Daniel Cortazar Triana's profile

Chiapas en solitario, parte 2

Chiapas en solitario, parte 2
Que bueno que pude quedarme en Palenque y descansar ese día en total tranquilidad. Aproveché para caminar por el pueblo, visitar el centro, tomarme una cerveza, escuchar algo de marimba e incluso de probar el Shote con Momo, una sopa de caracoles de río recolectados en los alrededores acompañados de hierva santa. Una gran curiosidad culinaria de la zona. 
Al otro día me desperté a las 5am y a los 40 minutos pasaron para llevarme a la selva Lacandona. Yo esperaba que en esta ocasión iba a tener unos guías especializados y que iba a estar acompañado de un grupo de personas interesadas en conocer la selva y caminar por ella. Bueno, qué sorpresa, los operadores otra vez eran una empresa de transporte. Primero me recogió una camioneta pequeña y las pocas personas que venían subiendo no estaban preparadas ni para caminar un kilómetro en la selva tropical. Luego me cambiaron a una más grande donde el panorama no sólo no cambió sino que me preocupó: estaba repleto de familias que parecía nunca habían salido de la ciudad. 
La guía me indicó que ellos me dejaban en el campamento y que al siguiente día regresarían por mi. Listo, va quedando claro, acá nadie sabe nada. ​​​​​​​
Paramos a desayunar, y allí me encontré con una pareja con la que me había visto varias veces durante el viaje. Ellos sólo iban a las ruinas y regresaban, así que pude desahogarme con respecto a la falta de información que recibía. 
Luego seguimos para Yaxchilán, las segundas o terceras ruinas más importantes de la zona teniendo en cuenta la fortaleza política de este pueblo, pues junto a Palenque y Tikal hacían parte de los tres gobiernos más representativos. Para llegar allá nos dividieron en dos grupos para poder tomar las lanchas y el desorden comenzó: los guías sólo eran para quienes los habíamos pagado, y los demás simplemente los llevaban, claro sin antes recibir una especie de comentario obligado e incómodo para tomar la guianza que no habían querido pagar previamente. 
Para llegar a Yaxchilan toca tomar una lancha que recorre hacia el nor-oeste por el río Usumacinta, el cual divide a Guatemala y México y al llegar te encuentras con unas pirámides bastante rústicas en comparación a Tikal o Palenque, pero muy bien conservadas entre la selva. Un lugar realmente impresionante. Nuestro guía era un señor de 62 años, a quien comencé a hacerle mis típicas preguntas intensas; sin embargo poco a poco la situación parecía de caricatura y sus respuestas bastante forzadas. Caminamos por detrás de una de las pirámides, y subimos un pequeño cerro entre los árboles y el guía se detiene, se voltea y dice: "por acá estuvo mi compadre". Yo me esforcé por no soltar la carcajada, pero todos los demás preguntaron con asombró: "¿quién?", a lo que él respondió pausadamente y con una pequeña sonrisa: "Mi compadre, el jaguar pasó por acá anoche, huele a su marca, a los orines con los que marca por donde pasa"; de nuevo intenté no reír. 
Yo seguí con mis preguntas: quería saber si el Warumo es familiar del Yarumo, qué rituales practicaban, la relación política con Tikal, pero sus respuestas cada vez eran más ridículas. Lo reté preguntando qué tan profundas eran las pirámides cubiertas y sus cifras eran extravagantes: 250 metros, cuando no estábamos ni a 100 metros por encima del nivel del río. Decidí callar y disfrutar de la vista. 
Luego visitamos Bonampak, una pequeña pirámide cuyos habitantes se regían al mando de Yaxchilan, pero donde encontraron unos murales increíbles dentro de los sitios rituales contando su historia. Nuestro guía la explicó, pero prefiero ahorrarles el cuento de superhéroes y guerras que nos contó. 
Bonampak está cuidado por los Lacandones, la comunidad que originalmente encontró todas estas ruinas; no dejan entrar a nadie sino en sus propios vehículos para controlar el acceso. Como llegamos tarde, estas también las vimos corriendo y me arrepentí, de nuevo, de no intentarlo solo, seguro que se lograba y seguro que alcanzaba a visitar el pueblo fronterizo en Guatemala. 
Al final nos dejaron a mi y una chica alemana en el campamento Yatoch Buj de una de las familias Lacandonas, mientras yo seguía riendo de las ocurrencias de nuestro guía quien ahora creía que la alemana venía acompañada y quien no tenía ni idea cuantas personas venían con él. De nuevo confirmé: es una agencia de transporte y de casualidad algunos pagamos un guían quien de repente está acá. ​​​​​​​
El Yatoch Buj era en realidad muy bueno. Inicialmente parecía que íbamos a tener problemas porque el conductor nos dijo que habían alquilado todas las habitaciones; sin embargo los dueños del campamento nos tenían listas dos habitaciones mejores que las que habíamos pagado. En realidad me da la impresión que las agencias les dicen cuántas personas van y les pagan igual independientemente donde los acomoden. 
La información te la van dando a medida que avanza el día: primero nos entregaron la habitación, una vez instalados nos dijeron la hora de la comida y las opciones, en la comida la hora de salida de la caminata y hora del desayuno, y así. Logré cambiar la hora de la travesía y así salimos antes, gracias a que sólo éramos cinco personas y tres de ellos una familia bastante amable. 
Al otro día nos guió Pancho, un Lacandón avanzado en edad que caminaba a muy buen ritmo y quien durante todo el camino nos iba mostrando diferentes plantas y sus usos medicinales, lo cual a mi me dejó encantado. Llegamos a unas cascadas que son el punto final del camino de las golondrinas y a una pequeña construcción para rituales Mayas donde dice Pancho que se congregan los espíritus a festejar (podrán ser cuentos, pero a él le creo más que a nuestro guía inventón).
Al regreso tuvimos suficiente tiempo para descansar antes de la comida, comer en tranquilidad y luego esperar en las hamacas casi tres horas a que nos recogiera nuestra empresa de transporte. Regresamos casi solos, porque se quedó casi todo el nuevo grupo en el campamento y en este caso venían hasta con botella de Wisky; menos mal hice el tour ese día y no con los ruidosos, porque mis acompañantes fueron de gran agrado para caminar.  
Viajar solo te permite conocer a muchas personas durante tu viaje, escuchar todo tipo de historias, algo que no puedes experimentar en compañía. Pero definitivamente te permite hablar más que todo contigo mismo, con tu soledad, con tu silencio, y lograr buscar el desapego, tal como me lo dijo una persona que conocí en este viaje. 
Datos Técnicos: 
Hospedaje: Casa Janaab y Campamento "Yatoch Buj"
Kilómetros recorridos aprox.: 360km, más 10km de caminata y 30km en lancha
Días: 3
Chiapas en solitario, parte 2
Published:

Chiapas en solitario, parte 2

Una gran aventura por Chiapas yendo hasta el territorio de los lacandones y las ruinas que encontraron.

Published: