Crítica. Setas de la Encarnación
Reflexiones de una mañana cualquiera, en un lugar concreto

De nuevo sentado en mi banco favorito de la plaza más controvertida de Sevilla a día de hoy. Maravillándome a la vez que me horrorizo. Asusta la dicotomía de sensaciones que produce en mi este ¿edificio? La racionalidad de una seriación parametricista, las sinuosas formas que genera, mezclados con una ortogonalidad evidente en la estructura; el carácter casi industrial de la chapa metálica ondulada de la estructura superior, que puede adivinarse a través de las planchas de madera tratada y pintada para ocultar torpemente las cartelas rigidizadoras y demás elementos de unión mientras los tirantes quedan a la vista que me provocan cierta incertidumbre: ¿se pretende, o no ocultar los elementos constructivos? Supongo que éstos detalles que intentas cuidar en un proyecto de la universidad, pasan desapercibidos cuando se plantean los problemas derivados de la puesta en obra, o quizás es lo que diferencia un buen proyecto construido de lo contrario. Éste carácter tan matemático de la estructura, tan alejado de lo "artesanal" contrasta vilmente con el punto que más me repele de la intervención, y consiste en la intersección de los volúmenes fúngicos con el plano de suelo de la plaza elevada. Una unión que puede evocar el crecimiento de los hongos, una difuminación del ortogonal pavimento en una gris masa que se convierte en una especie de envolvente del tronco de la seta, una unión que parece moldeada con las manos para dar la forma curvada, formalmente discordante con todo el conjunto. Opino que podría haberse tratado con mucho más cariño, de una forma "que tuviera algo que ver" con el resto del proyecto.
Pero sin embargo, me fascina como encuadra aquella iglesia de la esquina con aquel pequeño edificio castigado por algún movimiento del terreno; o como enmarca aquella vivienda en altura con el andamiaje colocado, como si se tratase de las pasarelas de comunicación. Ojalá lo fueran. De cómo enmarca también aquel otro gran edificio, si cambio mi posición hacia algún lugar próximo a las escaleras de acceso, con esa forma tan extraña en la cubierta, que sospechosamente se asemeja tanto a la pequeña cobertura del quiosco que hay a sus pies.