Lucrecia Gimenez's profile

Proyectos Curatoriales

LA CIUDAD VIAJERA
por Lucrecia Gimenez

Una ciudad viajera. Viaja a través de la imagen. Una ciudad de metal, hecha de plata, delineada con fuego. Una ciudad que entra en la palma de la mano que la crea, la hace maleable y geométrica; la mano que hace posible su movimiento ante el aparente destino de su inherente quietud. Esta ciudad camina y cambia de ecosistemas. A veces se afianza en la comodidad de su decir conectando con lo inespecífico. Otras, se reconstruye entre orgánicas ondas en un intento de reconfigurarse a sí misma. Reducidas piezas totémicas, ruinas, arcos y portales. Una huella en la arena, una civilización ausente.

Entre formas simples que se erigen hacia algún sol y otras que resuenan bajo el brillo de la luna, se sostienen en una fina lámina que es tan etérea como puntiaguda, firme para sostener el peso de las cargas simbólicas que conciernen a esas formas y liviana a la vez, para dejarse flotar en el espacio de lo atemporal.

En medio de esa arquitectura de lo imposible se percibe un entorno donde habitar lo contradictorio. Monumentalmente pequeña hace de lo opuesto su lugar. El pasado y el futuro coexisten liberados de la mirada juiciosa del presente que los observa. Un nuevo tiempo.

Daniela Compagnon explora materiales, formas simples y sus desplazamientos. Acostumbrada al manejo de dimensiones y pesos en gran escala, decide dar un gran salto hacia el otro lado de su propia cosmogonía: recae en el trabajo minucioso de la orfebrería. De un lado u otro, el minimalismo es el idioma común: líneas, rectas, circularidades; puntos de unión, ejes en equilibrio; sacar de contexto elementos funcionales para exponerlos a una redundancia confusa. Repetir e insistir sobre un mismo material y sus recorridos para cuestionar cómo se sostiene, cómo se vincula con el vacío, cuánto mide un océano. Mientras se hace estas preguntas, sube a un flete desplazando obras a otras ciudades. Su cuerpo, es el lazo que posibilita que las distancias se diluyan y que el arte encuentre todos sus caminos.

Rutas, viajes y esta ciudad que también se mueve, buscándose, redefiniéndose. Una ciudad que es única, que crece a través de sus sombras.


La Ciudad Viajera
Daniela Compagnon

Exposición individual
Residencia Corazón
La Plata. Junio, 2023

UNA GOTA DE TIEMPO, UN INSTANTE INFINITO 
por Lucrecia Gimenez



Un transcurrir lento se despliega en cada trazo. Cuánto vacío los rodea, blanco aire que se deja respirar. Un idioma vegetal nos habla oscilando entre líneas que brotan y crecen buscando el sol, a la horizontalidad de caminos que nos dan un lugar para el reposo, para estar. Cada obra se contempla a sí misma como un instante, que lejos de ser fugaz, extiende una nueva temporalidad que se traduce en un infinito y se expande al vincularse con las demás.

Una gran cantidad de manchas parecieran ser fragmentos de un mismo ecosistema donde el tiempo es impreciso, pero nada dubitativo. Mariana Pastorino comparte todo su tiempo ligado a lo anecdótico y vivencial, atesorado en una desmesurada serie de piezas que pasan de entrar en una mano, a envolvernos para también ser paisaje y perdernos dentro de esos entornos. Su metodología del hacer se mueve libre guiada por la repetición, para dejar emerger lo diferente, que no se luce ni se ve, separado del resto. En la insistencia se respira todo su universo.

Y es con el mínimo gesto que construye toda una inmensidad: de una sola pasada desliza sobre el papel las pinceladas que colorean un horizonte tranquilo y constante, a veces ebullen en nuevos estados desdibujando las líneas, caminando en nebulosas que tiñen de misterio su simpleza. Tanto acontece en esa paleta que, aunque esquiva la forma, se detiene perfecta ante los límites de la hoja.

Cuánto es la duración real de esas aguadas que disuelven cronologías para dejar que la mirada se pierda en otro tiempo que nada tiene que ver con lo numérico. Entendemos cada momento como una huella cargada de corporalidad y lo percibimos como un gran continuo que se desplaza a su propio ritmo, ramificándose en subgrupos, sutiles variantes de formatos y paletas; habitando paradojas de llenos y vacíos, líneas y plenos, lo contenido y lo espontáneo, lo abstracto y lo concreto, para cruzarse en algún punto a veces, para retomar el camino inicial otras, luego de estas mínimas experimentaciones que generan grandes cambios a nivel sensitivo. 

