El proyecto surge a partir de la necesidad o posibilidad de interactuar con el agua directamente, por este motivo la propuesta se ubica sobre el borde de Getsemaní y manga donde, si bien hay una relación directa con el agua, está se desaprovechando ya que no es posible acceder a este espacio, por otro lado, el trazado propuesto pretende retomar la continuidad perdida a lo largo de la muralla entre el baluarte San Ignacio de Loyola y el de San Lorenzo.
Las diferentes franjas permiten dar respuesta a las relaciones que se buscan en cada sector, en el caso de la franja de flotabilidad se propone un espacio no solo de transito sino de permanencia donde sea posible entrar al agua, sentarse y jugar con los desniveles que se generan a partir del módulo.
El cartel refleja la intención de generar un recorrido que en algunos puntos se traza por la tierra y en otros entra al agua para permitir la interacción. El proyecto se desarrolla a partir de diferentes zonas que se ven representadas en la sección, en esta se encuentran todas las franjas unidas con el fin de representar la multiplicidad de opciones que tiene quien recorra el proyecto. En ciertas partes se eleva a manera de puente y en otras flotas e incluso se hunde para permitir a las personas tocar el agua y jugar con ella.
