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Escribir Arquiectura - Texto proyecto propio

Laboratorio especies naturales del río Fucha
Descripción textual del proyecto
Escribir arquitectura
Profesor: Rafael Méndez
2021 - 1

El siguiente ejercicio producido para la clase escribir arquitectura consistía en seleccionar un proyecto propio y describirlo a partir de sus cualidades objetivas, como sus áreas y  materiales; y perceptivas, como la relación entre los espacios y el efecto que esto tiene en la forma en que los usuarios experimentarían el proyecto.  ​​​​​​​

Texto
Ubicado en el barrio Santa Cecilia, en la parte alta de la localidad de San Cristóbal, ciudad de Bogotá, se encuentra el laboratorio de especies naturales de Fuche. El proyecto, propuesto como un centro para la investigación de la flora y fauna de la zona, consta de 5 bloques, de diferente forma, cuya implantación se logra mediante un aterrazamiento del predio en sentido oeste. Entre ellos se disponen: una cafeteria, una sala de reuniones, un laboratorio, unos baños públicos y, finalmente, una casa para un guardabosques.
     Así, los bloques se distribuyen en tres terrazas de formas irregulares, las cuales están conectadas entre sí por tramos de escaleras en sentido este-oeste con una diferencia de altura de 1 metro entre sí. En la primera terraza, ubicada en la parte más baja del lote, se encuentran el restaurante y los baños públicos, en la segunda, el laboratorio y la sala de reuniones y en la tercera, en la parte más alta, la casa del guardabosques. En el proyecto se pueden apreciar dos patios, de geometría no ortogonal, los cuales surgen de la disposición de los bloques en las diferentes terrazas. El acceso al complejo se logra por dos paseos que conectan al laboratorio con sus inmediaciones. Mientras que uno permite el acceso por el este, la parte frontal del proyecto, el otro lo hace por el oeste, la parte trasera.
     En el lote abundan arboles de eucaliptos y arbustos de especies nativas; entre ambos se compone un bosque. Los primeros, con sus altos troncos, limitan la luz que llega a la superficie del terreno, haciendo que el suelo de este de esta sea fangoso, denotando humedad y frio en el ambiente. De vez en cuando se puede escuchar al viento colarse entre las ramas superiores de los eucaliptos, sobreponiéndose al ruido proveniente de un riachuelo cercano al proyecto, sirviendo generalmente como premonición a una tormenta que se avecina. Así, en la medida en que la tormenta avanza, el lote se oscurece, el aire huele a agua y se oye algún relámpago.

