Y entonces, un día, sin previo aviso, se nos cayeron las palabras al suelo. En estruendo y rotura. Desperdigadas y hechas añicos.
Con las manos las palpamos, tratamos de recomponer los pedazos. Con las manos, desnudas, las volvemos a unir.
Pero ya no son las mismas, ya no. Son lo otro, lo escondido. En el fondo de estos pozos salados que conforman mis ojos, que recrean mi pecho.
Las palabras se me rompieron en el esternón. Ya no entiendo lo que me susurran al oído.





 
Palabras Rotas
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