Un nuevo salón de belleza de atmósfera cálida, relajada e informal personalizado por la madera de roble sin tratar y la ausencia de paredes.
A partir de una reinterpretación de los elementos preexistentes en el antiguo local, como sillas de corte, lavado
y displays; el objetivo es, integrarlos en un ambiente confortable para todo tipo de público.
El local, de 46 m2, se ha adecuado dotándolo de una cómoda zona de espera con vistas al exterior y aprovechando al máximo el espacio para albergar cinco puestos de corte, una zona para maquillaje y una zona de lavado.
El mobiliario especial y su estudiada altura ayudan a definir la funcionalidad de cada zona. Estas zonas se plantean sin divisiones, para hacer posible que queden conectadas visualmente y permitan una relación constante entre los clientes y el personal del salón, consiguiendo un espacio de trabajo fluido y confortable.
Finalmente, tras la propia envolvente, se alojan de manera oculta el office, almacén y aseo.
El local, de 46 m2, se ha adecuado dotándolo de una cómoda zona de espera con vistas al exterior y aprovechando al máximo el espacio para albergar cinco puestos de corte, una zona para maquillaje y una zona de lavado.
El mobiliario especial y su estudiada altura ayudan a definir la funcionalidad de cada zona. Estas zonas se plantean sin divisiones, para hacer posible que queden conectadas visualmente y permitan una relación constante entre los clientes y el personal del salón, consiguiendo un espacio de trabajo fluido y confortable.
Finalmente, tras la propia envolvente, se alojan de manera oculta el office, almacén y aseo.
El hecho de tener todo un frente de cristal ha condicionado para que se haya tratado el interior casi como un proyecto de escaparatismo. El sofá rojo, aporta una nota de color al local que actuará como reclamo visual desde el exterior.