4 estados en 10 días
Por la pandemia me tocó regresarme a Ciudad de México cuando ya estaba en territorio Wixárika. Conocer este lugar era primordial para mis búsquedas personales, así que desde ese molesto regreso no pude parar de pensar en regresar. 
Tenía unos abonos de guías de montaña y hoteles que podía utilizar y que no quería que se vencieran, así que simplemente me aventuré e hicimos el viaje en auto en enero de 2020. El viaje sería largo e intenso, pero terminó siendo bastante gratificante.
Para poder hacer el recorrido completo, hicimos una primera parada en el primer estado que visitamos: Guanajuato. En la ciudad de Salamanca pasamos la noche y así nos acercamos a nuestro primer gran destino: Tepic. Además nos dio tiempo para visitar la Hacienda Corralejo y descubrir que en México también se hace ron. 
La llegada a Tepic fue larga, a pesar de habernos acercado, pero la ciudad nos recibió con una extraña energía creativa y artística que se sentía en el centro y sus barrios aledaños. Pronto descubrimos que desde la arquitectura, la gastronomía y hasta la actitud de la gente tiene algo artístico que vale la pena explorar incluso para los turistas más urbanos. 
Desde allí hicimos cumbre en el volcán Sangangüey a 2300m.s.n.m. en un recorrido de 8 kms que comienza a 1300m.s.n.m pero que remata con una escalada de aproximadamente 400 metros en un kilómetro. Al final el recorrido llega a los 18 kilómetros y un esfuerzo de piernas y brazos que es completamente agradecido al sentarse a convivir en la cima con los Zopilotes y Halcones que rodean la montaña. 
La magia de la montaña nos dio un excelente recibimiento, pero al siguiente día nuestras piernas no respondían igual. Eso no impidió que subiéramos a la colonia Zitákua a conocer las comunidades huicholes y a caminar todo el centro de la ciudad hasta el parque de La Loma donde comenzamos otra parte importante de este viaje: la gastronomía (que empezó con una lasagna de mariscos increíble).
Al otro día salimos para Rincón de Guayabitos, desde donde nos dirigimos hasta playa Los Ayala y comenzamos el ascenso al mirador del Toro. Las piernas aún no nos respondían adecuadamente pero no nos importó y continuamos con el recorrido que fue un reconocimiento increíble de las playas deshabitadas de la Riviera Nayarita. 
Paramos después en Sayulita, nos comimos unos tamales de camarón y seguimos con más caminatas. Subimos al mirador del Mono desde donde alcanzamos a ver casi toda la Riviera incluyendo Punta Mita. Nuestras piernas seguían quejándose. 
En la tarde-noche seguimos a Punta Mita por una cerveza para por fin relajarnos de tantas caminatas y regresamos a Sayulita donde tuvimos nuestra base los siguientes días. 
El viaje continuó con un tour de avistamiento de ballenas en el que pudimos seguir a una pareja de ballenas jorobadas en pleno cortejo; luego continuamos con la visita a las playas de la isla coral y de Rincón de Guayabitos donde pudimos dedicarnos también la avistamiento de pájaros. 
El resto del tiempo lo pudimos utilizar para conocer San Pancho y Sayulita y descubrir un territorio infestados de estadounidenses en búsqueda de una magia que ni siquiera entienden. No obstante, estas personas ni por asomo le quitan la belleza natural a esta Riviera y mucho menos interfieren con los deliciosos aguachiles y tacos de mariscos. 
El último día lo pasamos completo en playa Chacala, que es mucho más tranquila que las demás y donde van las personas locales. Pasar al menos una noche ahí fue necesario para relajarnos de tantas actividades y la aprovechamos para probar los camarones en coco que de hecho queríamos desde el primer día en la playa. 
El regreso lo hicimos en dos días. La manejada de 10 horas no me la quise aguantar. Pero eso nos sumó unas visitas impresionantes.
La primera de ellas fue el Pueblo Mágico de Jala, desde donde comenzamos el ascenso al volcán Ceborruco, el cual aún está activo y hace que de la tierra salga vapor del agua que se evapora por el calor de la tierra. La sacralidad del fuego en acción. 
La subida no es difícil, lo cual permite llegar a la boca del volcán en 3kms y a tan sólo 2170m.s.n.m. Quizás una caminata adecuada para todos los niveles. Además en el regreso la visita a Jala es bastante llamativa. 
De ahí salimos para Tequila, para ver el contraste social. Poco pudimos hacer, seguía siendo pandemia. Guadalajara tampoco nos recibió muy bien, el hotel que reservamos nos pareció tan desagradable que al otro día a las 7am ya estábamos saliendo de ahí.
Madrugados y con poca energía por la mala noche que pasamos en esta ciudad, logramos visitar el lago de Chapala para confirmar los principales atractivos en Jalisco y seguir para Michoacán, nuestro último estado al que llegamos en el día 11 de nuestro viaje. 
Primero paramos en Uruapan, una pequeña ciudad en crecimiento donde la comida nos recibió con una maravillosa deconstrucción de los platos regionales con unas gyosas de carnitas, unos tacos de lechón y un aguachile de lomo. Bien alimentados pudimos conocer Pátzcuaro, pero poco hicimos porque este estado obligó a todos los comercios cerrar sus puertas. Lo poco que vimos nos dejó maravillados y con ganas de una visita con más tiempo para comprender un poco más de las culturas Purépechas y de un territorio montañoso que llama mucho la atención. ​​​​​​​​​​
Datos Técnicos
Transporte: Nissan Rogue 2.4
Distancia Recorrida: 2050kms
Presupuesto: 11,000 MXN / PAX
Fecha: Enero 2020
4 estados en 10 días
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