Nada me resulta mas hermoso e inspirador en esta mi ciudad, que caminar por sus calles y hacerme una con su gente. Una fotografía es capaz de hacer amigo al desconocido, de escuchar historias guardadas en los corazones de aquellos cuyas manos laboran y frentes sudan para conseguir un poco de algo; tan sabios, tan llenos, tan heridos y tan poco escuchados. Lo bello es poder transmitir todo esto con una imagen y entender que donde vemos una sonrisa, tal vez la felicidad no es lo que se siente dentro. Pero de una u otra manera lo es, porque ni una persona de las que encuentres por las calles de Durango, especialmente gente como las que hoy tengo el gusto de presentar en este proyecto, le van a decir que no a una petición noble, a un saludo amistoso, a alguien dispuesta a verlos en un ambiente donde son tan apartados.