LA SEMILLA SILENTE
Narrativa testimonial sobre la persovisión del aprehendizaje complejizante del tema agrícola en el Sordo

PRELUDIO
Con una mezcla de temor por la gran responsabilidad, pero con mucho orgullo comienzo a escribir sobre la vida de una mujer a la que admiro mucho por su gran fortaleza, alguien que me enseñó a valorar aspectos de la cotidianidad, que antes de esta experiencia, ni siquiera notaba que existieran. Sin buscarlo, sin planificarlo, llegue al mundo de los Sordos, tal vez Dios tenía algún propósito para mí al traerme por este camino, el caso es que al recorrerlo conocí gente maravillosa entre ellas la protagonista de este relato.
Nos conocimos en una actividad que promovía la agricultura para estudiantes Sordos, ella contaba en ese momento con 17 años y ese día no se nos ocurrió que llegaríamos a formar un equipo de trabajo, a consolidar propuestas para los Sordos y mucho menos a entablar una amistad tan hermosa como la que hoy cultivamos. Dentro de las voces que narran esta historia se dio un papel importante a la madre de Yuli, quien ha sido un pilar fundamental en su vida y una pieza importante para que llegara a convertirse en quien es hoy.
Escribir la narrativa testimonial de Yuli, supuso no sólo una tarea específica de describir su sentir sobre la persovisión de los Sordos, sino además significó la interpretación de las imágenes que le permiten percibir el mundo de una manera diferente, pienso que los significados más importantes de la vida no se encuentran en la superficie de los hechos, sino en lo más profundo de los sentimientos y las acciones.
La persovisión de un Sordo se transforma en una arista de la complejidad, entendiendo que el ser Sordo viene revestido de una confrontación constante de su manera de pensar con la realidad que impone la sociedad, y la de los venezolanos, una sociedad excluyente en la práctica, que choca con un marco legal inclusivo. Este ejercicio de mirarnos ambas en el espejo y de hurgar en los cajones de nuestro pensamiento y emocionalidad, supuso un ejercicio de confrontar la satisfacción  del individuo a vivir  en  un  mundo  de convivencia pacífica, en libertad, paz, amor y comunicación, con prejuicios, rechazos, temores, angustias y un cúmulo de acciones contrarias a lo que representa la igualdad del ser humano.
Entrar en el mundo de Yuli dejó en mi muchos cambios, entre ellos la confrontación constante sobre lo que es “normal” y lo que no es, la diferencia entre capacidad y discapacidad, lo ínfimo de las diferencias cuando nos toca compartir como personas, descubriendo la grandeza que hay en el interior de cada quien.
Me permitió ver la vida de manera diferente considerando aspectos de mis propias emociones, en los cuales antes no me detuve a mirar, es impactante como a través de la vida de alguien más descubres lo que eres, lo que quieres ser, a quienes tienes a tu lado, y con quienes quieres terminar de recorrer el camino.
Saber un poco más sobre la manera de entender el mundo de alguien Sordo, me dejó unas ganas enormes de cambiar los lentes, porque mi mundo después de esta experiencia lo aprecio con una óptica diferente, con las ganas de enfrentar cualquier situación, con la objetividad de entender que todos tenemos un propósito en esta vida, pero el más importante sin duda es el de ser felices con lo que somos, con quien somos, aceptarnos y enseñar al mundo a aceptar nuestra genialidad porque el simple hecho de estar hoy aquí, es una gran genialidad del universo.
Esta narrativa testimonial es una descripción de este transitar donde  pudimos conocer la persovisión del Sordo, contada desde la mirada de una gran mujer bajo las pinceladas que pudimos trazar juntas durante estos años de trabajo conjunto.
Mis respetos y agradecimiento por enseñarme tanto.

DEL ECO AL SILENCIO

El Hospital de la ciudad de Villa de Cura del estado Aragua, guarda en sus paredes que en algún momento fueron verde mar, un sinfín de historias de vida, unas de dolor, otras de angustia y muchas otras de alegría, este centro ha visto llegar al mundo a muchos niños, y ese domingo no sería la excepción.
Días antes una mujer de 25 años había acudido a un operativo que organizó  el hospital, para promover la esterilización femenina, en mujeres que no quisieran tener más descendencia, Milagro había acordado con su esposo que este su segundo hijo conformarían a su familia, de esta manera se inscribió en el operativo, acordando con el médico obstetra que el día del parto se concretaría la ligadura de trompas y este bebé sería el último.
Sin embargo, en el destino habían otros planes, el 11 de Noviembre de 1990, en horas de la mañana, Milagro comenzó a sentir dolores ya conocidos por ella, sintió nervios pues se encontraba sola, su esposo estaba trabajando, pensó que debía llegar pronto al centro asistencial, así que lo llamó para que viniera pronto a buscarla, preparó las cosas que necesitaría y trató de mantener la calma.
Las contracciones eran cada vez más fuertes, camino al hospital no dejaba de pensar en ¿Cómo sería?, a ¿Quién se parecería?, pero al final todas esas preguntas quedaban atrás al pedir una sola cosa, que naciera sana.Dos años antes había experimentado las mismas emociones al recibir a su primer hijo un varón, en esta oportunidad esperaba a una niña para formar parte de su familia.
Pasado el medio día ya en el hospital y a punto de dar a luz, la enfermera le informó que el médico que hasta ahora había controlado el embarazo no aparecía, tampoco conseguían al que debía realizar el proceso de esterilización, los dolores eran ya insoportables, a las 3:00 de la tarde el médico que se encontraba de guardia recibió sobre una camilla improvisada a una niña que pesó 2,900 Kg, el hospital no disponía de insumos por lo que de forma rudimentaria atendieron a la madre, sorpresivamente en el momento que debían cortar el cordón umbilical, ocurrió una falla eléctrica por lo que Milagro tuvo que permanecer con su bebé recién nacida en espera de atención durante largo rato, su esposo aún no sabía que estaba ocurriendo pues había mucha confusión.
“En el hospital donde me atendieron no había insumos, no llegó ninguno de los médicos que debían atenderme, por lo que no me hicieron la esterilización, tuve que parir a la buena de Dios y esperé sentada en una camilla con mi hija en brazos por cuatro horas hasta que pudieron cortarle el cordón umbilical, fue un momento interminable, pero di gracias a Dios porque ella estaba sana”.
 “Recuerdo que cuando me la dieron era perfecta, tenía unos ojos negros grandotes como dos paraparas y era tranquilita, casi ni se sentía, estábamos tan felices, su hermano no dejaba de verla ni un minuto, no dejábamos de agradecer a Dios por esta bendición”.

