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Il Duomo di Milano: una sinfonía en piedra

UNA SIFONÍA DE PIEDRA COMPUESTA EN SEIS SIGLOS 
La catedral de Milán es una sinfonía en piedra producida por una orquesta de miles y miles de personas que, a lo largo de 600 años, trabajaron para construir uno de los edificios más bellos del mundo.

Su construcción se inaugura con la primera piedra en la cuál está la inscripción del año 1386 y se cierra con la última puerta terminada en 1965. Generaciones y generaciones de artistas y arquitectos anónimos provenientes de todo el continente dejaron su huella en la humanidad al ser parte de esta gran catedral europea.

La plaza que la antecede permite al visitante contemplar su belleza desde distintos ángulos y el color del mármol varía dependiendo de la hora del día que se visite. La Madonnina, hecha de acero y recubierta de oro, estará siempre brillando ya sea por la luz del sol, o por la perfecta iluminación exterior que la realza en el pináculo más alto. 
El Duomo di Milano es también un ejemplo de coherencia arquitectónica. Cuando se comenzó, el estilo arquitectónico del momento era el gótico tardío y empezó a construirse desde el ábside hacia la fachada principal. Cuando llegó el momento de terminar esta última, el estilo gótico ya había pasado de moda, por lo que se hicieron varias propuestas para una fachada barroca, neoclásica, etc. sin embargo decidieron terminar el proyecto con una fachada del estilo con el que fue concebida toda la catedral.

Es un edificio de 11.000 m2 y 135 m de altura. Construido con ladrillo y recubierto de mármol Candoglia, extraído de un lugar de la región de Piemonte. Es un mármol de menos calidad que el Carrara, tiende a ennegrecerse,  es por eso que la catedral está en constante mantenimiento, como una joya a la que hay que seguir sacando brillo. Sin embargo el Candoglia proporciona un juego de colores y de texturas difícil de conseguir con la blancura del mármol Carrara.
Si fuera, en la plaza,  los muros juegan un papel protagónico, en el interior éstos son sobrios y grises al igual que las columnas que cuentan con unos capiteles tallados con personajes que sobrepasan la altura de una persona. 

En el interior la mirada se centra sobre todo en el piso y los vitrales. La armonía exterior se acentúa en su interior y, como toda arquitectura gótica, ésta armonía busca en todo momento el recogimiento de los fieles. Durante todo el recorrido, el lugar proporciona una serenidad y una paz acompañados de un estupor ante la altura de las bóvedas, la esbeltez de las columnas, el diseño del piso y la luz que narra las historias escritas en los vitrales.

Es una arquitectura de infinito detalle: tanto en las fachadas como en el artesonado hay más de 3400 estatuas esculpidas en mármol y en el interior pueden contemplarse 55 vitrales con más de 3.600 personajes. ¿Qué sería de esta obra sin el trabajo paciente y delicado de cada artista? ¿y si no hubiera habido quien plasmara las historias en los vitrales? ¿y sin el trabajo de quien esculpió los personajes en las fachadas? ¿Si el piso no tuviera un diseño en mármol?

La entrega anónima y el gran talento de tantas y tantas personas que dan vida a este edificio son un legado para el resto de la humanidad, no solo un legado de belleza, sino un legado de trabajo bien hecho sin otro afán que el de creer en un proyecto y dejar al mundo una obra de arte construida por muchas generaciones para muchas generaciones.
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