Ondas.
 
En una época de líneas y en una vida de igual manera una tarde muy fría al dormir sentí una presencia cerca de la cama, no le di mayor importancia, pero luego desperté congelándome y al lado mío sonaba el hermoso sonido de mi mujer en sus profundos sueños. Me hablo una voz mental y me dijo que me recostara para poder empezar el viaje. Extrañamente le hice caso sin pensar que podía ser parte de una locura. Cuando desperté estaba en una base en el año 2138. No supe muy bien que pensar, solo que era uno de esos sueños extraños de los cuales puedes contar al otro día y sonreír. Un hombre de entre la semi luz se acerca sin mover sus pies y su larga figura me dice mentalmente que me acerque a la luz. Voy como si nada y en esa inmensa pantalla que abarcaba toda la habitación, que no tenía murallas ni límites; comienzo a ver líneas, luego ondas, eran las mismas líneas que se iban entrelazando y se transformaban en ondas. Me explica que son vidas, todas las posibilidades infinitas de vidas, dependiendo de las decisiones, la línea que tomaras, la onda en la que iras, y dependiendo de ello, cual vida en cual onda va más adelante. Difícil de entender, pero no es complejo si lo vemos como ondas, en las cuales hay muchos tu, cada cual en su propia vida, viviendo de acuerdo a sus decisiones, ósea que por cada decisión se generan más y más ondas, y líneas y vidas y TU.
Me dice también que en una de los trillones de vidas en el año 2008 hay un desequilibrio que podría llegar a afectar a las demás ondas y que algunos de nosotros, los del 2014, debemos ser enviados a solucionar. La pregunta obvia es cómo. No siendo respondida mi consulta me duermo otra vez y despierto en un jeep verde musgo con dos tipos que nunca había visto, eran pareja, jóvenes, de unos 25 años más o menos, ellos estaban igual de confundidos que yo. Nos miramos desconcertados.
“hola soy Susana y no tengo idea que pasa aquí” dije sonriendo.
“hola yo soy David y el es mi pareja Oscar”  replico con tono dulce y confuso.
“Chicos esto es como una pesadilla extraña, lo más raro es que quiero despertar y no pasa nada!!”. Exclamé.
“Un lio de aquellos”. Dijo Oscar.
 
 
“quien sería ese personaje flaco y plomo que nos hablaba como por la mente?”. Medio asustado nos dijo David.
“bueno chicos esta camioneta está equipada como para una guerra!”. Seguí exclamando.
 
 
 
Mirando alrededor en el jeep, que no se quedaba para nada en espacio, contenía armas, no solo de balas, sino sables, cuchillos, granadas, etc, un baúl con ropa, bototos, y dos colchonetas con sacos de dormir.
Nos bajamos a mirar donde estábamos y ahí nos dimos cuenta que sobre el jeep estaba el conteiner y dentro muchas latas de comida, esa que dura y que no necesita congelarse. Mínimo nos llamo la atención.
Estábamos situados en una playa en las afueras de la quinta región. El oleaje fuerte y las nubes cubrían el cielo en plenitud. No andaba nadie por ningún lado y la hora así como el día o el mes o el año, eran inciertos para nosotros.
Subimos al jeep y conversamos sobre gustos y diferencias, nos reímos de situaciones antiguas y la pasamos muy bien comiendo y hablando de la extraña situación. Hasta que llegamos a la entrada a Valparaíso. No andaba ni un alma. Ni un perro, ni un gato, que podría pasar, ese era nuestro lema. Que podría pasar aquí que no anda nadie, hasta especulamos sobre un partido de futbol o con un exterminio masivo, de repente de la nada aparece ese insólito ser, mescla de pesadilla y video juego, con su ropa desgarrada, con sangre por todas partes y arrastrando uno de sus pies, que estaba como roto. Oscar se bajo a verlo, quizá necesitaba nuestra ayuda, pero no era así. El tipo se acerco lentamente y en un fugaz intento su boca desangrada y sin dientes intento acercase a Oscar para comérselo. Ahí nos percatamos que algo andaba mal. Algo andaba muy mal. Salí del jeep y con una ballesta apunte al tipo atravesándole el cráneo.
Nos subimos al jeep asustados y conversamos sobre el tema. Sería que estábamos en un apocalipsis zombi. Era irreal, improbable, irrisorio, irónico etc. Pero era verdad, estábamos en una situación extraña y extrema y no sabíamos que hacer.
 
