Este trabajo aborda los estereotipos de género concernientes a la mujer y extendidos a la realidad cotidiana, centrándose en aquel que parte de la concepción de una maldad propiamente femenina, la cual nada tiene que ver con la persona, su educación, sus vivencias...sino que cuenta con un carácter intrínseco. Este hecho ejerce de condicionante inevitablemente a la hora de que las mujeres construyan su identidad, se sitúen en su entorno y se relacionen entre ellas, considerándose en ocasiones enemigas unas de otras. También es importante citar el tratamiento de la mujer, así como su cuerpo, como objeto de provocación por parte de agentes externos que se termina proyectando en formas de represión de diferente índole como física, psicológica, individual y grupal.

    Encontramos diferentes ejemplos a lo largo de la historia a partir de figuras como las bíblicas Lilith, quien “abandona” a Adán, siempre contrapuesta a la pureza e infinita bondad de otras mujeres como puede ser la Virgen María, o en el lado contrario los súcubos, que representan esa imagen negativa que asocia una vez más mujer y provocación. Sin embargo, la representación de la maldad a partir de una mujer también aparece proyectada en otros ámbitos como la televisión o el cine, de los que también se podría hablar. Especialmente en los relatos más clásicos, cuyos preceptos en ocasiones siguen vigentes, no existe un término medio, o están en un bando (las buenas) o están en el otro (las malas), sometidas a una continua evaluación. De esta manera igual no se ha podido o no se ha querido apreciar, que también ha habido y hay hombres que no actúan siempre de la manera más correcta y que incluso perjudican a miles de personas, comunidades...etc. como puede ocurrir en situaciones de guerra y conflicto en las que los diferentes líderes suelen ser hombres, así como en diferentes ámbitos profesionales.

 Sobre un fondo textil, el cual denota un ambiente hogareño (considerado perteneciente a la esfera femenina), podemos ver las caras de aquellos hombres que han sido famosos o lo son, a día de hoy,  no precisamente por sus buenas prácticas. Cada una de las imágenes se encuentra intervenida a partir de la utilización de rotuladores de colores, que caricaturizan a quienes figuran en las imágenes de una forma convencionalmente femenina. Asimismo, se encuentran impresas sobre una cartulina blanca recortada a un tamaño A5 y  enmarcadas en soportes de 19 x 24 cm con una orientación vertical.