Los pétalos de la aromática flor de Cempasúchil guardan el calor del sol para más tarde iluminar el camino de regreso a los difuntos, como una conexión que une el mundo de los muertos con el mundo de los vivos.
Contemplando su creación, que nace del amor eterno de Xóchitl quien fue convertida en esta significativa flor, revelando la perpetua dualidad entre la vida y la muerte.