El día que la llevaron a la modesta casita en el centro de Villa de Cura, vecinos y familiares se acercaban con presentes para conocer a la recién nacida, la madre se recuperó pronto y se dedicó a cuidar a sus dos hijos, mientras el padre procuraba el sustento para todos.
Al tiempo pudieron mudarse a otro lugar en Maracay, cerca de la Av. Miranda, Yuli iba creciendo rápido era una niña muy alegre y despierta a los 8 meses y medio caminó y al poco tiempo comenzó a hablar, decía claramente agua, comida, mamá, papá y llamaba a su hermano con quien disfrutaba jugar.
La familia vivía modestamente, pero eran muy felices con lo que poco a poco iban construyendo como familia, su madre continuaba amamantandola después de cumplidos los 8 meses y justo en ese tiempo dio gracias a Dios porque una nueva bendición llegaría a la familia, Yuli tendría un nuevo hermanito.
            Al cumplir su primer año contaba con un desarrollo normal era una niña sana y feliz, aun cuando el país atravesaba momentos difíciles sus padres hacían lo posible por mantener a flote a sus dos hijos y prepararse para el que estaba por llegar.
            En febrero de 1992 la situación económica del país empeoró y sobrevino la rebelión del 04 de febrero, trayendo cambios políticos y sociales de relevancia para Venezuela, era difícil ante este panorama vislumbrar el nacimiento de un tercer bebé, pronto se enteraron que sería otra niña, por lo que muchas de las cosas que se habían usado con los dos primeros servirían para atender a este nuevo bebé, que nació en junio de ese mismo año.
            El padre trabajaba incansablemente era costoso cubrir los gastos, sin embargo, todo esfuerzo valía la pena. La situación económica del país no mostraba cambios importantes, ahora con tres hijos era más fuerte el trabajo para conseguir el sustento,pero la familia hacía lo que podía, Milagro se quedaba cuidando a los tres niños con una dedicación completa.
“Yo los cuidaba tanto, los cuidaba de todo, los bañaba con agua de manzanilla porque me daba miedo que si tragaban el agua del baño les hiciera daño, les preparaba sus jugos y papillas, todas las tardes sin falta los llevaba a que jugaran en una placita que quedaba cerca de la casa”
“Yuli disfrutaba tanto jugar con su hermano, era un cominito, provocaba verla tratando de perseguirlo, en ese parque jugaban hasta que llegaba mi esposo del trabajo, porque sabe usted ella siempre fue muy pegada con su papá, como se alegraba cuando lo veía llegar”.

El 11 de Noviembre de 1992 Yuli arribaba a su segundo cumpleaños, sus padres se sentían orgullosos de lo que iban alcanzando y verla siempre feliz y sonriente era un aliciente, en esos dos años de vida nunca había sufrido ninguna enfermedad, era una niña sana, que disfrutaba de sus juegos y rondas con su hermano mayor, le alegraba la tarde a los vecinos con su sonrisa, porque siempre les saludaba en sus paseos al parque.
El 22 de Noviembre de ese año las cosas cambiaron para la familia, Yuli despertó como siempre, pasó el día bien, tranquila y luego del baño con manzanilla y el almuerzo, mientras su padre se disponía para ir a trabajar, la niña comenzó a llorar desconsoladamente, ni siquiera el tan anhelado paseo al parque lograba calmarla, Milagro estaba comenzando a alarmarse.
“Yo la tocaba y la revisaba pero no tenía fiebre ni ningún síntoma, tampoco se quejaba de dolor, solo que no dejaba de llorar, ese día andaba bella, con un vestido hermoso que le habían regalado. Estando en el parque, llegó su papá del trabajo y la cargo, le compró unas cotufas acarameladas, como todo niño cuando le dan una chuchería se alegró y salió corriendo a mostrarle a la vecina lo que su papá le había regalado, su hermano la perseguía, -usted sabe como son los niños, el también quería cotufas-, pero eso no quedo allí salió de esa casa llorando otra vez, igual que antes”.

El llanto no paraba así que Milagro la llevó al recién estrenado hospital de los Samanes en Maracay, el médico de guardia la recibió, la revisó y no vio ninguna enfermedad aparente, por lo que no consideró la necesidad de hacer exámenes, explicándole a Milagro que tal vez era algo de malcriadez que llevara a la niña a casa y que no se preocupara, sin embargo el instinto de madre indicaba otra cosa.
“Yo pienso que como ese lugar estaba nuevecito, habían muchos médicos recién graduados y no le dieron mucha importancia a lo de Yuli, pero yo sabía que eso no era malcriadez nada como ellos decían”.

Milagro se llevó a su hija a casa, la baño con agua tibia, intento con todos los cuidados y atenciones que se calmara, pero Yuli no paraba de llorar, tampoco quería comer, así que esa misma noche la llevó al seguro social convencida de que algo andaba mal.
El seguro Social no contaba con recursos, ni insumos, estaban atendiendo emergencias graves, así que el médico de guardia observó a la niña detenidamente, le hizo algunas preguntas a la madre, al percatarse de que no había fiebre y de que no apreciaba que la niña tuviera algún dolor, le dijo a Milagro que todo estaba bien, que no pasaba nada, que se estaba preocupando en vano, que la llevara a casa y le diera de comer.
“Imaginese mi angustia como madre, como ese medico me va a decir también que mi hija estaba llorando de malcriadez, como se les ocurre, pero no me quedó otra me vine de nuevo a la casa con mi muchachita, intente de todo para calmarla, le cante, le di su juguete favorito, volví a bañarla, trate de que durmiera, pero nada seguía llorando sin parar”.

Las horas transcurrían y no había cambio, por el contrario el llanto se hacía más percistente, la vecina de la familia sugirió que seguramente era un caso de mal de ojo, que había que ensalmarla.
“¿Y yo que podía hacer?, estaba desesperada, así que se la llevé a esa señora que le rezó y la ensalmó, pero que va eso tampoco funcionó seguía llorando igualito y sin consuelo.”

Pasados ya dos días con la misma situación, Milagro decidió ir al Hospital Central de Maracay, dejo a sus hijos al cuidado de una amiga, preparó lo necesario y se fue a ese centro asistencial, al llegar la remitieron a emergencia pediátrica, la atendió una doctora que revisó con detenimiento a la niña, evaluando su condición.
“Esa doctora por lo menos si yo vi que la toco, la revisó completica, le puso la luz en sus oíditos, le toco la barriguita, midió la temperatura todo, por lo menos más que los otros que la habían visto antes, ella me dijo que seguro era un problema estomacal, me mando a ponerle un enema y a observarla, me dijo que seguro con eso se le pasaba” .
“Confiada me fui a la casa, le puse el enema y espere, en efecto si hizo, algo oscuro y fétido, pero que va ahí mismito comenzó a llorar otra vez, cada vez más fuerte, ya tenía como dos días sin comer, sólo llorando, yo no aguantaba la angustia, trate esa noche de consolarla y esperar a ver si lo que decía la doctora del hospital funcionaba”.

Era 25 de Noviembre y Yuli  continuaba llorando, Milagro desesperada se fue al hospital de los Samanes de Maracay nuevamente esperó durante horas para ser atendida y los médicos que la veían escuchaban su historia y le decían lo mismo, la niña no tiene nada. Decidida a no irse sin respuesta se quedo sentada en la sala de emergencia esperando que alguien se apiadara de ella y su hija.
Por fin, en la madrugada del 26 de Noviembre con el cambio de guardia, llegó un nuevo médico, diferente a los que ya ella había consultado, este se acercó a ella y preguntó que tenía la niña, la pasó a un cubículo y comenzó a revisarla.
“Le estaré agradecida a ese médico donde quiera que este toda la vida, porque de verdad no me dijo que la niña no tenía nada, se dedicó a revisarla con calma, se interesó en mi hija, -disculpe que llore, pero es que esos recuerdos son difíciles- pasamos por mucho”.

