Fragmentos socioterritoriales
Un análisis intencionado del barrio de Guanarteme.
”Estas casas, las 40 Casas, presentaban un perfil arquitectónico que implicaba lo común, lo colectivo, lo compartido: azoteas comunes, balcones comunes, enormes zaguanes y, sobre todo, un patio intermedio, a cielo abierto, en el que confluíamos todos, residentes y visitantes […] todo ello en una atmósfera mezcla de olores industriales, a café, a vainilla, a caramelos… El aroma del viejo Guanarteme, donde las puertas de los vecinos siempre estaban abiertas y sólo había que llamar, llamar a Gloria, a Juan Manuel, a Ipe, a Mela, a Mingo, o a cualquier otro, y quitar la aldaba, porque seguías en casa.”
Leonardo Marrero Medina, 2011. Homenaje a las 40 Casas de Guanarteme.
Una periferia dentro de la ciudad. El barrio de Guanarteme nació como un grupo de viviendas humildes para trabajadores del Puerto de la Luz, en los límites de la ciudad de Las Palmas. De hecho, no fue hasta el principio de la década de los años 40 cuando pasó a formar parte del municipio. Las Palmas fue creciendo, y lo que en un principio eran los límites, se convirtió en parte del centro neurálgico de la ciudad. Una zona industrial, de vivienda autoconstruida, que de repente se encontraba entre puntos tan clave como el Paseo de las Canteras, la Avenida Mesa y López o el Auditorio. Y mientras estas zonas están en constante renovación y ampliación de actividades, el resto parece abandonado a su suerte. Guanarteme es complejo porque no pertenece a ninguna categoría. No es un barrio en riesgo, pero tampoco un punto de interés. Es un lugar, una transición, el sitio por el que hay que pasar para llegar a alguna otra parte. Desde fuera, no parece que pase nada malo, pero cuando uno habita Guanarteme, ve que el problema verdadero es que no parece pasar nada.
Gran parte de la heterogeneidad y fragmentación espacial de la ciudad contemporánea hunde sus propias raíces en sucesivos movimientos de rotura del sistema de solidaridad y en el correspondiente emerger de sistemas de intolerancia, ya sean de carácter sanitario, religioso, étnico o cultural, o tengan relación con diferentes modos de vida o niveles de renta, hábitos de consumo o cuestiones relativas a las características del espacio habitable. La intolerancia niega la proximidad, separa y aleja actividades, edificios, espacios públicos, sus habitantes y usuarios. […] En las historias de las ciudades y de los territorios no se tienen en cuenta estas cuestiones de los diversos dispositivos físicos y espaciales, madurados normalmente en periodos bastante extensos; se alude a ellos genéricamente, sin relacionarlos de forma precisa con las visiones geopolíticas que revelan y cuyas actuaciones consienten.
Bernardo Secchi, 2014. La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres.
Las Palmas de Gran Canaria, 2018
