Llegamos un poco agitados, si no es que nerviosos por la sacudida del camino. El chofer, de aspecto serio y mal encarado, era seguramente piloto de pruebas certificado en algún club de velocidad callejero. Nos dejó al pie de la costa y caminamos sin rumbo por la Esmeralda. Espera, tengo que comprar cigarillos. Quizá éste sea el lugar. Después no habrá donde, y sin pensar entramos en un kiosko de lotería. En el mostrador, un viejo pedía, sin cansarse, boletas para el sorteo mayor. Dame el ocho, el veinticuatro y dieciséis para hoy. ¿Hay sorteo para mañana? Sí. Entonces dame el cinco, el veintitrés y el cuarenta y dos; no, no, mejor el cuarenta y cuatro. Lo mirábamos con ternura, sin interrumpir su trance matemático. Bah, ¿por qué no se apura? Y la señora detrás nuestro, que lo miraba con urgencia, replicó hacia nosotros, ¿Qué le pasa?, así no se juega. Yo compro dos boletas nomás, pero ésta, ésta es la ganadora. Ganaré el sorteo y me iré al Caribe, a las Bahamas. Ustedes se ven como de otro lado, pero la vida da muchas vueltas. Sí, bueno, venimos de visita. ¿Conocen las Bahamas? No. Bueno, pues después de que me gane el sorteo, estoy segura que los veré por allá. Y dame el setenta y séis, el ochenta y uno y el diez. No, no, mejor el noventa y siete, acá me iré por los grandes. Mierda. ¿No quieres que vayamos a otro lugar? No; sólo aquí venden los que me gustan. Ya casi termina, mira. Dale. Oigan, ¿y ustedes no compran boletas? No. Sólo venimos por cigarillos. Ah, y este culiáo que no termina. Ya, bueno, mi nieta también se aburre cuando me acompaña, pero me la voy a llevar, a las Bahamas. A que conozca la playa y a relajarnos en la arena. Y dame el trece, el cuarenta y treinta y cuatro y la cuenta total. Mierda por fin… ¿Y ustedes muchachos? Deme un paquete de veinte rojos, por favor. ¿Sólo eso? No, y deme dos raspaditos Super 7. ¿Del sorteo millonario? Sí. Es que con éstos nos vamos a ir a las Bahamas. ¿Cierto? Sí. ¿Usted conoce las Bahamas? No. Bueno nosotros tampoco, pero recién nos organizamos para vernos allá, cuando ganemos. Ya, ¿eso es todo? Sí. Cuídense muchachos, nos vemos pronto, en el Caribe.