Este nuevo médico no encontró síntomas de ninguna infección en Yuli, sin embargo, le dijo a Milagro que no era normal que tuviera tantos días llorando que el consideraba que había que hacerle estudios y evaluarla a profundidad, lo único que si notó fue que la niña tenía las pupilas dilatadas pero lo atribuyó al cansancio, a los días sin dormir.
“ Me explicó que el Hospital de los Samanes no tenía hospitalización en ese momento y que a la niña había que observarla, pero no me podía dejar en una camilla sin ponerle un tratamiento porque podían llamarle la atención, se fue y cuando volvió me dijo que me escondería en un deposito para poder seguir observando a Yuli, sin ponerle medicación, yo estaba muy agradecida, ese deposito no tenía ni luz, allí me quede nose cuanto tiempo, el medico cada vez que venía me decía lo mismo, no hay fiebre pero tiene las pupilas dilatadas, perdí la noción del tiempo allí encerrada con mi hija. El medico volvió con un amigo que tomaba la guardia, en ese cuartico evaluó a Yuli y me dijo que había que hospitalizarla, me preguntó si tenía seguro, o por lo menos seguro social, le dije que mi esposo si porque el trabajaba, entonces me dijo que lo mejor era llevarla nuevamente al seguro social para que la hospitalizaran, que el me haría un informe medico colocando en este que la niña estaba intoxicada y que tenía las pupila dilatadas”.
Era 27 de Noviembre de 1992, ese día Venezuela había amanecido bajo un golpe militar, Milagro ni se había enterado de lo que ocurría en las calles por estar escondida en ese depósito esperando por respuestas sobre la salud de su hija, el último médico que la atendió considerando lo que estaba ocurriendo entendió que enviarla en autobús no garantizaba que pudiera llegar al seguro social, por lo que pidió una ambulancia que las trasladara para llegar lo más pronto posible.
            A través del vidrio de la ambulancia se apreciaba el revuelo y la presencia de la Guardia Nacional y el ejercito, sin embargo en la radio comentaban que ya se había restablecido el orden constitucional, llegaron a la emergencia del Seguro Social, en esta oportunidad por venir remitida de otro centro asistencial, atendieron a la niña con mayor cuidado, le suministraron hidratación y calmantes que lograron adormecerla un poco, esa noche el llanto pasó a ser intermitente.
            Los otros dos hijos de Milagro permanecían en casa con su padre, el médico que la evaluó al amanecer del 28 de Noviembre, le explicó que debían hacerle unos exámenes
 a la niña, que esperarían a que despertara para iniciar el proceso, por lo que ella decidió ir a casa a cambiarse, a ver sus otros dos niños y buscar lo necesario para Yuli.
            “No tarde ni dos horas fui lo más rápido que pude, pero cuando llegué a la cuna donde estaba Yuli no la vi, me asuste mucho, la enfermera que me recibió me explicó que se la habían llevado para hacerle una punción de columna, ¿usted se imagina? Yo no entendía que era eso, ni porque se lo hacían a mi hija, otra gente que estaba allí en la sala me explicó, que ese era un examen que le sacaban líquido para ver si había infección y que no debieron hacerlo sin mi consentimiento, porque si lo hacen mal la gente puede quedar hasta invalida, -¿Usted se imagina como me sentí?-, tenía mucho miedo, y cuando llegó la doctora que se la había llevado, yo no me contuve, hasta le grite, le dije que la iba a demandar si a mi hija le pasaba algo malo, -¿pero sabe algo?- ella me miró con cara de que yo no podría hacer eso, y claro como dicen por ahí -¿Con qué se sienta la cucaracha?- ni queriendo habríamos tenido dinero para pagar un abogado y una demanda, y esa doctora lo sabía”.
            El diagnóstico que dieron fue de meningitis bacteriana aguda, está es causada por una bacteria, produce una inflamación de aparición rápida de las capas de tejido que cubren el encéfalo y la médula espinal (meninges) y del espacio lleno de líquido localizado entre las meninges, el dolor en la cabeza y cuello es insoportable como explica la literatura, por este dolor tan terrible pasó durante tantos días esa niña, con la novedad de que no presentó fiebre y fue lo que dificultó su diagnóstico.
            “Yo se que mi hija pasó por todo eso por no tener un diagnóstico rápido, esos médicos que la vieron antes no se dieron cuenta de que lo que la hacía llorar era algo tan grave, y no me imagino el dolor que sintió, eso me parte el corazón, yo siempre supe que algo no andaba bien por eso insistí tanto”.

            La condición de Yuli no era buena, la pasaron a la unidad de pediatría del Seguro Social, donde están los niños que tienen cuadros de hidrocefalia, meningitis y condiciones delicadas, comenzaron a suministrar antibióticos fuertes para controlar la infección.
            “Yo sabía que algo no andaba bien hasta reunieron una junta medica, donde me llamaron y me preguntaban todo de Yuli desde que nació, yo les explique que siempre fue sana, que nunca se me había enfermado, que comía muy bien sus juguitos, sus papillas, su nacimiento fue normal, mi hija estaba sana antes de pasar por todo esto”

“Pasaron por muchos antibióticos, me acuerdo que le daban uno que se llamaba Decloxan, era algo muy fuerte pero esa infección era grande, yo le pedía a Dios que me sanara a mi hija.”

            Casi un mes estuvo hospitalizada, las navidades de ese año las pasó Yuli en ese piso de hospitalización, sometida a un tratamiento riguroso para controlar la meningitis bacteriana.
            “Yo me acuerdo que ese 24 de diciembre, ella tenía su cunita llena de cositas que le habían llevado, y yo me quede viéndola en esa cuna rodeada de todos esos niños tan enfermos, ella tenia los bracitos llenos de mangueras y tubos y no dejaba de verme con esos ojos grandotes negritos que tiene, yo camine al pasillo y me senté en una silla que daba a la puerta del cuarto donde la tenían, yo lloraba y me puse a pedirle con muchas fuerzas a Dios y le decía que por favor salvara a mi hija, que la sacara de ese cuarto, que la sanara, yo no soportaba seguirla viendo en esas condiciones y cuando estoy suplicándole a Dios la veo que viene caminando a donde yo estoy llorando, porque no me veía, yo no se ni como se quitó todas esas mangueras que tenía puestas”.

            No imagino el viacrucis por el que atravesó Milagro al ver a su hija tan enferma, siendo yo también madre, entiendo la angustia, la impotencia y el dolor que representa el tener un hijo enfermo, pero más en las condiciones en las que quedó Yuli al vivir a tan corta edad una meningitis tan fuerte.
Antes del año nuevo la dieron de alta, había adelgazado mucho, le costaba caminar y ya no hablaba, sin embargo la familia decidió recibir el año unida, visitaron a la abuela materna de la niña en Carora estado Lara, allí recibió el amor y las atenciones de todos.
Durante esa estadía Milagro notó que su hija no prestaba atención, que perdía con facilidad el equilibrio, que no mantenía la marcha, así que iniciando Enero la llevó a un especialista, este después de conocer la historia de Yuli le explicó que ella había retrocedido en sus procesos cognitivos y motores y que con ella debía comenzar de nuevo a enseñarla poco a poco.
“Comenzamos a enseñarla de nuevo a caminar, a comer, hasta a reírse, no le gustaba incorporarse, solo quería que la cargara y yo la atendía con mucho amor, nos dimos cuenta de que no me escuchaba cuando la llamábamos, un día mi esposo estaba trabajando en un preescolar creo que se llamaba Rondita ahí en la soledad, y le comentó a la directora de allí todo lo que le había pasado a Yuli, ella le sugirió que la lleváramos a una clínica en Caracas para que la vieran, buscamos de donde no teníamos pero la llevamos, le hicieron un montón de exámenes y unas audiometrías super especializadas, allí fue donde me confirmaron que estaba sorda”.
“Nos recomendaron ponerle un aparato para que percibiera los sonidos, unos que en ese momento los llamaban tapa amarilla, pero ella no los soportaba, no le gustaba y se los quitaba, más adelante pudimos conseguir otros pero que va eso nunca le gustó”.