 
 
Fuimos a la comisaria del cerro barón, la tercera, allí creía yo podrían darnos alguna respuesta, mas grande fue nuestra extrañeza cuando vimos a los carabineros que quedaban convertidos en verdaderos zombis y no tuvimos más que matarlos, o lo que sea, ocupamos algunas armas que venían en el jeep. Un prisionero que había pasado por ebrio la noche tras las rejas estaba en shock, nos conto que de repente de la nada un chico llego y mordió a un carabinero y después todos estaban como locos haciendo cosas extrañas y que él se había metido en un hueco dentro la celda para que no se lo comieran.  Nos dijo que era el 2008, diciembre, 24.
Nuestros rostros y el asombro.
Solo pensaba donde estaba la gente importante para mí, mi madre y mi pareja. Santiago era mi meta. Para los chicos era importante que no nos separáramos, que fuésemos juntos a donde fuésemos.
Me baje y tome un bolso.
“no irás sola”. David no me dejaría sola, aunque yo quisiera irme a la china; eso me agravaba de él. Un buen amigo.
Tome mis ganas de ir a buscar a mi amor, pero con la incertidumbre de saber que no me conocería, que en este año estaría con su anterior pareja, con mi ex compañera de colegio, en otra vida, con otras metas, convencida a medias de que quizá no sería bueno, pero las ganas de verle me estaban torturando y saber si estaba bien, si aún no era uno de esos seres como humanos.
Antes de partir de la comisaría escuche un ladrido. Fui a mirar que había y mi gran sorpresa cuando vi a un perro labrador entrenado y amarrado en una celda, justo metido en el rincón oscuro. Abrí sigilosa mientras los chicos sacaban al tipo de la otra celda; le llame, pero no se acercaba. Temía que se abalanzara sobre mí y me mordiera o que estuviese infectado con esa cosa come humanos. Lentamente se acerco y me dio su patita, como presentándose. Me agache y creo haber visto su sonrisa, mire su placa que colgaba de su collar…”Bairon”…
“Lindo nombre; Bairon”. Le dije mirándolo fijamente.
 
 
 
El me observo por unos segundos para posteriormente mostrarme donde estaban las armas. Lo seguí casi instintivamente, pero al ver las armas tras esas rejas pensé.
“Donde estará esa llave?!”
Bairon casi respondiendo mi pregunta, se agacho y rasguño una alfombra que circundaba el piso al lado izquierdo de la reja. Saco con su nariz entre sus colmillos un complejo manojo de llaves. Tal fue mi sorpresa al verle que las tome de su hocico y comencé a probar con cual abrir la reja. Luego la de los uniformes con protecciones, luego la de los bototos para marchas, luego la del comedor que daba a la cocina. De ahí sacamos toda la comida que había.
El tipo que estaba en la celda era Nicolás, muy amable y aun con aroma a cerveza y vino. Nos relato que entre sus visiones esa madrugada presenció la metamorfosis de los carabineros y que además escuchaba en las noticias del caos reinante en Valpo, Santiago y Conce, por la expansión de lo que ellos denominaban “nodrizo”. Una especie de virus aéreo que levantaba a los muertos conectando solo el cerebelo al hipotálamo, generando un reflejo de hambre de carne, especialmente humana. Oírle era estar en un mundo sacado de una película de terror.
Camino a Santiago Oscar me hacia recordar bien por donde podría ser que viviese la persona que yo buscaba, pero nunca supe a ciencia cierta donde era, solo que el bus de acercamiento pasaba por la calle “san miguel” y que esto era en la ”Cisterna”.
Dormí unos veinte minutos, estaba nerviosa y ansiosa por llegar.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A la entrada de Santiago un grupo de niños trataban de salir de su colegio. Decidimos bajar a ayudarles.
“Chicos hay nodrizos dentro???” susurro David mirando con sus binoculares desde la ventanilla del jeep.
Según ellos no había nadie más que ellos. Subimos escalando la muralla, para poder abrirles por dentro. Nicolás se quedo en el jeep.
Oscar y yo entramos salón por salón viendo los rastros de profesores, supongo, muertos, pero aún no convertidos.
David intentaba abrir la puerta, pero ésta estaba trabada.
Bairon entra súbitamente.
Nicolás le sigue.
Escucho un grito de niño
Oscar viene desde el salón oeste corriendo y tras él unos diez nodrizos.
“Corran, corran, corran!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!”. Gritaba a más no poder.
Yo quede paralizada al ver la horda de seres sin vida caminando.
Los  niños, pensé.
Bairon me empuja y con ello me vuelve en razón.
Corro tras Oscar, mientras  Bairon y Nicolás intentan controlar a la horda, que cada vez crecía más, cada vez se paraba otro ser muerto y comenzaba a caminar.
David salta la muralla y con Oscar comienzan a pasar uno a uno a los niños.
Nicolás, Bairon y yo conteníamos.
Uno de los nodrizos no murió ante mi arremetida con una bala; Nicolás lo decapito. Ahí supimos que estaban evolucionando. Rápidamente evolucionaban.
“salta Susana, salta!!!” fue lo último que dijo Nicolás.
Bairon empujaba a los seres.
Yo tome al último niño y Oscar lo subió a un bus que se había posado fuera.
 
