Yo culpo a la rutina. Culpo a la monotonía.Culpo a los que no se molestan en saludarte porque, total, te ven cada día. Los culpo de ser los responsables de tratar de aniquilar esa innata capacidad que tenemos de apreciar los grandes placeres del día a día. De un intento de homicidio -frustrado- hacia el sorprenderte de lo cotidiano. Hacia el observar. El admirar. El simple placer de sentarse y ver. Incluso con el imaginar. Si es posible resumir lo que es este libro diría que es un reclamo al cielo de la victoria del desear. No nos equivoquemos, hay fuentes que son creadoras incansables de historias y belleza. Como la que encontramos en esta plaza.

 

Durante mi etapa como becario en la agencia Carlitos y Patricia, escribí la mitad de este libro. Cada día y durante 2 años, se fotografió la Plaza Real de Barcelona antes o después de entrar a trabajar. Y decidimos sentarnos a admirar las imagenes. Y comentar lo que ocurría. Quizá en la imagen misma, o quizá en nuestra cabeza. Así, mezclando trozos de realidad junto con pedacitos de fantasía, nacieron las "Historias Irreales de la Plaza Real".

 

Estas historias no tienen dueño. Porque la historia misma es autónoma, es libre y azarosa. Pero éstas en particular, han sido posibles gracias a Carlitos y Patricia. Se han transformado en reales gracias a Nuria de Arizón y un servidor. Y han sido lanzadas al vuelo por Olga.