Ya con el diagnóstico la familia se avocó a trabajar en pro de educar a una niña sorda, la inscribieron en el preescolar de niños con deficiencia auditiva ubicado en la urbanización San Isidro de Maracay, adicionalmente fue necesario colocar botas ortopédicas para facilitar su marcha, la familia se inscribió en diversos cursos para aprender la lengua de señas venezolana.
“Nosotros vivíamos allí entre la Miranda y la Paéz, era algo retirado del colegio, pero yo me venía caminando con ella poco a poco para que ejercitara las piernas, a ella no le gustaba, esa se paraba y no caminaba más, a veces hasta la tenía que cargar hasta el colegio”

“Mi esposo y yo aprendimos la lengua de señas en el colegio con las maestras en los cursos que ellos organizaban, mis otros dos hijos aprendieron con Yuli, ella los enseño para poder jugar con sus hermanitos”.

¿Yuli recuerdas algo del momento en el que dejaste de escuchar, cuando te enfermaste?.
“Recuerdo a mi mamá llorando mucho, estaba muy triste, yo no entendía mucho que pasaba, solo la veía llorando, estaba en un hospital y tenía mucho frío, temblaba mucho y de repente fue como si algo explotara                   –POP!!!!- y ya solo silencio, no recuerdo mucho como era escuchar”.

DE UN MUNDO S A UNO XL

“Mi nombre es Yuli nací siendo una persona oyente como tú, pero por una enfermedad a los 2 años perdí la audición por completo, aún recuerdo ese día y la angustia de mi madre al verme enferma. Son pocas las cosas que recuerdo de lo que se siente escuchar, pero no cambio mi vida de hoy por nada del mundo”
            Su transitar en el preescolar fue como la de todo niño, con el tiempo se recupero de manera asombrosa de las secuelas dejadas por la meningitis, su motricidad fina y gruesa volvieron, comenzó a caminar con normalidad, se divertía jugando en su escuela y con sus hermanitos. Su primera etapa de la infancia la vivió en ese preescolar bajo la compañía constante de sus padres, pero ya desde pequeña mostraba rasgos de querer aprender como ser independiente, de querer hacer cosas sin tanta ayuda.
             Con 8 años cumplidos inició estudios en la Escuela Básica Especial Bolivariana Maracay, donde cursó su primer grado aprendió a leer muy pronto y se desenvolvía con fluidez con la lengua de señas, esas fueron razones suficientes para que antes de finalizar el año escolar la promovieran a 2° grado por considerar que contaba con las competencias académicas para eso.
            “Yo era muy buena estudiante, muy aplicada, me gustaba mucho salir bien en mis clases, en 5° grado llegó mi mejor amiga Stefanny porque ella repitió ese año y desde allí comenzamos juntas a estudiar hasta que nos graduamos”
           
            Una de las actividades que mas disfrutaba era hacer deporte, cuando cumplió 11 años estando aún en 6° grado se unió a la selección de volei ball del colegio, le gustaba mucho participar en eventos deportivos, ya no se veían vestigios de todo lo que vivió durante los meses de recuperación de la meningitis. Cumplidos los 12 años de edad a sus padres se les presentó la posibilidad de participar en un programa para colocarle un implante coclear a Yuli, para crear la posibilidad de poder escuchar nuevamente.
            Milagro nos cuenta,
“Nosotros leímos mucho al respecto, nos explicaron como era la operación, cuales eran las ventajas y los cuidados que debía tener la niña después de operada, nos parecía una buena opción además habíamos visto a otros niños que ya los habían operado y escuchaban bien, -pero sabe- esa no era una decisión nuestra era de ella, Yuli era la que debía decidir si quería pasar por eso para volver a escuchar, así que nos sentamos con ella y le explicamos todo, ella decía que no porque había visto que sus amiguitos que se habían operado no podían hacer muchas cosas como antes de ponerse el implante, nosotros le dijimos que lo pensara, pero Yuli es decidida esa mostró su temple desde chiquita, ella decía que no, nosotros no podíamos obligarla”.

Un implante coclear es un pequeño dispositivo electrónico que ayuda a las personas Sordas a escuchar. El implante coclear no es lo mismo que un audífono, este se coloca por medio de una cirugía y funciona de manera diferente. Hay muchos tipos diferentes de implantes cocleares. Sin embargo, en su mayoría, constan de varias partes similares: Una parte del dispositivo se implanta quirúrgicamente dentro del hueso que rodea el oído (hueso temporal), consta de un estimulador-receptor, el cual acepta, decodifica y luego envía una señal eléctrica al cerebro. La segunda parte del implante coclear es un dispositivo externo, este está formado por un micrófono/receptor, un procesador de lenguaje y una antena, esta parte del dispositivo recibe el sonido, lo convierte en una señal eléctrica y lo envía a la parte interna del implante coclear.
Los implantes cocleares permiten a las personas sordas recibir y procesar sonidos y lenguaje. Con la característica de que estos dispositivos no restablecen la audición normal. Son herramientas que permiten procesar los sonidos y el lenguaje y transmitirlos al cerebro.
Un implante coclear no es adecuado para todo el mundo. La manera como se selecciona una persona para un implante coclear está cambiando a medida que mejora la comprensión de las rutas de la audición  del cerebro y con los cambios en la tecnología.
Yuli resultaba una buena candidata para esta operación, porque los parámetros que exigían eran los siguientes: haber nacido sordos o haber quedado sordos después de aprender a hablar. Los niños hasta de 1 año de edad ahora son candidatos para someterse a esta cirugía. Aunque los criterios son levemente diferentes para niños y para adultos, están basados en pautas similares.La persona debe estar completamente sorda o casi completamente sorda en ambos oídos y obtener muy poco mejoramiento con los audífonos.
Yuli: “Mis padres me explicaron lo del implante coclear, pero para ese momento yo jugaba en la selección de volei ball, tenía muchos planes, quería ir a la piscina, a la playa, a los campamentos, aprender muchas cosas y divertirme con mis amigos, yo veía a los que se habían operado, tristes, siempre tranquilos y sentados, no podían hacer deporte, entonces pensé porque pasar por todo eso para no poder vivir tranquila, yo sorda estaba bien, era sana, no quería esa operación, así que decidí seguir sorda y no me arrepiento, fue la mejor decisión”
“Dios me hizo Sorda pues seguramente un propósito importante debía tener, y yo acepto quien y como soy, me siento feliz con eso”
Esa elección le dio cierta independencia, pues tomó una decisión importante de vida, pero venían muchas más, ella veía que otros jóvenes no andaban siempre acompañados, sino que podían ir y venir sin que sus padres le acompañaran a todos lados, y comenzó a desear esa independencia, pensando en ampliar su mundo y su aprendizaje. Desde que recordaba, su vida había girado en torno a la escuela y su casa, no había vivido otras experiencias, así que previa conversación con sus padres decidió ir ampliando lo que sabía, iniciando por algo muy básico, ir sola a la escuela en autobús.
Yuli: “Yo me acuerdo ese día tenía 12 años, me monte en el autobús aunque mi mamá no quería, se preocupaba, pero igual era algo que quería hacer, así que me monte, pero cuando me quede sola me di cuenta que no sabía como pedir la parada, sentí que todos me veían pero bueno, igual me senté tranquila y esperé llegar a la parada, le hice señas al chófer que no me entendió mucho pero al final se paró y logre bajarme como una cuadra después de la escuela, después fui mejorando”.
Poco a poco aprendió como andar sola en el autobús, eso le permitió conocer otros espacios de Maracay que no conocía, iba ampliando su contexto de algo reducido a algo más grande, ya podía ir a la casa de algunos amigos de la escuela a estudiar, también comenzó a participar en los encuentros deportivos interescolares, y más adelante interestadales.
Milagro: “Bueno me daba miedo pero no le podía cortar las alas ella tenía que ir aprendiendo cosas, estaba creciendo, nosotros siempre estábamos allí para ayudarla, aunque a veces, así como hoy, siento que no hicimos mucho por ella, Yuli hizo una gran parte ella sola, a veces eso me entristece pienso que pude hacer más, no hemos dejado de apoyarla nunca, pero a veces los padres cuando los vemos así tan grandes tan desenvueltos sentimos que nos hizo falta más.
1° y 2° año de educación media transcurrieron sin mayor contratiempo, tenía amigos sordos y oyentes, así como unas ganas inmensas de hacer muchas cosas, deporte, estudiar, aprender, conocer, hasta tener un novio o algo parecido.
“En 3° año me fui para abajo con el rendimiento, solo quería ir a fiestas y compartir con mis amigos, no me interesaba mucho eso de estar estudiando tanto, hasta ahora siempre había sido buena en mis notas, pero ese año no me interesaba, me llevaron a dirección, llamaron a mi mamá, me di cuenta que no podía solo ir a fiesta, mi familia estaba preocupada, yo pensaba en que quería ir a la universidad y raspada no podía, así que empece a mejorar”.
Su pensar era el de ir a la universidad, ella observaba que muchos sordos se graduaban en el liceo y después se dedicaban a la economía informal, o se quedaban en sus casas, no estudiaban más, pocos eran profesionales, se quedaban en su mismo círculo de amigos, compartían entre ellos, y no les preocupaba tanto el futuro, mientras Yuli no dejaba de pensar en las metas que quería alcanzar, tener una profesión, una pareja estable, conformar una familia y hacer cosas distintas a las que hacían los Sordos.
Yuli: “No hay límites la gente piensa que los Sordos o las personas con discapacidad deben conformarse con poco, con llegar solo a bachilleres, quedarse en casa, trabajar en una tienda, como que si no tenemos capacidades para más, pero para mí no fue así siempre visualice mi vida como algo grande, siendo profesional, motivando a otros, enseñando a otros Sordos, dejando una huella importante en el mundo”.

