Un regalo de Navidad realizado junto a la escritora y amiga Paula Schultz
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Agosto Cortezas es de profesión cantautor. Canta lo que autorea, o sea. Una vez le pidieron que cantara una zamba ajena y debió negarse. “Es cuestión de principios”, declamó frente a la audiencia. Y de finales, porque nunca más lo volvieron a contratar para que animara la Fiesta Regional del Relincho. Por rebelde.
Agosto es, a su modo tan personal, un mago del verso. Hace magia con sus notas. Los pájaros, hipnotizados, aletean sobre su cabeza como si ejecutaran algún tipo de danza ritual. Los árboles se mecen al compás de sus bemoles y hasta las lagunas parecen darle potestad a sus cantos por sobre la Luna, y adecuan sus ires y venires a los soles y laes de la guitarra de Agosto.
Y así como se lo oye, poco hay de egoísmo en su hacer: tanta rebeldía en copla responde al profundo convencimiento de Agosto Cortezas por el valor de la firma, de ser autor de sus propios pensamientos, cantos, actos. Él cree que lo más importante es expresarse (ya sea con palabras, colores primarios y/o secundarios, líneas, trazos con el codo derecho o silbatinas en allegro) y que quien encuentra la manera de hacer que sus ideas tomen forma, alcanzó la libertad.
Bien por Agosto. Y bien por los libres.
