Cuando la historia oficial nos es contada confiamos ciegamente en su veracidad, pero y si no es asi como las cosas sucedieron?
Si tenés unos minutos de tu pueril existencia para leer estos parrafos, verás que has sido engañado toda tu vida.
                                                           LA LEYENDA NEGRA DEL MARACANAZO
 
 
Alcides Edgardo Ghiggia, prócer de la historia nacional, hombre representante de viejos valores ya olvidados en nuestra sociedad actual, consumista y tinellizada a más no poder.
Héroe de una gesta sin igual, imposible de igualar ahora, con jugadores más preocupados por sacarse selfies que por meter goles.
Nuestro relato de hoy tiene como protagonista a este señor y a algunos de sus compañeros de selección de por aquel entonces, bajo la dirección del gran Obdulio y algún técnico que ha quedado en la historia, quizá por no proferir insultos en rueda de prensa o intentar hablar en portugués sin saberlo.
El campeonato de Brasil del 50 es difícil de imaginar desde nuestra perspectiva, donde Cavani twitea si se tira un pedo o Icardi le roba la esposa a su amigo en HD, era una época distinta, la maquinaria comunicacional no existía o era débil y solo se hablaba de futbol y de golpear mujeres en los programas deportivos de antaño. Las costumbres de los jugadores no eran materia de debate, si un jugador iba al azabache de la época a nadie le importaba, si no le pasaba la pensión alimenticia a sus botijas eso era problema de la justicia, no de Sánchez Padilla ni del Toto.
Cierto es que los jugadores salían más a menudo de copas entre todos, sin remordimiento.
Esta historia se sitúa en Brasil mismo, en pleno campeonato mundial de futbol.
Alcides y amigos salían todas las noches que podían, a hacer como quien dice turismo sexual. La oferta y el escaso control por parte de las autoridades hacían de aquel lugar un paraíso terrenal, al alcance de cualquiera con unos pocos reales, o pesos, o cruzeiros, o la moneda que se usara en aquel momento.
Pero la debilidad de nuestro héroe eran los traseros masculinos, así es, la primera revelación de este relato es que Ghiggia era bufanda (era, porque dejo de serlo en 1994).
Nada vamos a decir acerca de gustos, si Artigas se casó con la prima, porque Ghiggia no podía comer trabas a morir??.
 En fin, una acalorada noche en Rio de Janeiro, previo a la final en Maracaná, Alcides salió de parranda y en su gira nocturna llego a un lugar recóndito, con pocas luces y buenos precios, decidió entrar a probar suerte, a esa altura estaba tan mamado que no le importaba mucho donde se metía. Fue allí que sus ojos se iluminaron y vio aquel brazuca con ropas de mujer y nada lo paró hasta hacerlo suyo. Después de consumado el acto y al momento de pagar, el brasilero le dice: “espero mañana no me trates así” (las palabras fueron “espero mañana no me rompas el culo así” pero decidimos poner la versión soft).
Tamaña sorpresa se llevó nuestro ariete celeste al percatarse de que aquel joven que había amado no era otro sino el mismísimo arquero de Brasil Moacir Barboza, que ejercía el meretricio ante la alicaída situación monetaria del futbol norteño, sumido en crisis por mal manejo de capitales por parte de dirigentes corruptos (algunas cosas no cambian más).
Alcides huye despavorido deseando que solo sea  producto de su imaginación.
Llega el otro día, la gran final, y sucede lo inexplicable. Barboza irrumpe al vestuario celeste a los gritos, clamando más amor por parte de Alcides, desesperado, llorando y alocado…, claro, se había enamorado.
Situación insólita previo a una final del mundo. Entre todos intentan calmarlo y Ghiggia decide llevarlo a otra parte del vestuario, para charlas más tranquilamente mientras los jueces llaman a los cuadros a la cancha, en minutos se jugaba el partido.
Fue allí que llegaron a un rápido pacto para evitar más vergüenza y disputar el partido de manera normal. Las palabras de un apurado, desesperado y pillo Alcides fueron las siguientes... Viendo que el joven brazuca no se callaba y quería casamiento si o si, Alcides lo condiciona y le dice que le va a dar amor y muchas más noches como las de la  víspera, pero con una condición, que se deje hacer un gol. Tres millones de uruguayos fueron los que hablaron, tres millones de ventajeros, tres millones de almas negras se manifestaron a través de los labios de Ghiggia.
-Que?????
- Si, eso, si te dejas hacer un gol, mañana mismo nos vamos a vivir juntos a Bahía, te prometo samba, ticholo y carnaval todas las noches.
Consumado el trato, se estrecharon la mano y disputaron el partido como señores de ley.
Después lo que ya sabemos, partido 1 a 1, clima tenso, los norteños ya se sentían campeones, cuando en un córner Alcides le recuerda a su amante el pacto. Jugada posterior Ghiggia corre por la punta y en vez de tirar el centro atrás,(el centro de la muerte) hace lo impensado.
Remata al arco, ante una débil respuesta de Barboza y Uruguay decreta el 2 a 1. El Maracaná enmudecido, la gesta charrúa se hacía realidad, pero esta parte de la historia ya la sabemos.
Luego de todo lo acontecido, de los festejos y demás, sucede lo obvio, Ghiggia no cumple su promesa, se va de Brasil y Barboza, único culpable de la derrota Verde amarela, que en aquel entonces jugaba de blanco, decide arrojarse al vacío desde el corcovado no sin antes dejar una carta explicando el porqué de su decisión. Esa carta fue comprada por la federación brasilera a las autoridades judiciales que atendían el caso, para que no saliera a la luz, pero ahora ya todo se sabe.
Ghiggia era bufanda, se garchó al arquero de Brasil para que se deje hacer un gol.
Maracanazo
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