Siempre consideró importante seguir un orden en el alcance de sus metas, en primer lugar graduarse en la universidad, luego tener una pareja preferiblemente oyente, conformar una familia, aprender muchas cosas, y poder enseñar a otros, bajo su premisa “El conocimiento no es para uno solo, es para compartirlo, enseñar y ayudar a otros”.
            ¿Yuli porque dices que te gustaría una pareja preferiblemente oyente, y desde cuando sientes que debe ser así?
            Yuli: “Comencé a pensar que me gustaría conformar una familia cuando estaba culminando el bachillerato, y prefiero tener a mi lado una pareja oyente, porque pienso que un Sordo compartiría conmigo lo que yo ya se hacer muy bien ser Sorda, pero un oyente puede enseñarme a ver el mundo de una manera diferente, desde lo que el escucha, es decir me enseñara cosas que no se y así puedo crecer, ¿Entiendes? Yo podría enseñarle algo que el no sabe y el me enseñaría algo que no se, como un complemento, y el amor es eso complementarse uno con el otro, si una pareja no se complementa como crece, yo admiro en un hombre oyente su capacidad para comunicarse, el hecho de que quiera aprender mi legua, eso es importante también, admirarse, sino lo admiro ¿Cómo podría enamorarme?. Aún esa persona no ha llegado pero espero que cuando ocurra nos admiremos mutuamente y nos complementemos.

            Este pensamiento de Yuli se contrapone completamente a lo afirmado por Ladd, (2011) cuando expresa “Para nosotros los Sordos es necesario conseguir una pareja Sorda que nos entienda, la mayoría de los Sordos buscan una relación en su entorno inmediato dentro de Sordos que conocen, es difícil que se arriesguen a tener una relación estable con alguien oyente.”
            Yuli distante de esta apreciación añoraba una pareja oyente con quien viviera y compartiera las diferencias, apoyando la teoría de la otredad, acepto al otro y el me acepta a mi como soy aún cuando seamos diferentes, lo importante pare ella era el complementarse.
            Al entender su explicación sobre el amor y la necesidad de complementarse, me sentí interpelada y con vergüenza, esa joven de 17 años tenía mas claridad en sus planes que la que podía tener yo en toda mi vida completa con 31 años, una hija y un divorcio encima. Si hubiese pensado en algún momento en esos aspectos claves, el complemento, aprender uno de otro, admirar a la persona, tal vez mi historia sería otra, siempre en mis relaciones me dejé deslumbrar por lo que mostraba el candidato en cuestión a primera vista, jamás pensé en buscar sus fortalezas y mucho menos consideré importante mostrar las mías. Tenía que concederle la razón ¿realmente es amor, cuando no admiras al que tienes al lado?, ¿realmente lo que llegué a sentir fue amor?, ¿o simplemente me deslumbre?. Durante días reflexioné sobre que aprendí o enseñe a las personas con las que tuve alguna relación. Entendiendo que el amor es muchas cosas a la vez, es admiración por el otro, es complemento, es integración, es construcción conjunta y sobre todas las cosas es crecer juntos.
            En su adolescencia Yuli aprendió muchas cosas, adquirió la madurez suficiente como para querer salir del cascaron en el que estuvo hasta los 12 años, logró ampliar su contexto, paso de un mundo chiquito y familiar talla S a uno rodeado de amigos, experiencias y metas talla extra grande. Logró llegar a su 5to año con buenas calificaciones y grandes amigos, fue una deportista destacada durante su transitar por el liceo de Sordos, se trazó grandes metas y se propuso cumplirlas, se atrevió a soñar con grandes logros personales, académicos, laborales y uno muy loable enseñar a otros, transmitir lo que pudiera aprender, ayudar a otros Sordos a seguir adelante, ahora solo faltaba descubrir como lo haría, como alcanzar todas esas metas.

SU RESILIENCIA UN EJEMPLO

            La resiliencia es la capacidad de los seres vivos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. Es un término que se tomó de la física y la resistencia de los materiales que se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma original. Siempre me he preguntado ¿Cómo las personas que afrontan situaciones difíciles de vida salen tan pronto adelante?, ¿de donde proviene esa  capacidad de afrontar la adversidad saliendo fortalecido?, pues la resiliencia es una buena explicación a estas preguntas, tal vez algunos tienen alta capacidad de resiliencia mientras que otros no la tenemos.
            Yuli: “Nunca me he considerado una persona diferente, siento, pienso, veo, hasta bailo, igual que tú, sólo que no puedo escuchar, y explico todo con las manos, pero cuando tú me hablas en señas, siento que somos iguales, que no hay diferencias”
           
