Jorge Luis Borges inventa un bello cuento: en un imperio lejano los cartógrafos dibujan un mapa tan preciso que su tamaño iguala al del territorio que representa, el mapa cubre el país.

Si un mapa debiera alfombrar su país ¿Cómo debiera ser una bandera, la bandera por excelencia? Debiera ser un símbolo de todas y de cada una de las personas de esa nación, una enseña formada por los colores que pertenecen a cada ciudadano y de los que nadie se puede apropiar. La bandera es el signo de todos y cada uno: cada cual con su vida y su labor va dando pinceladas en la construcción de ese signo que nos abraza a todos.

A partir de esta definición, Manuel Cuevas, director de la Galería Estampa, propuso a Antonio Pérez una metáfora estética: jóvenes artistas representarán a todos los ciudadanos y cada uno de estos novísimos creadores realizará una obra individual que se sumará al conjunto coral como la tesela de un mosaico.

La bandera que ahora contemplamos es un friso de grandes dimensiones que aúna la totalidad heterogénea de un signo hecho por una multitud de creadores individuales: de lejos nuestra mirada descubre una bandera bien urdida, con puntadas y tejidos de distintos matices que se unen inequívocamente en la imagen del símbolo que conocemos. Si nos acercamos descubrimos dibujos individuales, obras de artistas que tienen un camino incipiente y único; nuestros ojos se asombran al descubrir miles de obras de reducidas dimensiones, magníficamente realizadas, que en la estructura de montaje aparecen enmarcadas individualmente. Ante esta bandera tenemos la impresión de haber contemplado un país en la foto de un satélite. Al acercar el zoom descubrimos que esos colores geográficos se concretan en figuras humanas.

Bandera es una obra coral que en su modo de estar confeccionada nos recuerda los cadáveres exquisitos de los surrealistas. Dalí, Lorca y Buñuel realizaron preciosas creaciones guiados por el capricho de la fortuna. Doblaban un papel y cada uno de ellos proseguía el dibujo del anterior sin ver nada más que la última línea dibujada. En esta bandera el azar sitúa la obra de un artista al lado de su compañero. Los cadáveres exquisitos de los surrealistas se apoyaban en lo aleatorio para descubrir sus afinidades inconscientes. En esta bandera el azar de la situación refuerza la metáfora de la bandera como símbolo de todos, cuyo aspecto depende de vecindades que la vida cotidiana nos ofrece.

Este emocionante proyecto se une a la serie de obras corales que la Galería Estampa ha propuesto a la Fundación Antonio Pérez. Moleskine, Abanicos y Delicatessen son los pasos anteriores de este camino artístico. Todos estos proyectos tienen en común que Manuel Cuevas, director de la Galería Estampa, propuso a estudiantes de la Facultad de Bellas Artes de Madrid participar en un proyecto colectivo, de modo que artistas noveles de esmerada formación complutense tuvieron la oportunidad de exponer su obra por vez primera en los bellos stands de la Fundación Antonio Pérez. Bandera es un paso más en esta colaboración artística que se afianza en cada nueva convocatoria.

Luis Mayo