Conocí en Perú una fuerza de cultura distinta. Respiran por allá una esencia clásica de sus antepasados. Los colonizadores obstruyeron muchas costumbres pero no las erradicaron. Los colores, las danzas, las telas, las creencias, las comidas y muchas cosas más se entretejieron con lo impuesto para perdurar por encima del filtro español. Son las calles de Cusco la cuna del mestizaje y la resistencia. En esta búsqueda por dar el presente, la cultura inca logró abrazarse a muchos de los lugares de siempre. Fuera de lo propio pero pellizcando su tradición, adaptándose al amargo contacto de lo nuevo. El descendiente inca carga una fuerza social ante la confrontación de ideologías. El genocidio no fue total, mucha cultura vive.

Este encuentro me llevó a preguntarme por las raíces de lo que me rodea. Por casa, ¿A qué rama cultural respondemos? ¿A cuál vamos?¿Cargamos rasgos de nuestros ancestros? ¿Cuánto de autóctono tenemos?

Aquí mi representación sobre esta. Con la colaboración de Yuri Ordoñez, gran persona dedicada al arte de las máscaras paucartambinas.