Despertar de un sueño en donde nos rodean situaciones irreales, y hasta ese momento darnos cuenta de la extrañeza de la situación. En Mulholland Drive puede que lo delate un aeropuerto con aduanas deficientes en el que no checan pasaportes y entregan las maletas de los pasajeros a taxistas de la calle. En la historia de Simone, un reflejo en el espejo con silueta humana y cabeza de animal, o la piel verde de una presencia que se percibe sólo a momentos.
En un estado de conciencia nos podemos acercar a los sueños a través de la moda de Bimba y Lola. Un sueño no tiene principio ni fin, ni tampoco sigue una línea coherente. No existe un porqué, ni siquiera un sentido. Sólo apareces en un escenario.
Nos olvidamos de la lógica y jugamos con la luz, sus sombras, con texturas, colores y ritmo, para imitar este mundo borroso del que salimos cuando abrimos los ojos.
fotografía Jose Espínola
estilismo y texto Daniela Navarrete
maquillaje y pelo Georgina Prieto