 
Salte sin mirar atrás; Bairon salto tras de mí.
Cuatro tipos se bajaron del bus agradeciéndonos sacar a sus hijos.
“Llegábamos tarde, gracias chicos”.
Subimos al jeep y seguimos nuestro camino. Silencio.
Santiago nocturno, Santiago en su madrugada más oscura.
Por las calles el aire era denso, ni una luz reflejaba las sombras que se escuchaban.
Gritos, eso era todo. Gritos y uno que otro nodrizo que veíamos pasar, tirarse al jeep o que estaba escondido sin rumbo en alguna esquina.
Los cuatro pendientes de dónde íbamos.
Un par de horas después y encontramos la calle. Miedo, ansiedad, me envolvían por completo.
Entramos simplemente a siegas, disimuladamente, apoyándonos en las luces que daban los cascos que sacamos de la comisaría. Los cuatro temblábamos, Bairon olorosaba buscando a alguien de quien no conocía su aroma, lo cual le dificultaba su trabajo. David nos dijo al bajar del jeep que trabajaríamos en equipo, pero sin balas, solo ballestas, sables, cuchillos.
Pisando en el salón un reflejo me dijo que mirara bien sobre la cocina y ahí le vi. Bairon se abalanzo sobre ella, botándola, al pararse Oscar le metió una fleja justo al centro de la cabeza. Se volvió a levantar, entonces fue cuando reaccione y corte su cabeza.
No había odio ni guerra, no habían cuentas “aún”, por cobrar, ni deudas que pagar, fue sin rencor, fue por sobrevivir, fue porque ya era un ser muerto, ya era un nodrizo.
Alce la voz.
“No hay más chicos, buscaré a Francisca”. Mi voz sonó a paz inquieta, a ese dolor de estomago cuando darás ese examen final del que depende tu futuro.
Fui a la habitación del lado derecho de la casa.
 
 
Oscar apoyado en David guardaban toda la comida posible, en especial las latas.
Bairon olía la otra habitación, sentía algo, sabía algo.
De pronto salta un nodrizo sobre mí, pero en el aire Bairon lo intercepta y lo bota, Oscar dispara su ballesta certeramente en la sien. Era Fernando, un amigo de ellas que les arrendaba esa habitación.
 
Por primera vez sentí que Francisca podía ser, podía haberse convertido. El miedo me invadía, no quería matarle, no quería.
Abrí suavemente la puerta, que crujía por la falta de aceite.
La vi en la cama aún dormida, con la luz sutil de mi casco apunte a su rostro y vi su rostro. Suspire.
David me apura.
“Volvamos al jeep, viene una horda!”. Me comento acercándose a mí, mientras tomaba en brazos a Francisca.
Ella no despertaba, casi como la bella durmiente, casi como si estuviese en un sueño y no en esta, en esta pesadilla.
Oscar y Bairon nos abrían camino, Francisca despierta y grita muy fuerte. David pone su mano sobre su boca y trata de hacer que se calme.
Nos subimos  al jeep entre la horda inmensa de cientos de nodrizos.
Todos bien.
Confundida Francisca nos miraba y entre sollozos intentaba preguntarnos qué pasaba.
“Tranquila mujer, te explicaré todo, ero con calma, estamos ayudándote, de apoco entenderás lo que sucede”.
Comencé la historia desde el principio, aunque sonaba latero darle toda la vuelta, esa sería la única forma que ella comprendiera bien donde, como y porque; aunque el porqué ni nosotros lo comprendíamos bien, aún.
 
