Nadie ha sabido hablar, o escribir, sobre la esencia de la sombra como Jun'ichirô Tanizaki. Para él, apartarse de la luz que lo revela todo sin matices era la mejor manera de percibir la belleza real de un objeto. No creo que hablara tan solo de un fenómeno físico, sino de la naturaleza de lo que nos rodea, incluso de nosotros mismos. Tal y como él afirma, la luz, en realidad, oculta y niega. La sombra afirma y revela.
Es difícil disociar, al menos para mí, esa sombra física de otros conceptos más abstractos asociados a ella. Como la parte de nosotros que ocultamos, el fragmento de historia que omitimos o la sordidez que intuimos en lo desconocido y amenazante. El misterio, la desconfianza, el miedo.
El relato visual que contiene este zine, oculta partes, las omite, las hunde en la oscuridad. No podríamos decir a ciencia cierta qué están haciendo sus protagonistas, qué ha podido ocurrir o qué ocurrirá en los espacios vacíos. Cuantos miedos contienen o cuantas esperanzas. Quien los habita, qué piensa, qué teme o qué trama. En un momento indeterminado en el tiempo, en un lugar indeterminado también. No sabemos quién tomó algunas de las imágenes. Fue alguien hace mucho tiempo, y ahora cuentan una historia totalmente ajena a la realidad que las propició.
La sombra es algo ineludible, parte de todo. Sin ella, como defendió Tanizaki en su ensayo, nos es imposible ver la belleza en su totalidad. No somos solo luz. Somos también sombra, nos pese o no.