     Con el caer de las primeras gotas, las baldosas hexagonales en concreto claro se tornan oscuras. Quienes allí se encuentran rápidamente buscan refugio al interior de alguno de los bloques del proyecto. Los más afortunados logran asentarse en la cafetería o la sala de juntas mientras que aquellos que no corren con tanta suerte se ven forzados a resguardarse en los baños ya que tanto el laboratorio como la casa no están abiertos al público. Una gran algarabía, producto del influjo de transeúntes, se puede presenciar en la cafetería; el golpeteo de las gotas de lluvia sobre el tejado, el chirrido de la máquina de café, el ruido de la cocina y las voces de quienes allí se encuentran hacen que el ambiente sea bulloso, pero a su vez vivo.
     Los bloques constan de una estructura sencilla, común para todos; los muros son los elementos portantes que soportan las vigas de madera sobre las cuales se colocan listones, también de madera. Estos últimos, recubiertos con una superficie aislante, proporcionan la superficie sobre la cual se apoyan las tejas. La cubierta de los bloques es a un agua con su inclinación hacia el interior del proyecto. Esta ultima no tiene alero alguno. Así, el remate de cada bloque sigue el mismo lenguaje de su fachada; una superficie en ladrillo cocido de arcilla recubierta por una capa de adobe interrumpida por el vano de una puerta, una ventana o una puerta vidriera corrediza.
    En las paredes de los bloques, algo rugosas y de un color rojizo claro, se pueden sentir las superficiales vetas que hay entre sus ladrillos. Con la lluvia, el tono de aquel rojizo claro se torna algo oscuro, y, gracias a la rugosidad, algunas gotas de agua se sostienen sobre la pared. De vez en cuando la gran superficie rojiza se interrumpe para dar paso a alguna ventana o puerta cuyo marco de metal negro, algunos centímetros al interior del borde, es frio y suave al tacto. Pese a esto, el cristal de este es levemente cálido y en su superficie se puede apreciar la condensación producto del choque entre el tibio interior y el lluvioso exterior. Al interior de los bloques, el rojo de los muros se diferencia con el color marrón de la madera del techo. No obstante, ambos tonos se complementan, contrastando así con las tonalidades de verde que presenta el bosque al exterior.
     Al interior de cada bloque, se desprenden todo tipo de olores, diferentes entre sí, que contrastan con aquel potente olor fangoso y húmedo del bosque; en la cafetería, el olor a café recién colado sumado al de los embutidos usados en la preparación de un sándwich frio es acompañado por aquel desprendido por ropa húmeda de sus comensales; en los baños, la presencia del cloro y ambientadores cítricos se fusiona con aquel de los jabones desinfectantes; en el laboratorio, el olor a alcohol etílico usado para la preservación de especímenes predomina en el ambiente; en la sala de juntas, las paginas de los libros así como las revistas desprenden un aroma a tinta; finalmente, la casa del guardabosques, es impregnada por un olor a tierra negra que desprenden sus botas puestas a la entrada del recinto.
     Con el cese de la lluvia, los patios se llenan nuevamente de vida. La luz del sol de tarde se cuela delicadamente sobre las hojas humedecidas de los eucaliptos. Algunas gotas, producto del viento que corre se precipitan lentamente sobre el suelo. Ente gritos y risas los niños se precipitan para jugar entre los charcos que ha dejado la tormenta. Resignados, desde el interior de la cafetería, sus padres miran como los pantalones limpios se ensucian con el salpicar de las gotas de agua mientras pasan el ultimo sorbo de su ya frio café. Por su parte, un grupo de adultos mayores, quienes aprovechaban el lugar para leer periódicos o juntarse a conversar, se deciden de pasar por la caja para cancelar su factura. Juntos, se dividen la cuenta, pagan y se disponen a salir para emprender la caminata de regreso a sus hogares. Lo hacen sin prisa, despidiéndose unos de otros entre carcajadas y abrazos, citándose en el mismo lugar otro día de la semana.
     Con la caída de la tarde la vida en el bosque comienza a apagarse y consigo, la del proyecto. En la cafetería, los operarios intentan rápidamente organizar los trastes para poder terminar sus jornadas e irse finalmente a sus casas. Los patios, antes fuentes de vida y alegría ahora son espacios vacíos, cubiertos por una espesa neblina propia de los bosques húmedos de montaña. En los laboratorios, algunas luces siguen encendidas. Los botánicos se disponen a conservar algunos especímenes recolectados durante el día mientras que otros encienden luces cálidas para especies bajo estudio mientras que los biólogos concluyen un comité en la sala de reuniones. A la salida, sus conversaciones sobre temas por agendar o resolver son acalladas por la espesa neblina que indica la llegada de la noche. En la oscuridad, se pueden escuchar el mecer de los eucaliptos que bailan con alguna ráfaga de viento proveniente de la montaña, así como el fluir del agua del riachuelo, que, alimentado por la lluvia, se sobrepone al ruido del viento. El proyecto es ahora envuelto en un manto de silencio.
     No obstante, en la tercera terraza, se puede apreciar una luz emanando por una ventana. Se trata de la casa del guardabosques, quien vive allí. Al interior, los tonos rojizos de las paredes junto con los marrones de la madera se iluminan por algunas lámparas cálidas que hay en el espacio. El dulce aroma a chocolate caliente se desprende de una chocolatera que reposa sobre la estufa de gas, aportando al sentimiento hogareño del lugar. El guardabosques, por su parte, disfruta de una ducha en agua caliente mientras tanto. Tras salir de la ducha y ponerse su pijama, este se dispone a tomarse una taza de chocolate mientras mira hacia la oscuridad del bosque. Luego de beberse el espeso liquido y tras una rápida lavada de dientes, este sube a una buhardilla donde se encuentra su cama. Allí arriba, el aire calentado por la estufa y un pequeño radiador hace que la temperatura es agradable, invitando al descanso. Finalmente, el proyecto entero se apaga y, en la profundidad del bosque se puede escuchar un currucutú.

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