 
Camino a las afueras de Santiago un grupo de motoqueros nos dan alcance y entre juego de luces nos indican por dónde ir.
Una vez en un lugar seguro, cerca de un vertedero, nos bajamos del jeep y saludamos a los tres chicos que venían cada cual en su moto; dos hombres y una mujer, delgada, alta, morena, con su pelo rasta y abundantes tatos.
“Yo soy Miguel, el de la moto con un foco es Leon para los amigos, Leonardo para el mundo y la chica es Noehan; ella se nos arrimo cuando veníamos de Concepción”. Sonriendo nos comenta Miguel, quien no oculta su postura de chico rudo, pero a la vez su buena onda y sus ganas de agruparnos, nosotros, los sobrevivientes.
 
 
 
Una vez la madrugada y la grata fogata, saltaban las risas y las historias. Todos estábamos fijados en ese desierto de chatarra y basura, comiendo, bebiendo, como si fuera de allí no hubiese nada, porque no hay nada, porque el mundo cambió, por lo menos esa onda, esa línea, esta frecuencia en la que nos hallábamos clavados y enterrados, insertos e inciertos.
Nada como respirar un momento y creer que todo es como siempre, nada como pensar que se está conociendo gente y pasando un buen momento; pensé “hablaré con ella nuevamente” y bueno, al mirarle ahí, sigilosa y sin expresión en su rostro me di cuenta que si era la misma persona, solo que con menos vida y que en esta “vida” quizá podría, quizá.
“hola”. Acercándome entre el humo de la fogata abrazadora y la suave brisa, dije.
“hola”. Me contesto.
“Mira sé que aún no entiendes lo que pasa y sé también que crees que esto es un mal sueño, pero bueno….” Intentaba terminar la oración cuando se acelero y con mirada fija dijo.
 
 
 
 
“No te preocupes; entiendo, entiendo muy bien, me quedo súper claro lo que me explicaste y bueno, si hay que vivir en esta onda esto que estamos pasando, hagámoslo bien.”
Quede perpleja, mientras ella posaba su mirada sin fondo sobre las brasas abrumadoras.
Paso la noche y paso en vela.
Los tres chicos misteriosos que habían aparecido nos dijeron que ellos eran de Santiago, pero del año 2024 y que a pesar de tener entre 21 y 24 años sabían algo sobre lo que en ese año se comentaba de las ondas paralelas y el posible choque entre ellas.
Definitivamente no es lo mío levantarme temprano después de haber bebido y conversado toda la noche y por lo que puede verse en el ambiente, todos teníamos el mismo pronóstico.
“Ok chicos, debemos emigrar. Saquen y carguen sus armas, coman algo, vallan al baño, pónganse ropa cómoda. Hoy será un día de búsqueda.” Parado firmemente sobre sus dos piernas añadió David. Él siempre a sido líder, se le nota, su semblante siempre esta sereno y da esa sensación de saber my bien lo que hace. Todos creemos y confiamos en él, aún más yo porque me apoyo en la búsqueda mía, cuando podría simplemente haber tomado otro rumbo. Su altura le acompaña, igual que su fibrosa anatomía, su cara es marcada y su pelo castaño claro, con esa barbilla semi cuidada le da ese toque de macho recio, macho alfa.
Salimos a eso del medio día. Todos íbamos meditando u orando. Bairon se echó justo en mis pies y Francisca se sentó a mi lado en el jeep. Adelante Oscar y David planificaban el viaje directo a la moneda. Los chicos en sus motos nos escoltaban. Íbamos a toda marcha cuando una horda de unos doscientos nodrizos apareció justo por la alameda, frente a nosotros. Creo haber visto esa suma de nodrizos, pero claramente eran muchos más.
 