Nos quedamos sosteniendo el aire, contemplando eso que resuena como un todo desde la distancia y que al acercarnos nos susurra los detalles de nuestra propia intimidad.




Una gota de tiempo, un instante infinito
Mariana Pastorino

Exposición individual
Residencia Corazón
La Plata. Noviembre, 2022
MEMORIAS DE MUSEO. Voces del patrimonio
por Lucrecia Gimenez


Más allá de las salas, del espacio visible y conocido. Un poco más allá, al resguardo de la luz de las miradas, movimientos bruscos y ruidos fuertes de la calle; atrás un tanto escondido, está eso que realmente hace de este espacio un Museo: la colección. Miles de  obras reposan desde hace ya cien años. Todas ellas, desde las más añejas a las más contemporáneas, de todos los estilos, temáticas y géneros, materialidades, soportes y dimensiones, residen entre anaqueles y diferentes niveles, ordenadas, inventariadas, anónimas o de grandes maestros. Todas ellas, forman una gran totalidad que le da identidad y gran valor al patrimonio.

Trabajar en el Museo es tener la oportunidad de conectar con un tesoro cultural. Seguramente cada uno de nosotros recordamos el primer dia que bajamos esos escalones para entrar casi en un universo paralelo y conocer en intimidad el corazón del museo

Memorias de Museo. Voces del Patrimonio surge en momentos en donde nos tocó a todos vivenciar lo que las obras hace años viven: estar quietas, solitarias, esperando poder salir. Darle voz al patrimonio es también abrir la posibilidad de escuchar lo propio, esos vínculos que nos hacen conectar con esta obra, o con aquella, más allá de su virtuosismo técnico, estético o saberes que rondan la historia del arte. Decir a través de ellas, algo que nos pasa, qué sentimos al mirarlas. Relatos que nos inventamos al vincularlas entre sí, recuerdos que vienen al presente al asociarlas con alguna sensación familiar y darnos la posibilidad de generar lazos también así con los artistas que las crearon.

Cuatro episodios abren camino para inventar historias que exceden el saber o el conocer. Un oso polar nos conecta con la historia de su creador, caminando por las infinitas curvas de su piedra tallada. Una muchacha enredada en sus pensamientos, entre flores y paisajes abiertos, escucha la música del silencio desde la quietud de su silla. Una invitación a caminar entre las obras y comprender paso a paso, cómo se saborea el aire frío que recubre el museo dormido. Una escena invernal y una carta sin tiempo, como las obras, como sus artistas.

Memorias de Museo, Voces del patrimonio da la posibilidad de fijar la mirada en otras nuevas obras que también desean ser vistas y sobre todo escuchadas, accionando desde  la palabra, la imagen y el sonido para poner en diálogo un todo poético que le de voz tanto a las obras como a quienes trabajan en el museo. Poderoso modo de transportarnos a otros espacios, imaginarnos un museo expandido y sin paredes donde cada uno tiene la posibilidad de releer la misma obra, contando siempre otra historia posible.


Muestra de obras patrimoniales, textos y audiovisuales
Sala Observatorio Audiovisual
Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti
La Plata.  Abril, 2022
EL SILENCIO DEL REPOSO
por Lucrecia Gimenez y Maite Peláez


Suspendidos sobre un muro o transitando el espacio invisible del vacío del aire, las figuras se suceden unas tras otras, penden de hilos, clavos y bandas elásticas construyendo estructuras que devienen en ¿edificaciones? ¿Exploraciones del terreno? ¿Espacios sensibles?

Ante una aparente calma se presenta la expansiva posibilidad del derrumbe, la tensión se adueña de la escena y nos hace tomar partido hacia lo que nos gustaría que ocurra. Entonces, preferimos la resistencia y que nada se caiga conservando su orden o deseamos la extensión de las formas hacia su inminente caída. Sea cual fuera nuestra elección como espectadores, su destino ya está contado y las construcciones quedarán expuestas tarde o temprano a la gravedad.

Sin otra adherencia más que el roce y el equilibrio, estas piezas posan en estructuras inestables que pueden modificarse y asumo van a caer por acción del viento, de una mano, de un accidente, de la contingencia, dice Luisina Fucile.

