En la plaza de mi pueblo dijo el jornalero: “creamos valor sin recibir bienes proporcionalmente. Sea nuestro trabajo, hecho de sudor y amor, la crítica más certera a las malas políticas que hoy nos precarizan”.

Si la realidad ha quedado desierta, ¿si se la fotografía es en búsqueda de indicios? Si el trabajo se ha precarizado, ¿si se le fotografía es en búsqueda del 99%, de aquella mayoría de la población, despojada, atípica, temporal, móvil, flexible, la gente que está en la cuerda floja, en equilibrio inestable, deslocalizada y reconvertida? La fotografía ya no puede acceder a aquellas condiciones auráticas de la obra de arte. De manera que no puede ya reproducirse lo auténtico, lo originario.