 
 
 
 
 
Se ilumino el cielo, quedo blanco, pero no había tiempo para observarle.
David grito que siguiéramos a toda marcha, nosotros al frente para ir abriendo el paso a los chicos en sus motos, pero Leon no logro anclarse detrás de nosotros y fue atacado directamente por los nodrizos. David freno en seco.
“Saquen armas de alto impacto”. Grito fuertemente, mientras Oscar veía las bombas.
Yo y Oscar bajamos. Saque el sable y comencé a cortar; era como picar carne para una salsa, asqueroso, repulsivo, pero no podía detenerme; Oscar lanzo con fuerza de atleta tres de las granadas que llevaba alejando de Leon los nodrizos. Miguel y Noehan apuñalaban y pateaban nodrizos. Hicimos una especie de túnel para sacar a Leon; Francisca y Bairon corrieron por entre nosotros tomándolo entre ambos y ayudándolo a subir al jeep. Bairon agarro fuerte su bolso y lo monto en un gran salto también. Oscar lanzó dos granadas más y una bomba de humo. Yo empuje a dos nodrizos al borde de la acequia, David, que estaba colocado sobre el jeep, disparaba hordas de balas. Bairon volvió por mi y Oscar; los chicos subieron sus motos con la ayuda de David, sobre el jeep. Una era una harley, la otra una 150 de carrera. Si bien perdimos una moto, Leon sobrevivió y esto nos hizo unirnos más que como grupo, como especie, como sobrevivientes.
Impresionantemente David nos saco de allí; hordas y hordas de nodrizos nos seguían a paso lento la mayoría, pero un par de ellos llamaron la atención de Miguel.
“Miren a esos dos animales, saltan no caminan y sus ojos se ven más grandes y rojos”. Apuntando asustado exclamo. Sentado en la parte posterior del jeep íbamos espantados y superados ya que teníamos por certeza que los nodrizos habían logrado evolucionar en diferentes formas.
Una cosa nos quedo claro ese día, necesitábamos una camioneta para transportar la motos, además la noche caía rápidamente y aún nuestros corazones latían rápido.
Alameda altura recoleta y divisamos gente entrando a sus casas.
“Hola”. Dijo David bajando el vidrio de su ventana del jeep.
 
 
 
Una señora mayor le respondió amablemente. Paramos y conversamos con ella un momento. Nos comento que estos seres aparecían mayoritariamente de noche y que comenzando a salir el sol atacaban con fuerza porque luego desparecían. David y Miguel buscaron cerca algún taller mecánico y cuando volvieron nos dijeron que a unas tres cuadras había uno bien equipado. Nos despedimos de la señora y fuimos al taller.
“escuchen chicos nos armaremos como lo hacían los antiguos guerreros, uno tras de otro, cosa de que nadie quede con la espalda desprotegida, vale!”
 
 
Miguel sabía de peleas, pero David sabía cómo hacerlo en equipo.
Nos adentramos al taller saltando su muralla de metal de 3 metros de altura. Primero Oscar, quien fue alzado por el gigante de Miguel; así paso Noehan, yo, Francisca, Bairon, Leon y éste ayudo a Miguel a saltar al último.
Una vez dentro nos armamos como ejercito Espartano, comenzamos a hacernos paso entre los escombros de chatarras y muertos descraneados. Uno de ellos trata de agarrar mi pierna, pero Bairon destroza su cabeza en un mordisco; la sangre vuela como plumas a nosotros y Noehan pega un salto empujando a Oscar el cual se afirma de unas latas mal puestas que se afirmaban de la muralla sur. Gran sorpresa cuando de la parte posterior un hombre de unos cincuenta años nos mira aterrorizado y perplejo. Entre sollozos nos indica la puerta de acceso al local, que además de taller, fue hogar.
“Hola, somos amigos”. Acercándose despacio Miguel intenta comunicarse con el hombre.
Él se pone en posición fetal y llora.
David empuja con fuerza la puerta, que ha sido trabada por dentro.
Oscar, Noehan, Francisca y yo tomamos un fierro grueso y entre todos empujamos, rompiendo la puerta.
Bairon se acerca al hombre y éste lo acaricia disimuladamente.
 