            Pero no siempre fue así, tomar la decisión de querer dejar huellas y ser libre en un mundo rodeado de ruidos, sonidos, palabras, que no puedes percibir, muchas veces se transforma en algo hostil, porque dejas de entender muchas cosas, dejas de percibir toda la información, es como ver una película en ingles sin subtitulo, estas viendo los hechos pero dejas de comprender muchas partes del mensaje que no logras descifrar. Esta es la razón de que muchos Sordos decidan quedarse en un mundo reducido o talla S, esto da la seguridad de no enfrentarse al rechazo, de no sentirse aislado mientras conversan otros.
            Durante su proceso de querer conocer y vivir experiencias muchas veces le toco enfrentarse a las miradas extrañas, a la incomprensión, a la impotencia de no ser entendido el mensaje. Las personas se alejan de lo desconocido, pero después de haber vivido la experiencia de compartir con Sordos, puedo afirmar que el distanciarse la mayoría de las veces es por el miedo que genera el no saber como comunicarte.
            Yuli: “Si a veces es duro, porque quieres que entiendan lo que estas pensando, y al que no maneja la lengua de señas se le hace difícil entenderme, pero yo hago lo posible porque me comprendan, veo el esfuerzo de algunos que me gritan, pero yo no los puedo escuchar, otros hacen gestos con la cara como tratando de que lea sus labios, pero nunca aprendí a leer los labios, pero igual yo trato de que no se sientan mal, agradezco que quieran hablarme, así como te agradezco a ti el esfuerzo de querer interpretar lo que pasa a mi alrededor cuando no entiendo algo”.
            Los primeros pasos de Yuli en su meta de enseñar a otros sin duda alguna los dio conmigo, estoy segura que aun hoy después de tantos años de amistad y trabajando juntas ella no tiene ni idea de todo lo que me ha enseñado y los cambios profundos que generó en mí. Recuerdo con claridad la primera actividad que nos toco realizar, ya había trabajado antes con un grupo de sordos pero mi lengua de señas era muy pobre, eran muy pocas las señas que conocía y al tratar de expresar una idea completa me sentía como un turista perdido en Italia usando como muleta un diccionario, tenía siempre conmigo un manual de señas y de el me valía cuando se me olvidaban las palabras que quería expresar. La diferencia de Yuli con el resto del grupo, es que ella estas torpezas de mi parte, no las usaba para distanciarse, al contrario revisaba conmigo ese manual y me indicaba la forma correcta de marcar las señas.
            Si la actividad ameritaba que explicara algo muy específico y el grupo no entendía ella se acercaba y me decía, tranquila, explica otra vez poco a poco.
            Siempre hable muy rápido y me desesperaba sino me entendían, pero al tener que expresarme en lengua de señas aprendí a respirar profundo, y a explicar tantas veces como resultara necesario para que me entendieran.
            Yuli: “Yo se que a la gente le cuesta acercarse pero yo no me preocupo, trato de pensar que ellos no conocen la cultura sorda y se alejan, pero siempre llegaran oyentes dispuestos a conocernos, a aprender, a querer ser amigos, yo pienso que a las personas hay que darles siempre una segunda oportunidad, yo me he equivocado muchas veces, pero aprendí a reconocer con humildad cuando me equivoco y a entender que la gente también puede equivocarse”
“Muchos me han tratado diferente por ser Sorda, antes me sentía mal pero porque no entendía lo que pasaba, cuando aprendí que no era su culpa, que podían equivocarse como me equivoco yo, todo estuvo bien, solo hay que aceptar a las personas como son, los Sordos y los oyentes somos iguales y cuando los Sordos dejen de alejarse y de pensar que solo pueden compartir con Sordos, más oyentes aprenderán la lengua de señas, ¿si nosotros no les enseñamos de nuestra cultura quien lo hará?. Por eso a ti Liliana te agradezco de todas las formas que se, por querer ser mi amiga en todo momento sin mirar nunca mis deficiencias, sino mirando siempre lo que hay en mi interior, tu esfuerzo por aprender mi lengua de señas lo valoro y se me ocurrió retribuirlo, así que durante días practiqué y practiqué frente a un espejo para hoy decirte con mi voz GRACIAS!!!.
           
Que Yuli me regalara ese gesto tan hermoso marcó mi vida para siempre, fue la primera vez que escuche su voz, ¿cuantas veces dejamos de agradecer?, ¿Cuántas veces obviamos el hecho de darle las gracias a quien nos brinda una sonrisa, un gesto, una ayuda?. Esta muchacha había prácticado durante semanas para que yo en mi lengua natural escuchara su voz y poder agradecer mis esfuerzos por ayudarla. Desde ese día nunca más obvie unas gracias, jamás dejé de agradecer y me llené de ganas para seguir sin pausa en el mundo de los sordos.

            Yuli y yo compartimos durante un año completo, mientras ella realizaba su proyecto de ciencias de 5to año, muchas veces la vi caer, equivocarse, pero también la vi levantarse, su optimismo me impresionaba, recuerdo que la primera vez que sembramos el huerto escolar, todas las plantas se murieron, yo tenía una mezcla de frustración y vergüenza, como algo tan sencillo como germinar unas plantas, no se pudo llevar a cabo. Ella me decía tranquila no pasa nada, las volvemos a sembrar, “Si algo esta mal, luego estará bien, no te preocupes, que siempre hay una solución”.
            Ella lo veía tan fácil y para mí era tan frustrante, definitivamente debía cultivas mi paciencia y Yuli era un ejemplo constante del camino que debía recorrer para lograrlo.
            Tiempo después de terminado el proyecto y el huerto, Yuli recibió su titulo de bachiller, fui invitada a ese acto y participé incluso como madrina poniendo las medallas a los graduandos, ella me daba las gracias, pero siempre pensé que las gracias las debía dar yo, gracias a ese compartir aprendí a tener paciencia en mi pensar y mi hablar.
            Con su titulo de bachiller y con las ganas puestas en cumplir cada una de sus metas, consiguió un trabajo de medio turno en una tienda por departamento, se acababa de aprobar la ley para personas con discapacidad y muchas empresas privadas y establecimientos, buscaban contratar personal con alguna condición, para cumplir con lo establecido en la ley de tener el 5% del personal contratado con alguna discapacidad
            Allí el trato no era muy bueno, sin embargo pagaban bien, así que lo siguió intentando, lo mas incomodo era en la hora del almuerzo siempre se sentaba sola porque era la única Sorda, sus compañeros no se atrevían a hablarle por no conocer la lengua de señas, eso la hacía sentirse aislada, muchas veces triste. Así que decidió proponer un curso de Lengua de Señas para el personal oyente, para ayudarlos a comunicarse.
            Yuli: “Si los Sordos nos dejamos ganar por la tristeza de estar muchas veces aislados o solos no podremos salir adelante, yo pienso que en un futuro todos debemos ser iguales comunicándonos, sin diferencias, sin que tengamos que estar solos, almorzando solos, trabajando solos.

