Para los guaraníes, la palabra es el alma. Ayvu: palabra-alma, alma-palabra. La vida y la muerte son la vida de su palabra, y la medida de sus realizaciones y de sus crisis está dada por las formas que toma su palabra.
La historia de los guaraníes es la historia de su palabra, la palabra que se le impone con el nombre, la palabra que escucha, la palabra que él mismo dirá, cantará y rezará, la palabra que en su muerte todavía es palabra que fue: ayvukue. Curt Nimuendajú (1914, pp. 284-403).
Fragmento
Ayvu Rapyta, de León Cadogan
Ayvu Rapyta, de León Cadogan
Nuestro Padre Ñamandú, el primero,
antes de haber creado, en el curso de su evolución, su futuro paraíso,
Él no vio tinieblas:
aunque el sol no existiera,
Él existía iluminado por el reflejo de su propio corazón;
hacía que le sirviese de sol
la sabiduría contenida dentro de su propia divinidad.
El verdadero Padre Ñamandú, el primero,
existía en medio de los vientos originarios;
en donde paraba a descansar
la Lechuza producía tinieblas:
Luego de haberse creado a sí mismo, asumiendo una forma humana
De la sabiduría contenida en su propia divinidad
creó nuestro Padre el fundamento del lenguaje humano
e hizo que formara parte de su propia divinidad.
Antes de existir la tierra,
en medio de las tinieblas primigenias,
antes de tenerse conocimiento de las cosas,
creó el Fundamento del Lenguaje Humano.