 
 
“No había visto gente viva de hace mucho” nos dice entre lagrimas susurrando.
“No te preocupes, todos hemos sido sorprendidos con esto”. Responde Francisca, mientras se acerca a él, se agacha y acaricia su cabeza.
Volvemos a la formación, Bairon y Francisca se quedan con el hombre.
Entramos, oscuridad total, aroma a descomposición, sonido de silencio y entre ellos uno que otro grito desgarrador de ultratumba.
“No desarmen el orden”. Susurró David.
La piel de gallina y un golpe, un vaivén de luces, apagado encendido, rápido, rápido, más rápido, luz, oscuridad, luz, oscuridad, otro golpe, NODRIZOS!!!!!!!!!!!
David cubre, empuja entre parpadeos intensos de luz y sombra, Oscar con acuchilla, descabezo, Noehan destripa, al suelo, dos más, al suelo, arriba, mira arriba, entre el parpadeo de luz y oscuridad, un nodrizo con su cabeza gigante, sus rasgos como de serpiente, sus ojos entre la luz y la sombra se destacan, rojos, Miguel dispara con el silenciador, no cae, sigue caminando..
 
Bajando, David empuja a otro, Noehan acribilla, descabezo, mientras ese nodrizo baja las escalas y sangra pero las balas no hacen efecto. Miguel va cuerpo a cuerpo a esperarle bajo.
Silencio profundo, luz, sombra, parpadeo más intenso, como en secuencia, yo miro el techo las murallas y es inundado el pánico, Noehan me remece, David va a apoyar a Miguel que no está y ese nodrizo se aproxima y ese sonido de trompetas en el cielo, ensordece, la luz la sombra. David vuela y queda tirado en un rincón.
“Miguel, donde estas, Miguel!!!!!!!!!!!!!!!!!!”. Grita desesperada Noehan.
No puedo pararme, no puedo. Ese nodrizo se me acerca y Oscar se interpone, pero es mordida su cabeza y devorada frente a mí. Bairon se lanza sobre él
Francisca esta en el piso, al menos eso veo dentro de los parpadeos. Me agacho, tomo el sable y se lo cruzo al nodrizo en su inmensa cabeza, que aún tiene otros rastros del cabello de Oscar.
 
 
Caigo a piso, lloro.
Entra el hombre que estaba fuera cuando llegamos y grita, su chillido nos hace sangrar los oídos a todos y mucho más a Bairon, que aúlla de dolor.
Silencio, solo escucho el deslumbrador silencio. La luz parpadeante se aleja y caigo.
Cuando recobro sentido miro a Francisca que está a mi lado recostada, dormida aún y a los chico; Noehan, David, Miguel. Bairon tomaba agua en un pocillo en una esquina de la habitación.
Me levanto despacio y veo la silueta de unos hombres muy altos y donde sus cabezas ocupan gran espacio. No veo bien, aun no distingo. Todo es de color gris. Camino acercándome, en ese instante el hombre me toma del brazo.
“Recuéstate, ya estarás bien”. La dulce voz de un abuelo que nunca tuve y esa calidez en su voz.
David me despierta.
“Hola, como están todos?”. Pregunto tocando mi cabeza.
El esta acongojado, su novio no sobrevivió. Sentado al lado mío comenzó a llorar, me senté y le abrace.
Francisca despierta y nos mira en silencio. Bairon se acerca y pone su ata derecha sobre las piernas de David.
“Qué paso?”. Miguel se trata de poner en pie.
Noehan se sienta con piernas cruzadas y comienza a rezar en un extraño idioma.
Todos estábamos golpeados.
Entra la luz de la mañana a la habitación y con esto el hambre, aunque de apoco los sueños comienzan a dejarnos.
Me puse de pie.
“Bien, tenemos que llegar, como sea”. Exclamé.
 
 
 
