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'La carga no romántica de un encierro involuntario'

'La carga no romántica de un encierro involuntario'​​​​​​​​​​​​​​
Durante el estado de alarma del pasado Abril, La Casa Encendida me invitó a participar en su programa Pensiero. Un proyecto creado para generar reflexiones, pensamientos e ideas en torno a la situación que el COVID-19 ha supuesto en nuestras vidas. Los Pensieros deben captar la atención un momento: inspirar, provocar e invitar a quien lo encuentra a un viaje mental.


Puedes explorar todos los Pensieros participantes en este enlace www.lacasaencendida.es/la-casa-on/pensiero-11412


 

El título de mi propuesta es 'La carga no romántica de un encierro involuntario', una reflexión que llegó en los primeros días de confinamiento, cuando la novedad, los nervios, la desinformación y el miedo se mezclaban y rugían en nuestros domicilios y smartphones.

Las redes sociales eran un hervidero de nuevos influencers que sentían la necesidad de completar tanto nuevo tiempo libre. Un bien tan escaso y deseado se había transformado en un regalo envenenado. Todos en algún momento hemos observado la vida de otros a través de las redes, ahora, confinados en casa, hemos observado cuarentenas. 

Descansar, dormir, devorar todos esos libros, series y películas pendientes. Hacer yoga o incluso fitness en el salón. Mimar de nuevo el cabello, la piel, las uñas.. Cuidarte. Quizás, lo que más observamos durante esos primeros días fuesen balcones, terrazas y pequeños oasis en el jardín. Cuarentenas idealizadas en espacios ansiados. Quizás, si vives tu cuarentena atrapada en un espacio minúsculo no tengas ganas de selfies. En alguna red social leí: "la romantización de la cuarentena es privilegio de clase" y que gran verdad. Nunca me había parado a pensar en una casa con jardín como lo hice esos días.

Con esta ilustración quise reflejar una realidad que también existe, la de jóvenes y no tan jóvenes viviendo en hogares diminutos por los que pagan precios desorbitados. Casas que en su día alquilaron sin balcón porqué total, casi siempre están trabajando. Pisos convertidos en prisiones a precio de hoteles de lujo.
Dentro de esta realidad que nada tiene de romántica, hay muchas madres que han perdido sus trabajos, pero lejos de levantarse a las 12 para desayunar tostadas de aguacate BIO madrugan para sacudir un cartón de cereales. El trabajo solidario más infravalorado que existe. Un trabajo que no para ante nadie y ante nada, ni siquiera ante una pandemia mundial. Mucho menos ante una pandemia mundial. Un trabajo que aún llamado a ser ungender recae, la mayoría de las veces, sobre nuestras madres, hermanas, amigas y vecinas. Casas diminutas que mantienen libres de virus a golpe de bayeta. Sonrisas a niños privados de sol y libertad. Canciones, juegos y besos batallando contra la frustración y la ansiedad mientras piensan un menú con los seis últimos ingredientes que quedan en la nevera, para estirar —un poco más— sus reducidas cuentas corrientes.

Este Pensiero ha sido para ellas, gracias por cuidar del futuro con vuestro presente. Mi aplauso diario es también para vosotras.

 


'La carga no romántica de un encierro involuntario'
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'La carga no romántica de un encierro involuntario'

Participación en el proyecto Pensiero de La Casa Encendida, (Madrid 2020). www.lacasaencendida.es/la-casa-on/pensiero-11412

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