La expansión demográfica, producto de las grandes migraciones del interior hacia la capital durante los años cuarenta, llevaron al gobierno de Fernando Belaunde Terry a impulsar la construcción de grandes unidades vecinales. Contrariamente a anteriores proyectos urbanos como la Unidad Vecinal Nº3 y la Unidad Vecinal Matute; la Residencial San Felipe estuvo dirigida a la clase media y se ubicaba en una zona estratégica, se halla camino al aeropuerto, que es otra obra fundamental de aquel gobierno, y conecta con la avenida Javier Prado.
Desde su construcción en el año 1956, esta unidad vecinal supo traducir los conceptos de modernidad acuñados en Europa y Estados Unidos que ya se venían trabajando en diferentes países de Latinoamérica. Para el arquitecto Sharif Kahatt se puede leer la Residencial San Felipe como un collage de ideas de modernidad, identidad y progreso cultural latinoamericano hibrido, una experiencia monumental para la ciudad de Lima. La Residencial San Felipe significó para la época una nueva manera de habitar una ciudad que ya se tornaba caótica y violenta. Un símbolo de país moderno que anhelaba el Estado.