David hizo lo suyo, cargo su bolso y sus armas y nos ínsito a movernos. Todos lo seguimos sin dudar.
Bairon al frente, Miguel y Noehan por los lados, atrás David y yo, al centro Francisca.
Bajamos en formación, despacio, con luz la escena se veía en su totalidad. El cuerpo de Oscar estaba destrozado y sin cabeza por doquier. Entre él también otros tantos cuerpos de igual manera.
“Busquen comida y armas”. David nos indica, sin mirar a Oscar, haciéndose el fuerte, con voz resonante.
Miguel y Noehan fueron a la cocina, Bairon, Francisca y yo recorrimos el lugar, que en su amplitud era revelador.
Linternas, agua, comida en latas, mantas, cuchillos, fueron algunas de las recompezas. Sacamos una camioneta antigua, año 60 aproximadamente, con refuerzo, bastante enchulada.
“Bien chicos, nos dividiremos, Miguel y Noehan irán en la camioneta con sus motos; todos los demás en el jeep”. David no lo propuso, lo impuso y acatamos.
Abrimos el garaje despacio; afuera no andaba nada, solo el silencio aterrador de siempre.
Camino a la moneda, camino a una explicación, camino a que nos saquen de aquí.
Un día helado, nublado y sombrío, un día de pensar y recordar.
Por las calles aparecían de vez en cuando uno que otro nodrizo, incluso vimos humanos, pero no paramos, ni siquiera a hablar.
 
 
 
 
 
 
 
Tome el puesto de Oscar dentro del jeep. Miraba el devastador paisaje y el reflejo de mi rostro en el vidrio me hacía recordar.
La moneda, ya oscurecía, nos colocamos al lado sur, donde no llegase primero la oscuridad y pudiésemos salir en caso de emergencia. Nadie. Bajamos mientras la camioneta aparcaba.
“Epa David que llevamos muchas armas”.
“Miguel, no sabemos qué pasará, así que es lo mejor”. Respondió David a Miguel.
Caminamos en orden directo a las puertas de entrada y Francisca golpeo.
Bairon miraba a su alrededor. Quizá sentía algo, por su forma de actuar.
Se entre abrió y Francisca empujó con firmeza. Entramos y aparecieron los nodrizos, eran unos veinte o treinta; nos formamos y comenzó la contienda, empujones, descabezados, tripas y sangre formaban parte del aire y del piso de la entrada del lugar; todos circundábamos a Francisca, casi como a una abeja reina. Miguel destrozaba por completo los cuerpos añejados y vinagres de los nodrizos, hasta que aparecieron tres, tres gigantes nodrizos, similares al del taller. David quedo helado, todos quedamos así.
“Plan b chicos, Susana corta, Bairon empuja y Noehan destroza”. Nos grito agónico David. En sus manos corría sangre, eso me enmudeció y aunque sabía que esto era un extraño experimento, no podía caer, no podría pararme de ser así.
Golpe, corte, destrozados pedazos de seres, gritos, todos haciendo de árbitros en una partida de ajedrez donde el que cae, muere.
Se acabo, cayeron los nodrizos, cayeron los gigantes, miramos alrededor Bairon y yo, Noehan miraba también. Miguel estaba de pie intentando retomar el aire; Francisca atónita aún al medio, aún viva; David levanto su espada y su revólver mientras movía su cuello, reponiéndose; No había heridos, por lo menos eso vimos, hasta que cae de rodillas Noehan, se derrumba, por partes, su cabeza primero, su espalda después, sus brazos, a piso. Tripas, sangre, dolor.
 
 
 
 
“NOOOOOOOOOOOOO!” grita entre los muertos, muertos Miguel.
David no se detuvo, camino firme hacía la escalera; todos seguimos sus pasos.
Entre el murmullo del silencio y la entrante oscuridad, se escuchaba el leve sollozo de Miguel.
Arriba un par de nodrizos. David los decapita.
 
 
 
El esquema había sido modificado. Adelante David; al medio Francisca; al lado izquierdo Bairon, al derecho yo; atrás Miguel.
Llegamos al tercer piso. Entramos empujando la puerta principal. Sorpresa el hombre del taller. Sorpresa un hombre de gris con cabeza predominante y altura sobre el promedio, nos miran entre el aire espeso y mutis. Nos miramos confundidos. Habríamos llegado al final, o habríamos llegado al comienzo?.
Una línea es paralela a las demás líneas, hasta que se entrelazan en ondas y éstas se hacen infinitas, desde un punto de inicio, hasta un punto final, mas d ese punto de inicio hasta el punto final comienza y hay otra onda colmada de líneas y así sucesivamente. Si una de las líneas es más larga o más corta debe ser rectificada. Hay virus, hay epidemias, hay consecuencias. Si miras el cielo y vez una estrella parpadear es porque su onda ya no existe, el brillo es el destello de un pasado, de una muerte anunciada, hace miles de años lo más probable.
 
.F.I.N.
 
 
 
 
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