Detrás de cada competencia existe, siempre, un espíritu festivo. Más allá del resultado, la promesa oculta es la fiesta. Y más aún cuando la competencia premia a todo un barrio. Entonces la alegría es compartida y todos participan, de una u otra manera, por el premio. Así, vemos hileras de gente llenando las calles de un barrio convertido súbitamente en una pista de carreras, gestos de aliento, miradas quietas, capaces sólo de seguir el recorrido, voces que intentan transmitir la energía necesaria para completar la carrera. Así, vemos a estas mujeres montadas sobre sus bicicletas, pedaleando y ganando velocidad; los ojos fijos, no en la meta sino más allá, en lo que significa: una guardería nueva para el barrio.

Aquí la carrera se transforma o son los ojos que la ven los que finalmente cambian y ya no se trata sólo de mujeres de pollera en bicicleta compitiendo entre ellas, intentando llenar un espacio vació en alguna vitrina. No, aquí, de pronto, aparecen mujeres que son madres o mujeres que algún día lo serán, jóvenes o adultas, compitiendo juntas, ya no entre ellas, sino uniéndose todas para ganarle a la necesidad.

Estas imágenes son las memorias de ese día.

texto: sergio thaine

Ensayo publicado en la revista municipal de culturas de la ciudad de La Paz JIWAKY