Asociaciones diversas e ilimitadas reverberan en cada cruce e intersección de líneas, planos, formas y superficies poniendo en relación ese dinamismo concatenado que crece de manera orgánica, o flota hasta quedar ahí posando en una larga pausa, en ese instante que precede a la caída. 

Alguna vez posaron para mí se construye y se destruye en un sinfín de variables que parten de materiales de descarte, objetos comunes y retazos encontrados, arquitecturas de esas maquetas que no conocimos, de eso otro que se vuelve ahora protagónico ante la mirada de la artista, una nueva posibilidad para cada fragmento de ser algo más que el sonido suave golpeando su camino hacia el suelo. Se ordenan ante sus ojos y también ante los nuestros generando otras estructuras antes de volver al caos y al anonimato.

Trazo con fragilidad otros encuentros posibles entre las sobras de un día, al tiempo que selecciono los recortes de un presente que apocalíptico ya está́ ruinas. Creo que ensayo una calma aparente. Me pregunto ¿es ficción? ¿Qué es lo que hay que cuidar? ¿Qué es lo que va a caer? Alguna vez posaron para mí es una pausa o el ojo de la tormenta.

Cerca de esta frágil reunión de ruinas en equilibrio, aparecen tres obras del patrimonio del Museo que vienen a tejerse en cuestiones formales y conceptuales dialogando con esos pequeños grupos que intuitivamente hace Luisina, como un ángulo donde la obra Sin Título de Marcolina Dipierro respira con su sombra, o una vista en caída hacia el fondo de la tierra, en Ensayo topográfico #12 de Pablo Morgante. Se asoman también entre todas ellas, planos oscuros y dorados que se repiten entre blancos de manera secuencial, en cada pieza que compone Mañana de Agustina Girardi.
Todas hacen eco y resuenan entre sí.

¿Cómo se escuchan esos colores al caer?, ¿Los aplasta el aire de la duda?
¿Cómo se mueven esas líneas divisorias?  ¿Qué nos dicen al cambiar de lugar y tocarse con el espacio blanco de la pared o de la tela?, ¿Caen por mero cansancio del peso de sus sombras?
¿Cómo se percibe el silencio del reposo que genera el equilibrio?
La respuesta reside en el diálogo. Quizás, volvamos un día y se escuchen aún los ruidos de algunos elementos que yacen caídos en el piso de la sala.

Alguna vez posaron para mí
Luisina Fucile

Exposición individual
Sala Observatorio Audiovisual
Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti
La Plata. Febrero, 2020
PARA NO TENER QUE HABLAR
por Lucrecia Gimenez


Un enredo de líneas continuas que mutan, se deforman y hacen otras formas sin forma que comienzan a tenerla por asociación o cercanía con alguna de las otras líneas dibujadas. Si se detiene la mirada y se hace foco en algún sector, aparecen personajes, animales reales o fantaseados, ficcionados, salidos de alguna canción. Santiago dibuja lo que escucha, lo que ve, lo que lee, lo que come, lo que viste o por dónde camina; dibuja su casa, su gente, los espacios que transita; dibuja lo que recuerda, lo que imagina, lo que se inventa. También los silencios e imposibles generando vacíos y descansos. Dibuja sonidos y sensaciones, deseos y enojos, dibuja dormido los ruidos.

De manera azarosa o casual, sin demasiado pensamiento racional e intenciones, Santiago dibuja para sí y porque sí, para guardarse el mundo, para entenderse, para decir con la mano, con la gestualidad, con su cuerpo. Casi de manera automática el dibujo brota y se sucede línea tras línea, capa tras capa y camina esta vez más allá de los bordes del papel de sus cuadernos, apropiándose del espacio vidriera que suma un velo va más a las otras capas transparentes que se superponen acentuando ese caos que se ordena cuando quien observa se detiene en algún instante y luego en otro más allá o en su sombra o en una mancha. Y así hilando líneas, creando historias nuevas, se expande el sinfín de posibilidades de lecturas y sensaciones que a su vez se verán modificadas día a día, con la luz de la calle o la del sol o si es martes o domingo por la noche.




Para no tener que hablar
Santiago Duarte (Casiasesino)

Exposición individual
Espacio Vidriera
Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti
La Plata. Noviembre, 2019

Proyectos Curatoriales
Published:

Owner

Proyectos Curatoriales

Published: