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Chronicle No. 36 Saint Kitts & Nevis

This is the complete chronicle written exclusively for Siglo Nuevo magazine, complement of El Siglo de Torreón and El Siglo de Durango. An edited version was published on issue number 280 on March 11, 2017 on pages 26 and 27. The edition consists of 50,000 copies and it can be found digitally in:
 
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/suplementos/sup/siglon/?edicion=08%2C280
 
* Note: The chronicle will be published in spanish

            Saint Kitts, también conocido como Saint Christophe, es una isla muy pequeña localizada en las Indias Occidentales a unos pocos kilómetros al este de Puerto Rico, junto con Nevis forman un pequeño país independiente en las Antillas bajas. Una característica única de este diminuto sitio es que se puede recorrer en automóvil en tan solo dos horas, la ruta de dos vías es sencilla y será un viaje que el visitante jamás olvidará. Ruinas de ingenios azucareros, con sus cascos de haciendas derruidos por el paso el tiempo, fortalezas con hileras de cañones apuntando hacia el mar Caribe, coloridas aldeas caribeñas, con sus pórticos de madera con colores discordantes, plantadas a lo largo del camino y el magnífico volcán Liamuiga siempre al centro del recorrido. El viaje se termina en el mismo cruce donde uno comenzó.

            Una visita a Baseterre, la capital del país, revela la esencia más pura de la isla. Una extraña mezcla de nombres londinenses, arquitectura victoriana con edificios hechos principalmente de piedra y madera, mezclas de religiones tan diferentes entre sí, nombres franceses y deformaciones de palabras españolas. En el mero centro, conocido como “Circus” y en honor a Picadilly Circus, se encuentra una bella fuente verde con cuatro relojes que miran a las cuatro posiciones cardinales. Una caseta telefónica roja, recuerda al centro de Londres. Al lado de viajero pasa un sacerdote rastafari, inconfundible por llevar las largas rastas enrolladas alrededor del cuerpo, un hombre caucásico y otro afroamericano; estos son los contrastes que uno espera ver en la capital. Cuadras más adelante se puede ver una estatua de la Reina Victoria, entre coches ingleses y calles típicas caribeñas. Los contrastes nunca acaban en este pequeño sitio.

            Aunque la verdadera naturaleza de la isla se encuentra en sus playas y uno de los mejores sitios para ver un amanecer es la pequeña colina en Frigate Bay. Desde lo alto se puede ver el Océano Atlántico al norte y el Mar Caribe al Sur, todo en una misma escena conmovedora. Dos mares contrastantes en forma y color: el Caribe, una piscina cristalina en calma a un lado, y lo agitado y profundo del Atlántico al otro. Los colores que genera el sol naciente, escondido tras nubles blancas e iluminando el cielo con una luz celestial, son únicos. El vaivén de las olas hace un sonido suave que rivaliza con el fuerte viento soplando; una hermosa orquesta musical tan tranquilizante que llena de serenidad al viajero. Veinte minutos de caminata separan a un mar del otro, un sitio único en el Caribe.

            Del lado del Caribe cercano a la costa se encuentra un bello arrecife natural donde el viajero podrá ver la vida acuática en su máximo esplendor. Peces negros con líneas fosforescentes amarillas se mezclan con medusas púrpura, que con movimientos graciosos se mueven hacia delante y hacia atrás, tortugas marinas y mantarrayas sorprenden al incauto visitante. Un mundo de magia se descubre debajo del mar, un brillante color turquesa tan cristalino como el diamante más puro se deja ver en las aguas de la bahía. Una pequeña embarcación de madera, posada sobre fina arena blanquecina, cautiva a cualquiera. El sol arde y la piel se tuesta en una tarde disfrutando de la playa.

            Por la noche el visitante recorre “The Strip”, el sitio nocturno por excelencia. Los hornos humean con ese olor tan característico del Caribe a pollo asado en una salsa tipo “Jerk”. El viajero pide una Carib (cerveza local) y se llena los pies de arena al echarse en la playa a disfrutar del suave sabor de la cerveza y el especiado sabor a pollo. ¡Que manera espectacular de acabar una aventura en el Caribe¡
© Rafael Blando Torres
Chronicle No. 36 Saint Kitts & Nevis
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