Chulucanas al norte de Perú, gran parte de su población se dedica a la elaboración de céramica; la cuál se ha vuelto representativa del país debido a su alto nivel estético.

 En la Encantada; una población a 10 kilómetros del centro de Chulucanas, me esperaba Ale; que llevaba un par de semanas viviendo con una familia de ceramistas, de los que estaba aprendiendo de su técnica. Ahí nos reunimos para continuar juntas para Lima.

Me acogió la misma familia, siendo un gran acercamiento y sin siquiera esperarlo pudé presenciar la elaboración de dichas artesanías, apreciarlas con detenimiento, y convivir con gente tan humilde como talentosa.

Durante mi estadía la mejor experiencia fue viajar a la parcela familiar, acarreados por un burro y guiados por un perro. Fuímos a recoger frutos y aunque en su mayoría fueron mangos, encontramos de distintas variedades y tamaños, para repartir entre todos.  

Otro día paseando, nos encontramos con un grupo de niños muy alegres, con increíble curiosidad hacia nosotras, y totalmente felices de posar para la cámara con una gran sonrisa; una infancia plena en compañía de familia y amigos.

No podían faltar los anuncios de los bailes locales; característica de todo pueblo Latinoamericano; "Reventonazo"el mejor lugar para encontrar marido y ponerse la destrucción de la semana.

Y así entre caminatas, paseos, y mucha tranquilidad pasó una semana hasta que llego el momento de agarrar la mochila y continuar el camino.

Hasta ahora Perú ha sido el país en el que más tiempo me he quedado; más he recorrido; tiene un lugar muy especial en mí corazón. Talvez por ser tan distinto y tan diverso pero también por la increíble similitud que tiene con México.