Me es difícil muchas veces sopesar cómo funciona nuestro medio gráfico, y esto me queda claro la vez que tuve oportunidad de trabajar directamente con la Cuenta (empresa o cliente), y no con la Agencia (digámosle la mediadora), muchas veces creo (y no todas espero), empezando el proceso de ilustración... ese momento que risas van, risas vienen, todo fluye, y se hace fácil amanecerse solo por el gusto de estar en esa aura, que todo será igual hasta el final feliz, sin embargo, este proceso tiene su lado oscuro, (Jajajaa solo algunas veces), par ello debo aclarar que seguramente muchos no saben que nosotros como ilustradores, además de lo nuestro tenemos ”otros oficios” que parecieran difíciles de representar, ya se sabe que sabemos de retoque, de color, de tiempos etc, etc, etc., pero tenemos que, además... saber de contabilidad, de PDT, de IGV, de Renta, de administrar, de gastos, presupuestos, costos, hasta cobranzas, y si es necesario de repartidores, aún cuando muchas veces contamos con ese ángel que nos alivian la vida y en mucho de toda esta carga, pero igual no nos excluye totalmente sino todo lo contrarío,  y de ahí mi historia, lo comparo como ese pasaje de la saga de Harry Potter en donde sin querer y por una mala gestión termina en unas callejuelas de brujos negros... y este callejón se estrecha conforme vas dejando tu entorno de confort, hasta la atmósfera se hace lúgubre y pesada pesada, solo falta que aparezca un “dementor” lo digo de manera personal, cada que me aprueban un presupuesto ahí nomas solicito la OC para ir facturando entre que se avanza el proyecto, pero esta nos la mandan después de una o dos semanas de entregado todo el trabajo, luego vienen las diligencias para que la factura llegue a buen puerto y no se pierda en el limbo del ’traspapelado virtual”, luego de la ”dulce espera”, con suerte serán 30 días de espera para el pago (depende de las políticas de la agencia, las hay algunas que pagan a los ¡6 meses!), pues bien, llegada la fecha y hora feliz, para pasar por caja... y resulta que llamas esperando te diga, claro ven, ya está, ya se depositó... nadie te dá razón y te dejan misma imagen de Travolta mirando de lado a lado que no hay a quién reclamar... lo que es mas anecdótico es que en varias oportunidades me a sucedido que llamo y ya no está las personas que solicitó el proyecto, y de pronto eres el hombre invisible, y debo contactar una docenas de personas contarle mi historia entre lágrimas a cada uno... rebobinar que paso, que fué, para que al final te digan “comuníquese con quién le pidió el trabajo” no obstante haberles dicho que ya no está... en fin ahí uno ya siente que está pidiendo una propinita o pan... y ya se pasó una o dos semana más, pero bueno, después mil correos, llamadas y psicólogos y sobre todo de mucha suerte, por fín te confirman una fecha que obviamente ya duplicó el tiempo pactado... y acá viene lo de entender lo difícil que es nuestro medio gráfico y en verdad cuenta dí la vez que trabajé directamente con el Cliente, el proceso fue limpio, rápido y puntual, siempre bancarizado y algunas veces incluso adelantando el pago un par de días... es entonces que en la Agencia las cosas se ponen mágicas? tendría que estar ahí para entenderlo de primera mano, me queda claro que el trinomio Cliente, Agencia, Yo... es una expresión algebraica complicada como tal, también entiendo que nosotros como proveedores (ilustradores propiamente dicho), estamos en una lista de prioridades y somos la segunda línea en ella... y como tal solo la ”vemos” al final del camino.... es decir ”cuando el cliente pague”... Trabajar con Ripley fue todo lo contrario, fue una experiencias enriquecedoras, satisfactorias y de recíproco respeto... sin más quiero pensar que en algún momento aparecerá Hagrid a rescatarme de ese callejón y todo será diferente... jajaja entre tanto aprenderé el encantamiento Patronus!!!.