Des-hábitat

Un hogar es quizá el espacio más cotidiano en la vida del ser humano: una cama, un espejo, una ventana, un asiento, una pared… Sin embargo, difícilmente reflexionamos sobre la relevancia que cobran estos objetos en el paso incesante de los días.

Esta era la casa de mi abuelita. Aquí jugué escondite con mis primos, comí fresas con crema, aprendí a amarrarme los zapatos y destapé muchos regalos de navidad junto a mi familia. Ahora suele estar deshabitada, envuelta en las sombras y en el recuerdo de lo que alguna vez fue.

Hoy miro la casa de mi abuelita desde un espejo retrovisor que me acaricia el sentir. Observo las formas cargadas de geometría, los colores terrosos conjugados con tonos pasteles y los juegos de luces y sombras que imprimen cierta melancolía; los contemplo con la angustia de no querer olvidar ese lugar que habité tantos domingos de mi vida.

En esta obra evoco la poesía, la nostalgia y los silencios eternos que se han apoderado de la casa que habitó mi familia por más de cincuenta años.  A través de atmósferas taciturnas congeladas en el tiempo y estéticas anacrónicas que reflejan el paso de este, resalto un espacio considerado como trivial que sobrepasa el umbral de lo ordinario.



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Soledades Crecí visitando estos espacios todos los domingos. Es la casa de mi abuela, un lugar entrañable que guardo en mi 'memoria poética'. Aq Read More

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