PUENTE

“El puente es (...) una cosa de índole particular pues congrega la cuadratura de modo que le concede una estancia. Pero solo aquello que es en sí mismo un lugar puede crear espacio para una estancia. Antes del puente no existe todavía lugar. Si bien antes de que esté el puente hay muchos puntos a los largo del río que pueden ser ocupados por algo, solo uno entre ellos resultará ser un lugar y esto gracias al puente. Por ende no es que primero llegue el puente a elevarse en un lugar, sino que recién a partir del puente mismo surge un lugar (...) Aquellas cosas que son de tal manera lugares conceden recién en cada caso espacios.
(...)Un espacio es un espacio creado, algo liberado, o sea dentro de un límite (...) El límite no es aquello donde algo termina, sino como ya lo reconocieran los griegos el limite es aquello desde lo cual algo comienza su ser...
El puente es un lugar. Como tal cosa concede un espacio en el que tienen cabida tierra y cielo, los divinos y los mortales. El espacio concedido por el puente contiene sitios diversos en diferentes cercanías y lejanías respecto del puente.
(...) Los espacios y con ellos “el “ espacio ya están siempre creados en la estadía de los mortales. Los espacios se abren cuando se le da cabida en el habitar del hombre...”

Cruzar el puente sigue siendo una aventura.
Explorar que es lo que pasa mas allá de nuestra narices, que pasa del otro lado.
Pienso en el texto de Martín Heidegger, construir, habitar, pensar: “cuando habitamos el puente lo convertimos en un lugar”, y más allá de que la experiencia tiene que ver con el trasladarse, el tiempo transcurrido en nuestra estancia se prolonga en secuencias de imágenes como en una película.
El puente es un lugar y por tanto un espacio, un medio, un conector, un modo, una vía, un recurso que me permite vincular con el mundo.
Alguna vez cruce el puente para ver que hay del otro lado. Alguna vez cruce el puente para volver .
Alguna vez cruce el puente para saber que existo.

Germán Bormann