Alguna vez, en un tiempo sin horizonte, se acordaría de cómo casi todas las tardes, la tía Adela escuchaba ese disco con las voces y los coros, de la tristeza cuando las voces empezaban a salir, una mujer, un hombre y después muchos juntos cantando una cosa que no se entendía, la etiqueta verde con las explicaciones para los grandes, Te licis ante terminum, Nunc dimittis, Tía Lorenza decía que era latín y que hablaba con Dios, y cosas así entonces Wanda se cansaba de no comprender, de estar triste como cuando Teresita en su casa ponía el disco de Billie Holliday y lo escuchaba fumando porque la madre de Teresita estaba en el trabajo y el padre andaba por ahí en los negocios o dormía la siesta y entonces podían fumar tranquilas, pero escuchar a Billie Holliday era una tristeza hermosa que daban ganas de acostarse y llorar de felicidad, se estaba tan bien en el cuarto de Teresita con la ventana cerrada, con el humo, escuchando a Billie Holliday.
Julio Cortázar "Siestas"