación de terrenos que de segregación), conviviendo en paz una al lado de la otra; esto es Paramaribo.

            La UNESCO ha declarado el centro de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad. Edificios como la Asamblea Nacional, el Ministerio de Justicia y el Palacio Presidencial  son bellos ejemplos que rodean la Plaza de la Independencia, un espacio público cede de las fiestas nacionales y punto de encuentro de los habitantes de Paramaribo; o Par’bo como comúnmente se le conoce en la zona.

            Algo que caracteriza a la ciudad es su cocina multicultural autóctona. El viajero encontrará auténtica comida china, india, thai, holandesa y caribeña esparcida en restaurantes por todos los rincones de la ciudad. Con los olores, los sentidos se activan y el apetito se abre al probar un sinfín de quesos holandeses añejados, panes con el auténtico sabor francés, disfrutar de unos camarones agridulces chinos, una sopa thai a base de coco, cordero sazonado con diversos tipos de curry y mucho más. Entrar al mercado local es darse un festín al encontrar tuna inmensa variedad de frutas amazónicas y mercancías traídas de todos los rincones del mundo. Una cocina tan variada es solo un reflejo del choque de culturas en el Nuevo Mundo y es lo que vuelve a Paramaribo uno de los sitios más interesantes que el viajero podrá experimentar.

            Si hay algo que Paramaribo le pueda enseñar a cualquier viajero que se adentré en su vida diaria es la tolerancia. Ver culturas tan diferentes compartiendo las calles, trabajando en los mismos sitios, aprendiendo los unos de los otros y conviviendo en aparente paz es algo que el mundo entero debería de ver, comprender e imitar.



© Rafael Blando Torres
Chronicle No. 37 Paramaribo
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