            Ese trabajo de medio tiempo duró poco,  y a mí se me presentó la posibilidad de un cargo para apoyar mi trabajo con los Sordos en el área de agricultura y Yuli acepto el reto de incorporarse al equipo, comenzamos sin tener muy claro el rumbo de las actividades, o por lo menos yo no lo tenía claro, ella si, aprender para enseñar a otros, otra meta por cumplir en su lista. El inicio fue difícil pues la mayoría de los trabajadores se alejaban para no encontrarse en el compromiso de saludarla, por no saber como hacerlo, a esta situación ella pronto le planteó una solución, demos cursos de lengua de señas, así lo hicimos, mucha gente se inscribió pero aun cuando habían avanzado en el curso, seguían huyendo al saludo. Me sorprendió un día encontrarla en el pasillo arreglando las manos de una trabajadora indicando la forma correcta de saludar, para que así nunca más pasara por su lado sin darle los buenos días.
            Esa acción me hizo reflexionar durante días, ¿Cuántas veces pasamos frente a alguien conocido y no le saludamos? Simplemente porque no estamos de ánimo, o porque no resultó importante, o porque venimos inmersos en nuestros pensamientos, no nos detenemos a pensar en el hecho de que tenemos todas las posibilidades de dar los buenos días a alguien, tenemos nuestra voz, nuestros oídos, nuestras manos y aun así, no saludamos.
            Yuli se esforzó porque siempre le saludaran y le dieran los buenos días, para mí fue un gran ejemplo nunca más menosprecie la importancia de un saludo.
            “Yo pienso que yo puedo aprender mucho de los oyentes y ellos también pueden aprender de mi, todos somos iguales, si nos caemos nos levantamos, seguimos adelante, hay que pensar en un mejor futuro, porque ahorita está bien pero más adelante puede estar mejor, es normal tener defectos, fallas, errores, pero hay que saber reconocerlos con humildad y aceptar cuando nos equivocamos, pedir disculpas y volver a empezar, con calma y paciencia volver a empezar, Dios siempre sabe que es lo mejor para cada uno de nosotros, y lo que pasa a veces no nos gusta pero el sabe que eso era lo que necesitábamos, si es un golpe o una caída también hay que dar gracias a Dios, porque seguramente eso nos hacía falta para levantarnos con más fuerza que la que teníamos antes. Debemos agradecer lo malo y lo bueno porque de todo siempre aprendemos algo.”

            Conocer cada una de sus desavenencias, ponerme en su lugar y sin duda preguntarme en todos los casos como habría reaccionado yo la respuesta fue la misma, “yo no habría podido, seguramente el miedo, la angustia, la tristeza habrían ganado la batalla”. Cuantas veces sin tener ninguna discapacidad enfrente el rechazo; en la escuela por no tener el juguete de moda, por ser gordita, bajita,  en el liceo por pensar diferente, en lo laboral por querer cambiar cosas y proponer nuevas ideas, con los amigos y familiares por haberme divorciado, y pare de contar. En esos casos siempre el sentimiento de tristeza y desolación me devastó, levantarme no fue fácil, pasé por muchos momentos duros, de depresión, por lo que hoy siendo adulta acepto que mi resiliencia no es tan alta, que tal vez no soy tan tolerante  a esas situaciones y ver como Yuli transforma lo negativo en algo positivo y busca la manera de aprender y enseñar a otros para mi fue una gran lección.
            Tal vez, si aprendiéramos a aceptar y agradecer por lo que no nos gusta de la misma manera como agradecemos lo que si, nuestra vida sería menos complicada, pues de lo oscuro saldría algo muy luminoso, pero muchas veces nos hundimos ante situaciones adversas y no pensamos en que seguramente esta situación debía ocurrir en nuestra vida para traer luego algo importante.
            Para Yuli fue la gran capacidad de transformar situaciones, de enseñar y de con esa actitud motivar y enseñar a otros que seguramente no habían visto la otra cara de la moneda, así que sin duda alguna me atrevo a aseverar que su resiliencia es un gran ejemplo.

LO QUE LA AGRICULTURA NOS DEJÓ

            Enseñar a los Sordos sobre agricultura fue un proyecto que inició como un plan personal que luego se convirtió en uno conjunto en el que Yuli jugó un papel fundamental. En sus inicios solo creamos señas por la falta que hacían las mismas en la interpretación, incluso llegamos a validarlas con la federación venezolana de Sordos (FEVENSOR), mediante un convenio que se firmó entre la institución en la que ambas trabajamos y esta federación, posteriormente las cosas fueron cambiando en función de las experiencias.
            El programa de formación agrícola para sordos al cual denominamos agricultura en señas trajo consigo una serie de aprendizajes conjuntos. En un principio lo visualizamos como la formación de Sordos adultos que pudieran aprender el oficio de la agricultura y desempeñarlo, sin embargo, una de las propuestas importantes de Yuli fue la de generar dos programas de formación, el primero dirigido a niños y jóvenes que permitiera resaltar no solo la importancia de las plantas y de la producción agrícola, sino también que contara con un plan de formación en materia ambiental, donde se enseñara a cuidar y proteger nuestros recursos naturales, pues como ella misma afirmaba “Si los enseñamos desde niños, serán adultos con conciencia de proteger el ambiente, algo muy necesario”.
            De esa manera agricultura en señas se llevaba a las escuelas para Sordos con dos propuestas la primera basada en dinámicas y actividades para la protección ambiental y la segunda con la puesta en práctica de principios básicos de agricultura.
            El segundo programa propuesto fue el de desarrollar una carrera técnica en agricultura dirigida a Sordos, esta propuesta se realizó con un grupo de 20 Sordos más, la idea planteada era que en lengua de señas y de manera práctica pudieran aprender todo lo relacionado a una producción agrícola, desde la siembra hasta la cosecha y comercialización.
            Yuli: “Si un Sordo quiere aprender sobre agricultura, en Venezuela no puede, si quiere estudiar en la universidad agronomía, tampoco puede, porque faltan tres cosas importantes, la primera las señas que identifiquen cada proceso, la segunda los interpretes que faciliten la enseñanza y la tercera que pienso que es la más importante la disposición de las universidades de aceptar estudiantes Sordos, ¿cuantos Sordos inician una carrera universitaria y la abandonan porque no entienden lo que se explica en clases?, a mi me ha pasado muchas veces pero he seguido adelante con la ayuda de familiares y amigos, pero no todos los Sordos tienen eso, por eso creo que si se abre una carrera técnica que les permita aprender sobre agricultura y que ademas tengan un certificado con el que puedan trabajar en esa área sería de gran ayuda no solo para los Sordos, sino para el país también.”

            Efectivamente en función de esta propuesta se desarrolló un proyecto al que denominamos agricultura en señas una carrera técnica para Sordos, la misma se postuló para ser incorporada en la Escuela Superior de Agricultura Tropical (ESAT) se conformó un pensum que constaba de 12 asignaturas, casi todas con un componente práctico, la cual se cumplía en 6 cuatrimestres, adicional a esto se acuñaron las señas requeridas para cada aspecto técnico a desarrollar en el aula, se dieron talleres de formación en materia agrícola dirigidos a interpretes en lengua de señas, y por último se elevó la propuesta al Ministerio de Educación Universitaria, sin embargo, por cambios de gestión en  el Ministerio se suspendió el proceso para la apertura de esta carrera técnica, la cual contaba para el momento en que se detuvo el proceso con 30 estudiantes Sordos preinscritos, con 14 facilitadores y 8 interpretes formados.
            Que no se pudiera llevar adelante la carrera técnica fue un duro golpe para todos, pues habría sido una opción para muchos Sordos de tener una formación adicional, pero como bien lo dijo Yuli: “El tiempo de Dios es perfecto, sino es ahora más adelante podremos enseñar a los Sordos en otros espacios, en otros lugares”.
            Tenemos la confianza de que en algún momento esta iniciativa pueda llevarse a cabo. Para no dejar a un lado la formación de Sordos adultos decidimos poner en marcha las asignaturas creadas como talleres no conducentes, por lo que durante 4 años logramos formar a más de 80 Sordos en temas como: Semillas, Control Biológico, Agricultura Familiar, Control de plagas y enfermedades, abonos orgánicos, cosecha del agua, procesamiento artesanal de frutos, procesamiento artesanal de semillas, biotecnología agrícola.
            Este proceso nos enseño muchas cosas entre ellas que una formación con actividades prácticas permite un aprehendizaje completo, donde a lo largo del tiempo no se olvida lo aprehendido.
            Yuli: “La mejor forma de enseñar a un Sordo es que el practique y haga lo que le queremos enseñar, por ejemplo si es siembra que se haga una actividad donde el siembre, vea la planta crecer, la cuide y si se puede se coma lo que se cosecha, de esta manera no se olvida la experiencia. Aprender por experiencias vale más que tener a alguien que se pare a explicar y explicar sobre un tema. Mejor hacer que explicar”

