Coney Island
Island, una península situada al final del barrio de Brooklyn, en Nueva York
las clases medias atraídas por la playa, las atracciones de feria y los puestos de comida rápida
que se instalaron entonces y que todavía hoy dotan de su particular carácter a este lugar.
Tras la Segunda Guerra Mundial comenzó la decadencia del complejo, ya que las familias
tenían mayor poder adquisitivo y vehículos para desplazarse a otros lugares. El ocaso del
complejo no hizo que éste dejara de fascinar.
El universo onírico que envuelve a las oficinas de Francisco Segarra gira en torno a este
parque de atracciones decadente; un teatrillo de marionetas, un viejo pórtico de entrada, un tio
vivo, una rullotte de mercaderes, una noria, y una escenografía de una jaula exterior con
bestias y vegetación.
Una roulotte restaurada; motivos art noveau solapados sobre cuero marrón. Un fascinante
acolchado y una escenografía al mas puro estilo Tim Burton.
EL tio vivo, nos hace volver a la infancia, a la nostalgia…un salto en el tiempo, inspirado en
referencia parisinas y con el juego de que los propios taburetes y sillas hacen de caballitos.
Una noria seccionada, de acabado industrial, donde los habitáculos se sustituyen por respaldos
de sillas recuperadas. El pórtico de entrada, realizado a base de rejas recuperadas nos da la
bievenida a este mundo fantasía y nos conduce hacía la jaula; donde conviven cachivaches,
vegetación y bestias infames.