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Una moto se rinde ante la belleza del Palacio Leloir



Marcelo Hidalgo Sola nos invita a recorrer lo que fuera alguna vez la vivienda familiar de los Leloir, una esplendorosa Mansión de estilo francés que aloja hoy al Círculo Italiano de Buenos Aires. Un espacio para disfrutar de una verdadera joya de la  arquitectura porteña que se funde con una propuesta gastronómica de primer nivel en el restorán que funciona en el jardín de la residencia. 


Cuando uno estaciona la moto frente al Palacio Leloir, en Recoleta, no quedan dudas de que se está frente a una construcción nacida de la mano de un artista. Lo primero que impacta en esta mansión de 1903 es la elegancia de sus formas, el vuelo de sus líneas, su ornamentación exquisita como navicida de ágiles  toques de pincel. 

El primer detalle que impacta del Palacio Leloir,  ubicado en la calle Libertad al  1264, es su entrada. Las rejas de hierro forjado en su parte central presentan líneas simples pero los portones de entrada y salida están embellecidos con grandes figuras circulares con diseños de gran trabajo artesanal, lo mismo que las líneas superiores e inferiores que se van complejizando con figuras ornamentales de estratégico balance visual. 

El Palacio cuenta con un gran patio de acceso, rodeado de un amplio jardín y diseñado para el paso de carruajes, que  lleva directo a la entrada principal de la residencia. Al mirar hacia arriba, una espléndida marquesina o pequeño techo forjado en hierro y vidrio protege al visitante de una posible lluvia. El diseño es tan sublime que la marquesina pareciera estar hecha de pétalos de flores blancas dispuestos armoniosamente sobre el lugar. Es tan delicada y sus formas tan armoniosas y originales, que atrae como un imán la mirada, y el resto de la imponente fachada se diluye ante esta pieza de diseño único. 


Un pequeño palacio francés.


Marcelo Hidalgo Sola, experto en cultura de Buenos Aires,  explica  que la Residencia Leloir o Palacio Leloir, fue proyectada por el arquitecto noruego Alejandro Christophersen para ser la vivienda familiar de Antonio Leloir, un importante estanciero argentino.  La mansión, arquitectónicamente se posiciona dentro del estilo del Academicismo francés con toques de Art nouveau.  Su estructura tiene una planta baja y dos pisos superiores con un gran jardín posterior, patio delantero y entrada para carruajes. 

​Su fachada, está revestida en  piedra símil París, un material que le suma categoría a la construcción y que lleva un trabajo  100%  artesanal.Una técnica muy difundida en los primeros años del siglo XX para dar esplendor a los  palacios urbanos. 

En  Argentina y Uruguay, se conoce a esta técnica  bajo la denominación de símil piedra París.  Se trata tan sólo de  un simple revocado inspirado en la piedra verdadera  que es utilizada en las construcciones más típicas de la capital francesa. Este tipo de revestimiento fue perfeccionado con el tiempo  por los constructores de origen italiano que arribaron en los tiempos de la gran inmigración europea a la ciudad de Buenos Aires.

Elementos simples cuya mezcla hace la magia :  el cemento y/o  la  cal que,  con el agregado de arena de diferente granulometría y la  suma de diversos minerales molidos como la dolomita , la mica y  la calcita bajo la mano diestra de un obrero artesano,  obtienen un resultado sublime. 

El color característico de la símil piedra París, es obtenido mediante sutiles modificaciones en las proporciones y combinaciones de los componentes. Si bien el empleo de materiales de tipo natural limitaba la paleta de colores a tan solo las  gamas de grises y tonos ocres, se obtenía, en cambio, una integración cromática perfecta de los edificios, aunque tuvieran entre sí algunas discordancias de tamaño, estilo o diseño.

En su interior la Mansión Leloir posee otros elementos que le dan categoría, lujo y distinción. Como son las sublimes arañas de cristal de factura vienesa , mármoles italianos de diferentes tonalidades y una boiserie intacta. El mayor orgullo en la actualidad, es una  tupida biblioteca que asemeja a un gran museo que cuenta con   vitrinas,en donde se pueden encontrar  enciclopedias y diccionarios sobre cultura italiana que datan de  1790.​

En junio del año 1944, el Palacio fue vendido por la entonces reciente viuda de Leloir, Adela Unzué al Círculo Italiano de Buenos Aires, institución fundada en 1873.Y hoy se pueden encontrar allí, diferentes propuestas culturales para toda la comunidad.

Por ello , para conocer el interior del Palacio Leloir, donde funciona la actual sede del  Círculo Italiano, tan solo hay que traspasar la bonita marquesina de la entrada e ingresar a un lugar que instantáneamente da la bienvenida a sus visitantes. Una vez en el interior, quizás uno se deleite más con los mármoles,otro con las escalinatas en espiral ,o  las piezas y esculturas que embellecen el lugar. También atrapa el quizás  el jardín del fondo con su inmenso plátano bicentenario. Y allí funciona el restorán Bravo, donde, como entrada, recomendamos pedir queso brie crocante o una rica burrata.Después de todo, disfrutar de  Buenos Aires es lo esencial en cada recorrido.

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