Fiestas en discotecas, fiestas en piscinas y a pie de playa en apartamentos y hoteles, turistas un tanto desmandados, decibélios elevados, djs y un ajetreo festero prácticamente veinticuatro horas al día son ciertas ideas que a muchos le vienen a la cabeza cuando se habla de Eivissa. Mas, si bien parezca patraña, hay otra Ibiza, más bien, otras Ibizas donde lugareños y amantes de la calma pueden gozar a sus anchas lejos del trasiego farandulero y furioso.

Ibiza tiene algo que ‘engancha’ y de ahí que os damos ciertas razones por las que vale la pena conocerla.

Ibiza, famosa al lado de Formentera como las islas pitiusas (nombre en heleno de un género de pinos que pueblan las dos islas), es uno de esos lugares del planeta que prácticamente todo el planeta conoce o bien, por lo menos, ha oído charlar de él. Sus quinientos setenta y dos m2 son un pequeño gran mundo donde conviven los rincones naturales más preciosos y tranquillos con el desenfreno festivo en temporada alta.

Uno de sus primordiales atractivos son sus calas. Más de doscientos diez km de playas de aguas turquesas y cristalinas (obligatorio llevarse lentes y cilindro) dibujan su silueta, ciertas de ellas solo alcanzables en navío o bien en zapatillas de deporte. De hecho, nuestra recomendación es el alquiler de velero para disfrutar de Ibiza a fondo.

 Hay para todos y cada uno de los gustos. Al norte, en la zona de Portinax, se hallan ciertas más apacibles con unas vistas panorámicas espectaculares, como Cala Xarraca.

Otras, como Pou des Lleó, Es Cubells o bien Cala Olivera (acá hay unas rocas pintadas por artistas anónimos) son literalmente escondites. En esta línea, Atlantis se podría decir que es la más reservada de todas y cada una. Se tarda por lo menos una hora hasta llegar al mar y por el camino hay pequeñas pozas resultado de las subidas y bajadas de la marea.

Otras, como las Platges de Comte, tienen una belleza singular sobre todo al atardecer, cuando cambian de color. Asimismo, las hay grandes y familiares como Es Figueral o bien Cala San Vicente. Y otras, sencillamente son mágicas, en el sentido pleno de la palabra. Cala d’Hort, encabezada por el islote de Es Vedrà, cuenta con cientos y cientos de leyendas que charlan del magnetismo y energía del peñasco que aun ha divisado ovnis y silenciado el radar de los navíos que por allá han pasado.