            En función de esto, basamos los cursos en aprendizaje basado en experiencias, con diversas actividades de campo donde el grupo iniciaba una actividad agrícola hasta completar el ciclo como la cosecha por ejemplo. De igual manera, aprendimos que desarrollar estrategias que incorporaran el uso de otros sentidos como la vista, el tacto y el gusto, también permitían alcanzar altos niveles de retención del conocimiento.
            Yuli: “Las actividades donde tocaron las semillas, la tierra, vieron en el microscopio las diversas formas y colores de las partes de la planta, y donde pudieron sentir los distintos sabores de los frutos, le gustaron mucho a los Sordos y aprendieron lo importante de cada tema, yo pienso que esa es la forma de enseñar, mediante los otros sentidos, porque así no se olvida, lo que tu te comiste, un sabor no se olvida, es diferente que alguien te diga es dulce, es ácido, a que tu mismo lo pruebes.”
            De esta manera, los cursos comenzaron a darse empleando los principios de la educación sensorial, así los dividimos en dos grandes momentos el primero que permitía identificar palabra desconocidas carentes de señas, seguido de una jornada de creación de señas que se sumaban al vocabulario en agricultura, para posteriormente iniciar el segundo momento de actividades prácticas basadas en experiencias sensoriales.
            La educación sensorial se llevó de igual manera a las escuelas y obtuvimos grandes resultados con las diversas escuelas visitadas, agricultura en señas llevó su formación a diversos estados del país, atendiendo escuelas de Sordos en Guárico, Apure, Mérida, Zulia, Yaracuy, Carabobo, Barinas, Lara y Aragua. También visitamos diversos predios agrícolas en los mismos estados llevando información técnica a productores Sordos.
            Yuli: “Es muy difícil enseñar a un Sordo que no maneja la lengua de señas, pero si lo hacemos igual como con los niños, mediante experiencias y con el uso de sus otros sentidos seguramente lograremos que aprendan a mejorar sus cultivos”
           
            Así lo hicimos, cada vez que visitamos una unidad de producción y detectamos la presencia de productores Sordos, se realizaba una actividad práctica de como mejorar el nudo crítico que estuviera afectando su producción, permitiendo que vieran, tocaran, olieran y realizaran ellos mismos la actividad, lo sorprendente fue ver los resultados cuando hacíamos las visitas de control, ver como efectivamente estaban llevando a cabo lo aprendido y habían logrado mejorar sus cultivos. La educación sensorial se convirtió en un aspecto fundamental del programa.
            Yuli: “La formación del  campesino Sordo debe llevar los siguientes pasos: primero tocar que sientan las texturas de una planta sana y una enferma por ejemplo, la segunda ver, que puedan ver una planta sana y compararla con una enferma, que puedan ver en un microscopio o lupa el organismo que causa la enfermedad. Oler, que sientan que una planta enferma puede tener mal olor, mientras que una sana no, seguro ese olor no se les olvida y los ayuda a identificar alguna enfermedad en el futuro, por último el sabor, que prueben que saben diferente una fruta sana comparada con una enferma.”

Los sentidos son los órganos encargados de captar la energía del entorno, la energía que impregna en los sentidos desencadena y produce sensaciones. La energía que impregna los sentidos es a lo que se denomina estimulación sensorial son estímulos que impregnan y activan los sentidos de forma natural o programada. Cuando programamos la estimulación sensorial, elegimos los estímulos que creemos adecuados para favorecer el desarrollo y el aprendizaje de las personas, niños y adultos, que precisan estimulación que active mecanismos cerebrales para potenciar su desarrollo personal y social.
Existen mecanismos cerebrales que organizan las sensaciones recibidas, y generan y producen percepciones para representar el mundo. La estimulación sensorial es lo que denominamos primera forma de contactar y conocer el entorno: Los estímulos que llegan al cerebro-lo activan- el cerebro procesa la información y elabora respuestas que irán generando conductas y comportamientos simples y complejos en respuesta al entorno que va construyendo.
            Con estas consideraciones mejoramos cada taller o charla a impartir y de esta manera logramos formar a muchos productores, Sordos adultos interesados en agricultura, niños y jóvenes. La mayor satisfacción para ambas fue saber que algunos Sordos comenzaron a sembrar en sus hogares y esta actividad les generaba un ingreso al vender las cosechas, así como ver que la agricultura comenzó a ser una alternativa para las niñas y niños Sordos, cuando iniciamos estas actividades y hacíamos la típica pregunta ¿que les gustaría ser cuando sean grandes? Las respuestas eran diversas pero jamás nadie decía agricultor o ingeniero agrónomo, con los años de trabajo en este programa esa tendencia cambió, cada vez eran más niños y jóvenes que decían quiero ser ingeniero agrónomo. Muchos llegaron incluso a inscribirse en la Universidad Central de Venezuela (UCV) para estudiar agronomía, sin embargo, al tiempo abandonaron por la ausencia de intérpretes.
            La agricultura en señas nos enseñó las estrategias correctas para formar al Sordo en materia agrícola, nos permitió errar y mejorar cada estrategia, nos dejó saber que la educación sensorial es un camino valioso para los procesos de formación en personas Sordas, nos llenó de fortaleza para luchar cada día más por el crecimiento de este programa.

ENSEÑAR A OTROS

Yuli: “Es muy importante enseñar a otros, no sería justo que yo se algo y eso que se no se lo enseñe a otros, hay que compartir el conocimiento y yo quiero compartir lo que he aprendido con otros Sordos, por ejemplo yo aprendí de agricultura, seria egoísta que me quedara con eso solo para mi cuando puedo ayudar y enseñar a otros, por eso para mi es muy importante que otros Sordos aprendan y si yo los puedo enseñar porque no hacerlo”.

            Esa manera de pensar de Yuli me hace recordar lo que un día escribió Fernando Savater acerca del aprendizaje humano cuando dice: El ser “humano” es también un deber, la solidaridad es un rasgo propio de las personas ”muy humanas”. Habrá pues quien ni siquiera intente ser humano o quien lo intente y no lo logre, junto a los que triunfen en ese noble empeño. La función de la enseñanza está tan esencialmente enraizada en la condición humana que resulta obligado admitir que cualquiera puede enseñar, y nos puede enseñar sobre cualquier cosa. Compartiendo lo expresado por Savater pues pienso que Yuli puede perfectamente como hasta ahora lo ha hecho enseñar a otros, como muy bien lo hizo conmigo con tantas cosas que han cambiado mi vida.
            En el año 2010, Yuli inició las gestiones para ingresar a la Universidad, consiguiéndolo en la Universidad Simón Rodríguez de Maracay estado Aragua, específicamente en la carrera de Administración y finanzas, su propósito el de ser una administradora que pudiera ayudar a otros Sordos a organizarse en el uso de su dinero.
            Sus estudios los fue realizando de manera integrada con su formación extracurricular en agricultura y llevando a cabo los talleres de formación de agricultura en señas.
            Yuli: “Me habría gustado estudiar agronomía, pero es difícil sabiendo que lo más cercano es la UCV y allí no cuentan con intérpretes, en
La semilla silente
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La semilla silente

Narrativa testimonial de una joven sorda

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