El Umbral y el Ecotono
Visible como un intercambio entre dos realidades. Los umbrales se desplazan y se modifican, y por ende pueden estar en constante movimiento, pues son el resultado de la intersección de dos ecosistemas limítrofes: el natural y el artificial. El umbral unifica los espacios y comportamientos, desdibuja tensiones y crea diálogos. Su presencia y su dinámica no solamente coadyuvan la aparición de fronteras, sino que marcan puntos de contacto entre los diversos flujos de ambos ecosistemas. Bogotá, enmarcada por los cerros orientales, es la cuna de múltiples umbrales que cruzan las montañas creando una transición entre el denso tejido capitalino y el apacible entorno de los municipios adyacentes cuyos límites aún son difusos.
Sin embargo, ¿Cuál es el punto de contacto entre la ciudad y los cerros?
La piedra
El material más antiguo utilizado por el hombre. Sus posibilidades van desde la fabricación de herramientas, artefactos, murallas y hoy en día ciudades enteras. En Bogotá, las piedras areniscas extraídas de las canteras ubicadas en los cerros orientales del norte de la ciudad han servido por años para producir variedad de materiales para la construcción.
Reconocer el valor de este elemento en la realidad de los habitantes de Bogotá permite apreciarla como el elemento de conexión entre los cerros y la ciudad. La piedra extraída simboliza el paso de lo natural a lo artificial. Mas esta no puede ser comprendida por si sola como umbral y ecotono a la vez. Para ello es necesario comprender el ecosistema de donde esta proviene.
La explotación de las antiguas canteras en Bogotá ha dejado diversas huellas a lo largo del tiempo en el paisaje de la ciudad. Es por esta razón que identificar dichas huellas resulta fácil como consecuencia de la remoción del manto vegetal de las laderas donde estas funcionaban. La apropiación de la naturaleza por parte de esta actividad económica generó una fricción en el dialogo entre la ciudad y la montaña, pues su presencia si bien frenó el crecimiento del tejido en las laderas, también impulsó el crecimiento y desarrollo de la ciudad en otras direcciones. Las canteras son el límite más alto de los cerros nororientales y por su ubicación permitieron la delimitación de flujos entre lo rural, lo urbano y lo natural, por lo tanto, actuando como el ecotono entre lo natural y lo artificial.
