El domingo 12 de noviembre del 2022 se desploma el arco del morro de Tumaco.
La semana previa, estuve ahí celebrando mi vida, iluminada por la luna llena saltando sobre las olas y bailando con mi amante sobre la arena, ebria de amor por él, por el viche y por los canticos de la sirena del Arco. No logré traducir en palabras el embrujo erótico y salado del mar sobre mi cuerpo, tampoco el dolor que me generó la caída del Morro, porque con él, también cayó mi amante con sus ancestros. Las palabras son insuficientes para albergar la narrativa sobre la expansión de mi corazón: murió, renació y le salieron branquias. Como regalo de cumple, el mar también me liberó del temor a la muerte para sumergirme con libertad en las profundidades de mi propio mar creativo y emocional. No tengo vestigios de la arena en mi piel o el recuerdo de su voz, solo tengo eso que pude traducir en colores y texturas sobre la mamá mar.

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