LESLY LORENA MURILLO MOSQUERA's profile

UN LIBRITO IMPOSIBLE DE MANTENER.


¡Hola! ¡Soy Less Murillo!
¡Bienvenidas y bienvenidos a mi portafolio!
Un librito que no se puede conservar.

En Medellín la montaña es un espacio confuso.
Algunas, son solo morros; barrios populares formados por migrantes, territorios de difícil acceso donde las dinámicas política o humanamente correctas de la sociedad se hacen poco a poco más libres o difusas.
Otras montañas son como templos, aunque de esas cada vez hay menos; espacios donde el aire se siente distinto, más limpio, donde el ruido de la ciudad no llega y el ajetreo de las vidas en la ciudad parecen distantes.
Sin embargo, hay unas más, que ni siquiera instan a ser visitadas, conservan un encanto casi salvaje y un tanto inexplorado que invita a la contemplación. No tienen casas, senderos o miradores, son montañas vestidas de hojas verdes, altos y densos árboles, con cascadas que las cruzan y solo el viento como testigo de lo que en ellas sucede.
Personalmente, vivo en una barrio-montaña, zona de alto riesgo hace muchos años y de la que recuerdo, se buscaba desalojar a la gente; nos hablaban de reasentarnos en otros terrenos ya que en zonas montañosas se vive el constate riesgo de deslizamientos. Esto siempre me hacia pensar en la montaña del seminario que queda frente a la mía, esa, que todos los días me encantaba contemplar, me hacía pensar que tal vez el riesgo no fuera vivir en la montaña, sino que viviéramos muchos en ella.
Recuerdo haberle comentado eso a mi madre y que ella me dijera de forma muy tierna que tenía razón pero que abajo no había más espacio, que a la gente no le quedaba más que vivir en las montañas y que con esa que me gustaba mirar, pasaría o mismo pronto. Tenía razón.
Primero fueron un par de casitas, me pregunté incluso como se transportaba quienes vivían en el lugar, ya que el seminario era lo único con carretera y las casas no estaban cerca.
Luego, el cambio empezó a ser más brusco, cada que cerraba mi ventana y volvía a abrirla, la base de la montaña se veía un poco menos verdosa, me dolía, mi fuente de paz ya no se veía igual y lo peor, no tenía ni siquiera una imagen de cómo se veía en mi infancia.
Empecé a tomar fotos para conservar a mi montaña en algo más que recuerdos aquí y allá y de repente empezaron a construirse túneles y torres. Solo pude entenderlo, las poblaciones crecen, no hay espacio en la planicie de la ciudad, hay que agilizar la movilidad…
El momento de observación sin embargo, ahora es casi un ritual, abro mi ventana y leo a esa montaña como un libro al que cada día se le cambia una palabra.
UN LIBRITO IMPOSIBLE DE MANTENER.
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