Probablemente, la magia sea la primera experiencia en satisfacer nuestra capacidad de sorprendernos ante aquello a lo que no encontramos explicación. Presenciar sucesos contrarios al cauce del razonamiento, nos obliga a cuestionar nuestras creencias más profundas. En su actividad más pura, la magia se encarga de vulnerar las leyes naturales y quebrantar el orden de la rutina. En la hechicería, lo prodigioso fascina por extraordinario.
Como vehículo transmisor de ideas, el cine es una herramienta educativa, efectiva y poderosa, que permite concienciar al espectador de otras realidades. La representación fílmica de la magia como práctica empeñada en transgredir la lógica de la naturaleza, nos lleva a lugares donde lo asombroso es posible. Sin embargo, incluso ahí, resulta complicado subvertir el orden de lo moral, donde la costumbre se construye a golpe de conocimiento.
La presente exposición desprecia lo sobrenatural, ignora el prodigio, aborrece lo asombroso.... A través de un conjunto de referencias gráficas, audiovisuales y escultóricas, se articula un discurso expositivo que aborda, desde una postura crítica, el sistema de creencias que late bajo la construcción cinematográfica de la magia; fronteras ideológicas que se sitúan a la base de nuestra convivencia y que ni siquiera el mayor de los poderes consigue transgredir.
