De tamaño gigantesco, la ballena azul reina suprema como la criatura más grande que jamás haya vagado por la tierra, su enorme masa rivaliza con la de 2.000 seres humanos. Sin embargo, a pesar de su gran estatura, esta magnífica especie se encuentra en una situación desesperada, al borde de la extinción. Durante años, los seres humanos se han centrado en la ballena azul por su valor económico absoluto, y la caza comercial de ballenas ocupa un lugar central en la caza con fines de lucro. Como resultado, el Atlántico Norte registró más de 15 000 capturas solo a mediados del siglo XIX, lo que puso en peligro a esta majestuosa criatura.

Es posible que los esfuerzos de conservación iniciados en 1954 hayan frenado la marea, pero el daño ya estaba hecho. Desde entonces, investigadores de la Universidad de Barcelona clasificaron a las ballenas azules como «en peligro», haciendo sonar las alarmas y añadiéndolas a la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Los registros indican que durante los últimos 55 años, se capturaron 61 ballenas azules, pero la mitad de estas capturas nunca se informaron, lo que arroja una sombra de incertidumbre sobre el número real. En 1979, la última ballena azul fue capturada en aguas gallegas por una empresa española, marcando el final de una era.

La situación solo empeoró en el siglo XX, cuando la caza se desplazó hacia especies más pequeñas y abundantes, dejando a la ballena azul vulnerable y expuesta. Los estudios han demostrado que una mayor proporción de especímenes inmaduros se encontraron en aguas cálidas, lo que sugiere que la población adulta se había desplazado a latitudes más altas y frías. La población de ballenas azules se desplomó debido a las prácticas de pesca insostenibles, y un futuro brillante parecía sombrío.

Sin embargo, en la década de 1980, la industria vio un cambio, con un enfoque más sostenible de la caza y una cantidad moderada de barcos. El fin de la caza comercial de ballenas en 1986 marcó la conclusión de seis décadas de intensa explotación, y finalmente le dio a la ballena azul la oportunidad de respirar. Las medidas de conservación, que han desempeñado un papel fundamental en la salvaguardia de la especie, han entrado en juego desde entonces y la población ha comenzado a recuperarse.

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